tag:blogger.com,1999:blog-357484822024-03-07T05:34:02.454+01:00Los Diarios de RayuelaDIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.comBlogger999125tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-44910167356580285792024-01-20T21:46:00.005+01:002024-01-20T21:50:33.047+01:00Morar, de José Luis Argüelles<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaE2aFJMt1w4Ga1gWZg09IgQIE-GZtIlrXkWQ1bNVHV_qAfBk6A5xaDAfG_sfgdHtDKh7cBhh0rYWCYY-Lmxeo-v8qo4p905-pTeG7Ri9VqSatrMYygyVMkaQC8rhjErSOCHtUjrzI9HtMZKLNjs4aHOv86q09nBIOpS0G4LqpDV2Em3UKaQgj/s425/61kX6t4uYjL._SY425_.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="287" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaE2aFJMt1w4Ga1gWZg09IgQIE-GZtIlrXkWQ1bNVHV_qAfBk6A5xaDAfG_sfgdHtDKh7cBhh0rYWCYY-Lmxeo-v8qo4p905-pTeG7Ri9VqSatrMYygyVMkaQC8rhjErSOCHtUjrzI9HtMZKLNjs4aHOv86q09nBIOpS0G4LqpDV2Em3UKaQgj/s320/61kX6t4uYjL._SY425_.jpg" width="216" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 107%;"><b><span style="font-size: medium;">Que la vída no sea una costumbre</span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Me quedé en los poemas
que se leen como un traje a medida. Porque hasta una mala voz se vuelve
elegante cuando lee por placer en voz alta y para nadie. Así releo estos versos
que dicen, por ejemplo: “</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">cuando nada se explica sin el otro y todo importa
porque estamos juntos</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">”, y dispongo tras ellos cubiertos para dos sobre la
mesa. Versos que son como una confidencia: “</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">admiro a quien la muerte
encuentra con las manos vacías, sin otra posesión que la humildad de las
preguntas</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">”, que hablan de cómo se aligeran los años de certezas. Versos que
ayudan a “</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">que la vida no sea una costumbre</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">”, después de amanecer tantas
veces sin ofrecerle al día ni tan siquiera un rezo laico. Versos indóciles que los
</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">aquiles </i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">han tenido siempre por ridículos, por provenientes de esa
inagotable alcurnia de </span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">tersites</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"> empeñados en nacer contrahechos de
miseria: “</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">surgirán de ese llanto escarnecido, razones poderosas para cambiar
el mundo</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">”.</span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">Hay un recurrente mal uso del infinitivo de los verbos
cuando se emplea para pedir, mandar o desear, como si fuera un modo imperativo.
Así que por qué no empeñarse en ese error, en que <b><i>Morar</i></b> sea tan
connotativo que hasta admita ofrecerse al lector que lo habite como asilo de
páginas que dicen, acompañan y hasta enseñan. Para hacernos suyos durante el
tránsito de su lectura. Demorada. Y abarcando no sólo un lugar (lugares: la
memoria primera, minera y rural, y el horizonte cantábrico posterior), sino
también una edad habitada, la “casi vejez”; y una convivencia de afectos y hasta
un paisaje de memoria, la del compromiso ya sin bandera, la de los otros libros
que fueron antes, de erosiones, protestas y desconciertos. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 0cm; margin-right: .15pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 0.15pt 0cm 0cm; mso-add-space: auto; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">En un artículo
publicado en <i>Letras Libres</i>, allá por 2002, escribía Seamus Heaney a
propósito de Miłosz: “<i>es un gran poeta y
tiene un lugar en el panteón del siglo XX porque su obra satisface el apetito
de gravedad y alegría que el término poesía despierta en todos los idiomas</i>”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">En <b><i>Morar</i></b>, último libro de José Luis
Argüelles, publicado con el buen gusto que siempre le pone a sus ediciones
Impronta, con las portadas conceptuales y limpias de Marina Lobo, podríamos
aludir a esa compaginación a la que con tanto acierto como concreción se
refería Heaney respecto a lo que debe ser la poesía: gravedad y alegría. Porque
en este poemario se afirma la vida y su doble faz. Por un lado, la luz y los
afectos: por otro, la sombra y la finitud de los días. Es la reflexión de quien
parece atreverse a ofrecer algunas respuestas sobre cómo afrontar la existencia
desde una edad madura, pero sugiriéndolas con la sordina de la humildad
adquirida en las incertidumbres sobrevenidas. Porque, “¿<i>de qué sirve una voz
si no habla de la vida y sus moradas</i>?”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; tab-stops: 100.5pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">De habitar espacios y de cómo han de
ser los espacios a habitar trata <i>Elegía para el arquitecto Coderch de
Sentmenat</i>, de Joan Margarit: “<i>la casa ha de ser virtuosa y humilde, / ni
independiente ni vana, ni original ni suntuosa. / Y exacta su forma, tal sombra
arrojada bajo el mediodía</i>”. El poeta apenas oculta en esos versos que
persigue la descripción de su propia poesía. Un empeño que bien podría ser el
que logra Argüelles en su libro con oficio y claridad, con un decir ético, sin
más alardes que el recurso literario a tiempo y el vigor y la belleza de la
verdad por principio. Un libro sereno, medido y de formas estróficas variadas, también
clásicas a veces, con sonetos, coplas o haikus, y hasta con la intercalación de
dos poemas en prosa. La antología de un tiempo, tres o cuatro años. El aluvión
de unos poemas que quizás lleguen como intuiciones y que seguramente se ahorman
como la piel en las arrugas, que ofrecen una cartografía quebrada, nunca una
melodía monocorde.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; tab-stops: 100.5pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; tab-stops: 100.5pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">Pero vuelvo a Heaney y a aquel poema
del cavar, él con su pluma, mientras veía al padre cavando en la realidad del
suelo pedregoso irlandés, mientras recordaba a su abuelo cavando hasta <i>terronear</i>
la turba. Eso viene a ser también el <i>terrar </i>que Argüelles cuenta como “<i>una
lección de agricultura</i>” por la que se repone el mundo arrastrado en la
inclemencia. Qué otra cosa pretende la poesía. “<i>Recuerdo a nuestros padres.
