miércoles, octubre 03, 2007

Encuentro

A Juanma

Una bitácora. Un comentario. Respuesta afable. Se hace costumbre el sitio. Se vuelve a él como el asesino al lugar del crimen. Tenemos huellas por todas partes. Atrevimiento. Hay una dirección de correo en el perfil. Se manda un mensaje subterráneo. Atraviesa el trayecto oculto a la vista de los demás. Llega sin mácula al otro lado. Complicidad. Ciudades distantes. Y de repente un viaje que nos acerca. Y lo que era sólo el perfil impreciso de alguien de quien sólo conocemos sus palabras -no la voz, no su tacto, no su risa-, se convierte en una presencia hacia la que avanzamos desconfiantes. Siempre asusta lo desconocido. ¿Lo es también ahora? En parte, sí. Puerta del hotel. Hora de la cita. Llego con antelación. Rodeo la manzana. La muerdo con pasos indecisos. Dan las en punto. Lo reconozco. Avanzo con la mano tendida y la sonrisa franca. Todo resulta fácil. El paseo. La conversación. La risa. La confidencia. Se hace de noche en el muelle. Subimos al cerro. Abarcamos todo un paisaje oceánico en bonanza. Toda una ciudad de luces recién prendidas. Cenamos. Sidra y pescado. Muy lento. Entre bocado y bocado da tiempo para echarle argamasa a la amistad. Y hasta de balompié se habla. Él recuerda a Cardeñosa, aquel tipo enjuto y desgarbado del que no parecía nunca del todo creíble que pudiera jugar con tamaña elegancia. Y recuerdo yo de repente a otro jugador donairoso que formó en el mejor Sporting, Tati Valdés. Y un partido televisado de un sábado de los años setenta. El campo embarrado. Las gradas casi llenas. Encuentro trabado. Enfrente, la Real Sociedad. Y un tipo ancho, con el centro de gravedad bajo, de escaso recorrido y un tiralíneas preciso en el borceguí desatascando en el medio del campo aquel juego espeso. Hasta que alguien le entra con tan mala fortuna que a Valdés se le va al suelo el peluquín. Risas. Y las cámaras de la televisión retransmitiéndolo todo. Recupera el pelo como quien coge del suelo un tapín embarrado de hierba. Lo lleva a su sitio. Pero siempre lo peor está por venir. Al cabo de no más de cinco minutos, se vuelve al suelo aquella mata despeinada de cabello ajeno. Tati pide el cambio. El Molinón guarda un silencio respetuoso. No cabe duda, nos gustaban los peloteros. Al acompañarle de regreso al hotel la ciudad está casi callada, las calles solas. Es día laborable. Y un par de tipos que acaban, como quien dice, de conocerse rebañan la noche del mejor modo posible, paseando y conversando.
(Foto de Juan Garay)

7 comentarios:

FPC dijo...

¿Puedo decir que me da envidia? De todo además: de la amistad, del muelle y el mar, de ese fútbol que no conozco, de la descripción... en fin... es que soy envidioso... abrazos a los dos.

conde-duque dijo...

Pues sí, pues sí. Todo eso es la vida, esta vida que abre puertas nuevas a la amistad, simplemente.
Y yo diría que en general todo eso ya se sabe antes, se nota, se intuye, aunque nunca puedas estar seguro.
Para la gente sencilla y de buena voluntad las cosas son así de fáciles. Cuando surge la oportunidad, se aprovecha. Y se evita lo que hablábamos el otro día...
Ya sabrás que este verano coincidí -nos hicimos coincidir- con Mabalot y Jabois. (También conozco a Desconvencida.)
En mi caso no sentí desconfianza o miedo en ningún momento, la verdad. Nada. Después de tantos meses eran como unos amigos...
Yo creo que estas cosas deben hacerse, porque en la vida (como en la Red) hay mucha gente imbécil o rara, pero hay otra que merece mucho pena, y sería una lástima perder la ocasión de conocerla.
Y ahora que nos lo has contado es también como si hubiésemos estado todos juntos por ahí, acompañándoos en vuestro paseo.
Un saludo.

Portarosa dijo...

También yo he pasado por esa situación, que, como dijo uno de mis "encontrados", Xavie, es como conocerse de dentro a fuera.

Y fue estupendo.

Anónimo dijo...

Me alegro muchísimo, es una experiencia deliciosa.

He conocido a cuatro, una chica y tres chicos, me gustó y lo repetiré en cuanto surga la ocasión.
No tuve miedo en ningún caso, no son desconocidos, son personas a las que aprecio de antemano, mi mayor preocupación era el desencanto que pudiesen sufrir conmigo y creo que salí airosa.

Conocí una Barcelona nocturna protegida tal cual niña pequeña.

Horas de conversación y risas con una mujer maravillosa, también en Barcelona.
Capté unos ojos tristísimos de otro bloguero, que me llegaron muy adentro.
Mi último encuentro de 15 minutos, me impresionó tanto, que terminé en el hospital con huesos rotos (risas)no fué el bordillo suelto, fué la impresión.

Saludos

Sir John More dijo...

Habría que incluir en los libros de ciencias sociales y tecnología una nueva forma de transformación de la energía: la metamorfosis de la energía eléctrica en pura emoción, en esa emoción que ahora me eriza el vello y me inmoviliza la garganta. Fue un honor y un placer, además de una suerte y un descubrimiento, y confío mucho en que esa tarde noche, con toda su maravilla, con su paseo y sus parrochas, con esa ventresca de bonito insuperable y esa sidra que difícilmente sabrá mejor si no vuelve a estar acompañada de tus palabras enamoradas de la tierra, que esa hermosa tarde noche quede para siempre como sólo un principio. Un abrazo, amigo.

Pd.- Hablaba esta tarde con cierta encantadora chiquilla que no estaría de más organizar un gran encuentro bloguero internacional, por supuesto grande en cuanto a que nos veríamos todos los que aquí compartimos pantalla y emoción; un encuentro para el que encontraríamos financiación por medios creativos, y que celebraríamos para sumar miradas y el sonido de nuestras risas a las palabras que ya, por si solas, tanto nos alimentan. Locuras...

Anónimo dijo...

Anda, anda... no lo llames locura que yo, ya compré un cochinito (aquí en México -no sé si allá- los cochinitos son alcancías que le alcanzan a uno los sueños si se les alimenta con ganas)

Rayuela, Sir John More... tengo ahora doble referencia de esa sidra y que no, que no me quito la idea de entretenerla algún día entre los labios... los míos... claro esta.

Queridos amigos míos, quizá no lo notaron, pero créanme, allá estuve también un poquito, compartiendo la alegría de saberlos.

Cariños siempre.

R.

Anónimo dijo...

está (tilde)

shhhh


=/

(la emoción... ud disculpe, y otro poco el teclado)