Y cómo sostenían así el mundo</i>”. Cavar, terrar. Una pluma, un diccionario
azul.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; tab-stops: 100.5pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> “<i>Que la vida no sea una costumbre y sí
celebración humilde, amor afirmándose en las insumisiones</i>”. Esa es la
actitud. Dicha, sí, por despertarse de nuevo al día, pero sin el
ensimismamiento del entusiasmo ebrio, imperdonable en un mundo en el que
continuamente “<i>el infierno se abre de
repente</i>”. Hay que seguir siendo también la voz, como se decía en <b><i>Protesta
y alabanza</i></b>, de la memoria y del daño.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Hay a veces
poemas más que difíciles, oscuros. Que retan al lector. Pero que terminan
siendo demasiado a menudo falsas alarmas. Y hay, por el contrario, poemas tan
trasparentes que parecen escrito por la inercia de un lápiz adiestrado. Esos
suelen ser los imprescindibles, que diría Brecht. Y de esos, unos cuantos en <b>Morar</b>.
Como </span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">Vacas</span></i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">.
Asomarse a la ventana del recuerdo a ver pastar una vaca, la genealogía de una
vaca, que moró tres generaciones en la cuadra de una familia, que rumió su
historia y la historia de un país al mismo tiempo, que pertenece a la estirpe
de las vacas que mugen en las ruinas, como aquella de Piñole que honró en el
cine Bande, es pintar el paisaje lo más figurativamente que se sabe, y es al
tiempo abrigarnos el corazón “</span><i><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt;">cuando el corazón
se desampara y encuentra algún calor en esas mitologías</span></i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">”.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Como </span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Entre
la </i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">nieve, esa </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">indagación “</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">en
la memoria y la niebla</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">” que rescata un mundo clausurado de las cuencas del
carbón y el agro. Una suerte de Rosebud materializado en la repetición del
verso: “</span><i style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">Un diccionario azul y un aro de
oro</i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;">”. Un poema brillante en forma y fondo.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">En fin, que no quería yo esta vez emplearme como se
suele cuando de reseñar un libro se trata, en el orden preceptivo de una
biografía primero —que suele venir en las solapas—, y después en la trillada
disección forense que lleva unos cuantos pellizcos de la obra al microscopio.
Que prefería, también en la lectura, el fervor de Zagajewski antes unos versos
pronunciados de un modo tan como uno quisiera para sí cuando toca decir lo propio,
tan a una edad a la vez agradecida y quejumbrosa, tan diáfanos como hondos, tan
tributarios de la raíz, lo humilde y el milagro de la bondad que alcanzan a ser
lo que pretenden, y mira que es difícil: “<i>una verdad serena que oponer a las
ruinas tan próximas</i>”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;"> </span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: right;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">JCD<o:p></o:p></span></p><p>
</p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-18190322568413655422023-11-15T21:21:00.002+01:002023-11-15T21:37:31.443+01:00Presentación de El vigor de los dones<p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-color: white; white-space-collapse: preserve;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-color: white; white-space-collapse: preserve;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf3grK8GzXNcgBIW30Zcvx7eGfMALDkx3UcNSRI8L5uQ4wL81FddgfgiskDOp-Rl0ZOpapT9ZVSDboCx6sidjZO0LSYUIe356Om7fHQcX3f-yDiPjKUfZqKOAGoAeKN6wP-yRYnoJ-9EpmL78tuyK9YRow41bouVTVbseHO-pdRMgw-uR6i22b/s734/Imagen%20de%20WhatsApp%202023-07-04%20a%20las%2013.55.58.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="734" data-original-width="486" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf3grK8GzXNcgBIW30Zcvx7eGfMALDkx3UcNSRI8L5uQ4wL81FddgfgiskDOp-Rl0ZOpapT9ZVSDboCx6sidjZO0LSYUIe356Om7fHQcX3f-yDiPjKUfZqKOAGoAeKN6wP-yRYnoJ-9EpmL78tuyK9YRow41bouVTVbseHO-pdRMgw-uR6i22b/s320/Imagen%20de%20WhatsApp%202023-07-04%20a%20las%2013.55.58.jpg" width="212" /></a></span></span></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-color: white; white-space-collapse: preserve;"><br />Sólo unas líneas para agradecer muy de corazón a quienes estuvisteis ayer acompañándome (acompañándonos, también a Pedro Luis Menéndez,</span><span style="background-color: white; white-space-collapse: preserve;"> que abrió el encuentro con palabras generosas) en la presentación de <b><i>El vigor de los dones</i></b>. Uno de sus poemas, que habla de amistad, dice que "l<i>a vida se reanima en el afecto</i>". Así que la vida de uno, os lo aseguró, quedó ayer reanimada por un tiempo.</span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-color: white; white-space-collapse: preserve;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkuPRCiKD2WQXBm3duXTD1OhkiSB923uD3g32PHen94OaNak3NGhgJ9QWhDLYXXySst_oVPmeSnF7g_y5A6u4_TQd5-dV1DljzPqpmIEbymAzW4jLhyphenhyphenThE1Ncr-Qay6KJTJRtDCyf2Jz2P_1vFriQu2pv3yFKj2f-_Z-alIl7uVuxhiURjxapo/s2048/400556749_640653454940886_9184192680552292868_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1629" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkuPRCiKD2WQXBm3duXTD1OhkiSB923uD3g32PHen94OaNak3NGhgJ9QWhDLYXXySst_oVPmeSnF7g_y5A6u4_TQd5-dV1DljzPqpmIEbymAzW4jLhyphenhyphenThE1Ncr-Qay6KJTJRtDCyf2Jz2P_1vFriQu2pv3yFKj2f-_Z-alIl7uVuxhiURjxapo/s320/400556749_640653454940886_9184192680552292868_n.jpg" width="255" /></a></span></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqS4iPtT-fZJVMgBXHC746DBIy1SJJZJA5lV6pB5HQne1DS_WX7mRDonFUv7zvyW2PZbA4K7-zsx8lzQ_S3AgGRRfqTJ__YlYk2FvyQaparLly4oMgFdj6Lh-0YUf02bhJWp0DyH46vJiek6rCLV62xLHv5YD5idXfZtsiDPrUr0BnUG5KHddZ/s2048/400595674_640651798274385_6065903626261655357_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqS4iPtT-fZJVMgBXHC746DBIy1SJJZJA5lV6pB5HQne1DS_WX7mRDonFUv7zvyW2PZbA4K7-zsx8lzQ_S3AgGRRfqTJ__YlYk2FvyQaparLly4oMgFdj6Lh-0YUf02bhJWp0DyH46vJiek6rCLV62xLHv5YD5idXfZtsiDPrUr0BnUG5KHddZ/s320/400595674_640651798274385_6065903626261655357_n.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX8HQuU6DAUkKnLg5RJoDjBBRg6iyQP31XRQAODNUqMxMZWnGxt5YWZzjYR8RK_FH9Hv1pjedc1ZAeNeH1v2Ght9s392QO7kTSx1fGVGq_QzOPgyr2THKXe7I6mEmPPFD5lF9vF_T7XZYWf_HqlOZEuEg9Y7rRS7dODne1ZPCqR2B647E86hS4/s2048/400611928_640651838274381_4353057683224119930_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX8HQuU6DAUkKnLg5RJoDjBBRg6iyQP31XRQAODNUqMxMZWnGxt5YWZzjYR8RK_FH9Hv1pjedc1ZAeNeH1v2Ght9s392QO7kTSx1fGVGq_QzOPgyr2THKXe7I6mEmPPFD5lF9vF_T7XZYWf_HqlOZEuEg9Y7rRS7dODne1ZPCqR2B647E86hS4/s320/400611928_640651838274381_4353057683224119930_n.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhH6bVanrnJsrAHNsd7rtqL1T5b_W3Vav7QwochzbdwXI-7x5lnPIOLx2D4JCITCFL7ykHkIyXMU0HXksf8jBzc03_F6Inf4sw3Hhbus_t7UIWXWaJSfp1gcsVmHO6u7tkTElqCHF5w0OS3KBA7mxw-MTIUxzXinYEFf2GUWVZASytamTw5fDao/s2048/401498143_640651898274375_5281026982218249545_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhH6bVanrnJsrAHNsd7rtqL1T5b_W3Vav7QwochzbdwXI-7x5lnPIOLx2D4JCITCFL7ykHkIyXMU0HXksf8jBzc03_F6Inf4sw3Hhbus_t7UIWXWaJSfp1gcsVmHO6u7tkTElqCHF5w0OS3KBA7mxw-MTIUxzXinYEFf2GUWVZASytamTw5fDao/s320/401498143_640651898274375_5281026982218249545_n.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="background-color: white; white-space-collapse: preserve;"><br /></span></span><p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-52268588507412635572023-09-20T16:39:00.003+02:002023-09-20T19:26:18.266+02:00Las Justas<p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8i4CF7JgwqRtjpZl3gZTiO7cyC_M6Ph51Tj8ZOs3EqYgyfo3JyHH-qC270qOUnI-LwltOqgPJrqmV9F4xYRu7R-p3YwHiweyDT7_8ZZAhy-8S2btURAj2tisrlUKAbyDdhoH77T5IbQRyYhLS7YY2JbBsdIomrYWBFglePt-DawAF74GqMjZX/s1620/lix-justas-literarias-1694855716356.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="796" data-original-width="1620" height="157" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8i4CF7JgwqRtjpZl3gZTiO7cyC_M6Ph51Tj8ZOs3EqYgyfo3JyHH-qC270qOUnI-LwltOqgPJrqmV9F4xYRu7R-p3YwHiweyDT7_8ZZAhy-8S2btURAj2tisrlUKAbyDdhoH77T5IbQRyYhLS7YY2JbBsdIomrYWBFglePt-DawAF74GqMjZX/s320/lix-justas-literarias-1694855716356.jpg" width="320" /></a></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Claro que
tiene que ser difícil a la vista de las fotografías que ofrecen testimonio de
cómo se desarrollan las Justas Literarias de esa villa, creer que quien
participa de la celebración, salvo que sea alguien alcanforado, pueda disfrutar
de ese protocolo decimonónico y provinciano. Que haya reina y damas de la
fiesta vestidas de blanco como novias virtuosas, que esas muchachas
desfilen desde el ayuntamiento hasta el teatro del pueblo del brazo de
autoridades y escritores galardonados, en un cortejo que escolta la banda de
música y es vitoreado en su paseíllo por las gentes del pueblo, suena a parodia
berlanguiana. Pero así es y así viene siendo allí, sin demasiadas innovaciones
a lo que parece, desde hace casi sesenta años. Por lo que el sábado, acudiendo
como poeta premiado, como poeta que se tiene además por tímido patológico, y en
compañía del narrador que recibió el galardón, a su vez, en el certamen
paralelo de cuentos, vivió uno, para
pasmo incluso propio, con fascinación insospechada aquel semejante ritual
pomposo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Nos recogió a las puertas del hotel la bibliotecaria.
Tan prudente como servicial. Y en nada estábamos en el ayuntamiento; y en nada
se lanzaba el chupinazo; y en nada desfilábamos por en medio de la
aglomeración, a los compases de los músicos. El alcalde acompañaba a la reina
abriendo la marcha, y muy cerca, el concejal de cultura, la mantenedora, el cuentista
y este poeta llevaban a su vera al resto de las damas. Nos aguardaba el
escenario, lleno de flores; el atril igualmente emperifollado; los sillones
escalonados por el atrezzo en los que debían sentarse las muchachas festejadas
conforme a una jerarquía electa de belleza y prácticamente engullidas por las guirnaldas;
el maestro de ceremonias, locuaz y expeditivo; y un auditorio lleno de gente,
donde se le habían reservado a las fuerzas vivas asientos preferentes —hasta un
senador vino a acomodarse junto al mando militar y los concejales de la corporación—.
La instantánea de cuando todos posamos para el respetable como el elenco de una
compañía circense que saluda a su público antes de comenzar el espectáculo, si
se hubiera tomado en blanco y negro, pasaría por una de esas fotografías que en
la sección de ecos de sociedad daban cuenta allá por los años cincuenta o
sesenta del siglo pasado, en los periódicos regionales, de alguna fiesta en los
salones de cualquier casino castellano peripuesto para el evento. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El speaker tenía voz de radio y tablas de veterano. Disertó
brevemente sobre la importancia de los libros, y los riesgos de las redes
sociales. Una suerte de homilía civil. Bienintencionada y con moraleja, como las
películas de los domingos a la hora de la siesta en la televisión pública.
Luego tomó la palabra el cuentista. Hubo suerte: el tipo era consciente de que
leer una narración de ocho páginas a palo seco, para ediles, autoridades
castrenses, repúblicos en horas extras y familiares de damas y reina de las
fiestas, podía menoscabar el ánimo celebrativo con que la concurrencia llegaba en
día no laboral, con la charanga callejera aún en vena y ganas irreprimibles de
inmortalizar a las jóvenes expuestas en el jardín rococó sembrado sobre el
escenario. Así que convirtió su cuento en una especie de monólogo de la
comedia. El argumento lo permitía: un enredo de identidades que, sobre el
papel, era una inteligente conjetura sobre el poder de sugestión de las
realidades imaginadas; pero que, en aquella improvisada versión oral, trufada
de morcillas divertidas, sedujo la atención del espectador y hasta relajó la
compostura aristocrática de las muchachas entronadas. El humor sin escarnio es
como el bálsamo de fierabrás, pero libre de efectos secundarios: pule sin dolor
las aristas de la vida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg50u-9y1OSHyMKsUzNyYToA_GWCj-_9NJK9xW9WUCNMZCWJaFdJZSFb_x3gePtVjUNLKBD5nGfm2RrsQzf2cr_bgCapgR-Xy5O0VTznYetPITmlMGO2c5mqNs-fls8B2uug-MyuZR4zDSvQHTDn7oTQk_7RMP7G3vo-J2XAsXjjpkt1mqOf_eF/s1874/P1230360.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify;"><img border="0" data-original-height="1874" data-original-width="1658" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg50u-9y1OSHyMKsUzNyYToA_GWCj-_9NJK9xW9WUCNMZCWJaFdJZSFb_x3gePtVjUNLKBD5nGfm2RrsQzf2cr_bgCapgR-Xy5O0VTznYetPITmlMGO2c5mqNs-fls8B2uug-MyuZR4zDSvQHTDn7oTQk_7RMP7G3vo-J2XAsXjjpkt1mqOf_eF/w186-h210/P1230360.jpg" width="186" /></a></span></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><div style="text-align: justify;">Ahora bien, aun valorando el mérito discursivo de mi
predecesor, esa habilidad suya para granjearse la atención de tirios y
troyanos, me dejaba a los pies de los caballos. Defender unos poemas después de
una historia divertida no es tarea fácil. Así que, para enfriar cualquier
expectativa de continuidad en la humorada, y previa presentación de mi persona,
obra y milagros por el presentador del acto, me di al agua como después de una
travesía en el desierto. Sin saludar, con la displicencia más que del confiado,
del cohibido que finge una determinación impostada. Hidratado hasta las
trancas, agradecí lo agradecible en tal tesitura, saludé y para ganarme un
margen mínimo de tolerancia, anuncié que de todos aquellos papeles que llevaba
en la mano, había decido que apenas iba a leer unas pocas cosas, por no cansar.
No era un chiste, pero al menos era algo: reducía graciosamente el castigo que todos
se temían. Mis poemas son breves, no tienen rima y parecen muchas veces apuntes
de alguien que balbuceara sus incertidumbres. Pondré un ejemplo, algo que se me
ocurrió un día acerca de cómo se gana el humano su sitio bajo el sol: “<i>Sobrevivir
en la defensa propia / menguando el universo: / una hormiga, otro hombre…</i>”.
Para que quienes me prestaban atención no diesen por estafa esa especie de
aforismos apocados, me esmeré contextualizándolos con una explicación que era
mucho más extensa que el propio poema, lo que terminó por resultar
contraproducente por desconcertante. No obstante, todas esas nefastas
intuiciones sobre mi capacidad recitativa apenas si mermaron la apostura que
mantuve en la tarima gracias a los lexatines previos, el mejor de los recursos
literarios cuando se ejerce la juglaría a contrapelo. Una ayuda que no sabía a
ciencia cierta si me sería precisa para ese arranque de actuación, pero que
creía imprescindible para lo que venía después: el madrigal. Y es que entre los
requisitos a los que se debe el poeta en las Justas, el más ingrato, al menos
para quien no tiene la costumbre de <i>estrofar</i>
en clásico, es escribirle un madrigal a la reina de las fiestas a cambio de una
flor natural. Me llevó días y rubores, pero salí del trance, cuando llegó el
momento, con aplomo químico y unos versos pedestres, pretendidamente simpáticos
e impresos en papel verjurado, que la muchacha recibió, me temo, conmiserativa.
Titulé el despropósito, <i>Madrigal o así</i>.
Volví a mi asiento con la rosa. Pero la gente parecía satisfecha con aquella
visita mía al túnel del tiempo, en la que humildemente renuncié a cualquier
tipo de escrúpulo arrogante de escritor incorruptible y moderno; por la que
pisé el barro de la métrica musical y del elogio arrobado a la belleza femenina
patria. Y como no hay nada como sentirse querido, hasta empecé a ver con
mejores ojos aquel madrigal voluntarioso que recité con la teatralidad de un
medicado para la ocasión.</div><o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Todo lo que vino después me ubicó como en un reverso
situacionista: la acción revolucionaria, pero a la vez previsible de quien
juzga caduca una tradición, consiste en situarse en un plano de superioridad
moral respecto a los que la aceptan pasiva o activamente; mi situacionismo
irreverente consistió, por el contrario, en traicionar mis principios
acomplejados y pasármelo bien. Vamos, como </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Ninotchka</span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> en París.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Le tocaba turno a la mantenedora. En las justas
medievales era un caballero aguerrido el que mantenía con sucesivos combates la
plaza contra las incursiones de los aventureros. En las justas florales, el
mantenedor procura dejar el pabellón local en lo alto con un discurso que le
otorgue prestancia al evento. Se encargó de ello una profesora universitaria que
disertó, con conocimiento de causa y muy amenamente, sobre un escritor local.
Lo que no impidió que uno sólo memorizase apenas un dato de cuanto contó la
brillante erudita, que el pobre tipo se murió cirrótico. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZ-ez4nTEgZ2bnkTZ7duh79LZCj-73oO0E8QGWuuGNL3JGo9OYdhaGpDvvT689h4mB4_V4hpkUJJD4c6z72ARjblziCh9dxPRvqurJaqPO6WQxpsglA-BEnKgmitv7MQCla9L2ZSIwXo3xmJHclhc6feXqkViM6eQLtYOPRDoejM9Ed761uJWY/s1584/lix-justas-literarias-169485571612.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" data-original-height="838" data-original-width="1584" height="169" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZ-ez4nTEgZ2bnkTZ7duh79LZCj-73oO0E8QGWuuGNL3JGo9OYdhaGpDvvT689h4mB4_V4hpkUJJD4c6z72ARjblziCh9dxPRvqurJaqPO6WQxpsglA-BEnKgmitv7MQCla9L2ZSIwXo3xmJHclhc6feXqkViM6eQLtYOPRDoejM9Ed761uJWY/s320/lix-justas-literarias-169485571612.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><div style="text-align: justify;">Para finalizar, hubo de nuevo paseíllo por el patio de
butacas, con música, vítores y aplausos. Llevaba yo a mi dama colgada del brazo
la mar de pintureros ambos. E iba erguido a su lado como no recuerdo en mucho
tiempo. Y sonriendo sin motivo, pero con ganas. Que así llegué al hall del
auditorio, donde recibí parabienes y conocí a gente, y de donde nos llevaron al
comedor de la cena, al que tuvimos que entrar de nuevo guardando la formación
de gala: autoridades, mantenedora y escritorzuelos.</div><o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Cuando empezó el ágape, eran más de las diez, y
comimos, bebimos, charlamos y reímos hasta las dos de la madrugada. Y como en
las celebraciones donde el vino genera a cada copa fraternidades cada vez más sanguíneas,
allí fuimos, después de la media noche, uña y carne, desvelándonos mutuamente
vida y querencias, prometiéndonos correos y citas futuras, volviéndonos amigos
del alma al menos por el breve espacio de unas justas.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Al día siguiente, la flor quedó en la habitación del
hotel. En un vaso con agua. Quizás se la llevase a casa quien aseó el cuarto después
de irnos. Una reina sin trono.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; mso-add-space: auto; mso-margin-bottom-alt: 8.0pt; mso-margin-top-alt: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Así que queda dicho: se premia en esa villa todos los
años un poemario (gracias al nuestro allí estuvimos) y una pequeña narración. Nada
más llegar a casa he buscado las bases del premio al mejor cuento. Habrá que
ponerse a ello. Sólo tengo esa posibilidad para volver del brazo de una dama a esas
justas literarias, para viajar en la máquina del tiempo. </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-65589439692314406962023-07-26T10:55:00.000+02:002023-07-26T10:55:20.978+02:0024 de julio<p> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Ya está. Ya pasó. ¿O no? Has
estado preparándote, participando incluso de las fanfarrias previas y
contaminando el corazón con agravios y esperanzas a partes iguales. Y a la
noche, después de que todo fue finalmente un instante, como todo fuego de
artificio, te quedó un vacío que no acabas de interpretar. Como si las ganas de
implicarse, de estar alerta, de prometer resistencia o celebración, se las
llevase el sumidero del alma. Es como ese cansancio que nos entra después de
una cena con amigos al quedarnos a solas con la mesa llena de vasos sucios, de
migas, de platos con restos de comida, de ceniceros aún humeantes, de manteles
arrugados y servilletas con carmín de vino. Habrá que recoger todo esto,
piensas, mientras abres de par en par las ventanas, para que se airee la casa,
te lavas los dientes y subes a tu habitación con resignación culpable. De ese
vacío hablo, del vacío de la tarea aparcada, que cuando amanezca nos reclamará
atención y esfuerzo. Aunque es verdad, no obstante, que siempre es más fácil
poner un lavavajillas que abandonar una trinchera.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-52808876513216732192023-01-24T20:34:00.005+01:002023-01-24T20:41:52.987+01:00Mientras traigo otras palabras, de Ricardo Pochtar<p style="text-align: justify;"><a href="https://elcuadernodigital.com/2023/01/18/mientras-traigo-otras-palabras/" target="_blank"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span><span style="color: #2b00fe; font-family: trebuchet;">Reseña de <b><i>Mientras traigo otras palabras</i></b>, de Ricardo Pochtar, publicada en El Cuaderno.</span></a></p><p class="has-drop-cap" style="border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpkSUbzm-P1ghjMX8GdOahZ4HK59lqWCtagKwiDT9RD4tDNp2h0rATitVSVBzfR6HJzEecnbus1uHPtuTUMPYmXbWTAgJY3ofHXhfl2hInlvqQmOYH45eKzWwdi9rJy1rVRkO3HsEXhS4K8FK0OzwV2cBKfBxGy_O34M43oxjLEKjUhXT1oQ/s595/pochtar.webp" style="background-color: transparent; clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><img border="0" data-original-height="595" data-original-width="397" height="354" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpkSUbzm-P1ghjMX8GdOahZ4HK59lqWCtagKwiDT9RD4tDNp2h0rATitVSVBzfR6HJzEecnbus1uHPtuTUMPYmXbWTAgJY3ofHXhfl2hInlvqQmOYH45eKzWwdi9rJy1rVRkO3HsEXhS4K8FK0OzwV2cBKfBxGy_O34M43oxjLEKjUhXT1oQ/w237-h354/pochtar.webp" width="237" /></span></a></p><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Con ocasión de la anterior publicación de Pochtar, <b><i>Atajos y escaramuzas</i></b>, editada por El Sastre de Apollinaire, se escribió una <a href="https://elcuadernodigital.com/2022/04/25/atajos-escaramuzas/">reseña</a> de ese poemario en este mismo Cuaderno. En ella se apuntaban algunas particularidades del estilo literario de Pochtar, particularidades que entiendo pueden serlo también de esta nueva entrega, <a href="https://www.tigresdepapel.es/producto/mientras-traigo-otras-palabras/"><b><i>Mientras traigo otras palabras</i></b></a>, esta vez en la editorial Tigres de Papel.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Se decía entonces que estábamos ante una poesía minimalista que atiende sobre todo a la idea, sosteniendo un ingenioso equilibrio entre el concepto y el destello poético. Esa inclinación ha llevado a Pochtar a cultivar el aforismo de manera explícita (recuérdense sus <b><i>Pequeñas percepciones</i></b>, de 2016), pero también de un modo que podríamos denominar sobreentendido, dado que, aunque no se define como aforístico, quizás por no dirimir jurisdicciones, entra plenamente dentro de lo que el común de los lectores entendería por tal. No en vano su poesía, como él mismo ha confesado en alguna entrevista, se ha ido volviendo cada vez más despojada («lo de ponerlo todo me parece un abuso»).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Julio Obeso, con buen juicio, aludía en el prólogo a <b><i>Atajos y escaramuzas</i></b>, que estábamos ante un libro de «paredes limpias, espacios diáfanos, palabras sugeridas». Pues bien, esa asepsia espacial, esa elusión de lo superfluo, se mantiene también en <b><i>Mientras traigo otras palabras</i></b>. Libro tras libro, Ricardo Pochtar persiste, pues, en ese ascetismo expresivo a través del que pretende la precisión del estímulo; la creación del objeto singular.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Se trata, pues, de una poética de síntesis, concentración expresiva y conceptualismo lírico. Y de una actitud que conjuga la indagación, aquel afán sin tregua de conocimiento que sugería Canetti, con la frustración derivada muy probablemente ante lo que se ha dado en llamar «dolor del mundo»; un dolor que trata de cauterizarse, en no pocas composiciones, con ciertas dosis de ironía.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En <b><i>Mientras traigo otras palabras</i></b> se mantiene, por tanto, esa depurada y parca manera de decir, pero proyectada aquí, en un buen número de poemas de esta entrega, a la reflexión sobre el propio ejercicio de la poesía.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El título del libro procede de un poema de Viktor Shklovski: «Ella me amaba y yo también. Nos besábamos y no sabíamos hacerlo. Detente aquí, frase, y vigila las cosas mientras traigo otras palabras». Shklovski, el formalista ruso autor del concepto de literariedad, posiblemente aludía en el extracto citado a esa realidad alternativa que crea la palabra literaria. Es, por tanto, un título y es también una advertencia, un autoencargo que el autor se propone: traer otras palabras a las páginas del libro. Palabras que serán distintas, no por intercambiables con las palabras de curso corriente, sino por inéditas. Proponerse, por tanto, el desafío de crear. No de comunicar, no de describir, no de compartir ánimo alguno con el lector, sino de crear una vida nueva para las palabras elegidas.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y no es insignificante que elijamos el término crear para describir lo que Pochtar se propone, porque esa intención está en la estela de lo que Huidobro denominó creacionismo: aquello de crear un poema como la naturaleza crea un árbol. Y abordar, además, esa creación no desde el automatismo surrealista, sino desde la razón; desde el bagaje cultural que, además, en el caso de Pochtar es, como bien se sabe, ingente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">A poco que nos adentremos en el poemario nos topamos enseguida con unos versos que confirman cómo la metapoesía alienta muchas de sus páginas:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">INTRUSO</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En las palabras</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que me habitan</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">vive el poema.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El poema habita nuestro interior como un yo extraño, como un intruso que no conocíamos. Pochtar lo decía de otra manera, pero conforme al mismo criterio, en uno de sus aforismos de hace años: «El aforismo, esa sombra del poeta que en el momento menos pensado va y ataca por sorpresa». Es la poesía advertida como latencia no de una costumbre, sino de un descubrimiento.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Lo que se complementa bien con esta otra consideración vertida unas páginas más adelante:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">OCASIÓN</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">No siempre elijo las palabras,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">a veces son ellas mismas</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">o las cosas o la tinta o el papel:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">alguien tiene que acertar.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Estamos ante el azar de la escritura filtrado por la razón reflexiva y generado por esa especie de iluminación súbita sobre la que se cimentan los versos, iluminación que se describe como un pequeño seísmo íntimo, un remezón que Pochtar refiere así:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">REMEZÓN</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Poemas que vienen como pájaros</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">remueven el aire,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">pasan rozando</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">y te aspiran,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">te dejan temblando</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">al borde del mundo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Son tres breves muestras de esas conjeturas sobre el proceso creativo que se pueden rastrear a lo largo de <b><i>Mientras traigo otras palabras</i></b>. Breves porque parece aspiración del libro que el poema no llegue casi a suceder, limitándose solo a empezar o a acabar, como se sugiere en Brevitas («El poema si es breve, no sucede: sólo empieza o acaba»), de modo que el remezón sea pura descarga eléctrica («La idea que no enciende su imagen, se encasquilla»).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Estos extractos ponen de relieve lo que ya se anunció: la brevedad de una creación que prefiere estimular a comunicar. Porque Ricardo Pochtar no comparte en su poemario sentimientos personales («mi angustia y este poema no intiman»), no persigue la empatía emotiva con el lector, sino su complicidad en la interpretación de aquello a lo que el poema en su levedad no llega, su complicidad en la duda que el poema plantea.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: right;"><span style="clear: right; color: #666666; float: right; font-family: trebuchet; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="1000" height="321" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ2ChKbvfnG6Q1KCj5y3BEvoTJ_icjxnE9QMvHxohzElZ2IizgBU__WYi78Pn46M2TE32NeuJrqryIzN0AKrd9KRCxSvXBcm3szutXbqwZ6V6TJe8m91Hrm628brfbcuIJHo9ji4CwDU5YXlQptwyKkmgwJLMbiTSBlGjp8pee3yIiMZ9juw/w320-h321/323997010_1320011685578867_7042550679863612357_n.jpg" title="Foto de Mariano J. Sánchez" width="320" /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Porque otra de las singularidades de <b><i>Mientras traigo otras palabras </i></b>es su alineamiento con el escepticismo, a través del cuestionamiento de la verdad y de la interrogación como recurso literario. Se habla de «romper la verdad». Se lanza la pregunta: «¿Y si después de todo la verdad fuese plural y siempre la misma mentira?». Se afirma que «la verdad empieza a envejecer». Y se nos plantea: «¿Por qué cara o cruz?».</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Esa duda casa bien con las maneras literarias usadas. Si a la palabra debe otorgársele una vida nueva, si debe poner en tela de juicio sus asociaciones y significaciones acostumbradas, no otra cosa debe esperarse del pensamiento, que ha de ser siempre inconformista. Pochtar parece resumirlo al preguntar retóricamente: «¿La ética y la estética no merecen algo mejor que un juego de palabras?».</span></div><div style="text-align: right;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Por último y por no agotar todo lo que el libro sugiere, pero sí al menos dejar de él algunas pistas que guíen su lectura, es muy reveladora la presencia insistente de la palabra mundo. Como auditorio indispensable de la voz y de la perplejidad, como identificador de vida y hasta diría, incluso, que de cierta fraternidad. Será por aquello que se confiesa en estos versos que llevan por título:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">PURA NOSTALGIA</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿Qué le voy a hacer</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">si me emociono cada vez</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que en un verso aparece</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">la palabra mundo?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Aunque bien pudiera hablarse también de las citas que encabezan algunos textos, o de ciertos autores como Spinoza o Blanca Varela que directamente entran a formar parte de los poemas, de algunas interpelaciones sobre el oficio del poeta que contiene igualmente el libro o de la belleza puntual de algunos versos que se limitan a ser poesía (como Black & White, por ejemplo, que dice: «El silencio es negro/ en las pizarras. En las playas de lava/ habla la espuma»), dejemos al lector que se sumerja por sí mismo en la engañosa brevedad de estos versos, añadiendo intuición a los espacios en blanco y curiosidad ante el desafío de una poesía que no se construye sobre la referencia, sino que, como toda vida nueva, crea su propio universo referencial.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: right;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">José Carlos Díaz</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Selección de poemas:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">CAPTURA</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Al enjambre de letras</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">solo le pido</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">un momento de calma,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">un cerco de silencio</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">donde poder fotografiarlo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">No, no es necesario</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que sonría.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">NEUROPREHISTORIA</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Un psicoanálisis de la prehistoria</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">daría tremendos traumas infantiles:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">de la tierna jaula de las ramas</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">caer al llano, inventar a todo trapo</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">industrias líticas, arte rupestre,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">religión, enredar el fuego, sembrar</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sombra, hablarle al mundo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿Qué dirá el viento</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">cuando se acaben</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">las hojas?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">ASTROTEOLOGÍA</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">A partir del Big Bang</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Dios se retira,</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">solo existe por inercia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">QUE DIGA ALGO</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿Cuál es el número de Dios?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿A qué hora esnifa su línea de eternidad?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿La nada le da nervios? Que diga algo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Que deje un mensaje después de la señal.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El laberinto que no se mueve está</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">perdido, tarde o temprano un héroe</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sin prisa le encontrará la vuelta.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿Con qué manta de palabras</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">te abrigaré, mundo, o apagaré</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">tu incendio?</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-20169163939463536972023-01-20T10:22:00.011+01:002023-01-20T10:23:07.508+01:00Banquisa<p style="text-align: justify;"> <i><u><span style="color: #2b00fe; font-family: trebuchet;">Reseña del poemario <b>Banquisa</b>, de Julio Obeso, publicada en El Cuaderno.</span></u></i></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizV1yIwoTzEFhyOUM_9B8OMwnEmuyWTM9I4qp4Icwzsd3sS2JIWCDAOEx5OBrAjJmir7uKH-GNyX3RoBpu13DkPh4xy94pRaKPYY_czz8dfDT2yh-QhH2sjpR2dyLa7sARjCQ--qPw3-eho3lRjzBToKKjm6bSRWNSqYBjUwB1aMQu123mPg/s800/imagen-1.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="524" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizV1yIwoTzEFhyOUM_9B8OMwnEmuyWTM9I4qp4Icwzsd3sS2JIWCDAOEx5OBrAjJmir7uKH-GNyX3RoBpu13DkPh4xy94pRaKPYY_czz8dfDT2yh-QhH2sjpR2dyLa7sARjCQ--qPw3-eho3lRjzBToKKjm6bSRWNSqYBjUwB1aMQu123mPg/s320/imagen-1.webp" width="210" /></span></a></div><span style="font-family: trebuchet;"><div style="text-align: justify;">Ni los intentos de Séneca, con aquello de «es absurdo el temor por lo que cuando ocurra, no lo podremos ya sentir», ni de Diógenes al afirmar que «cuando la muerte está aquí ya no somos», han ahuyentado el espanto que nos genera el sabernos finitos. Desde el <b><i>Gilgamesh</i></b> hasta Agatha Christie, el asunto ha dado para héroes rumbosos o villanos de medio pelo. Y en casi cualquier obra poética, esa amenaza marca siempre el paso del verso, sobre todo cuando uno empieza a darse cuenta de «que la vida iba en serio» y de que «envejecer, morir» son las dimensiones del teatro.</div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><b><i>Banquisa</i></b>, el reciente libro de Julio Obeso, publicado por Eolas, es un libro sobre la muerte, aunque no un libro elegíaco, como suelen serlo mayormente los poemarios que toman ese asunto como impulso creativo, ni tampoco un ejercicio de reflexión sobre trascendencias procuradas por la fe o por la palabra literaria, sino que se trata más bien de un exorcismo contra la humillación de saberse tan poco frente a lo ineludible.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Obeso describe la muerte, alude a cómo se manifiesta y en qué circunstancias; procura mantenerle el respeto debido, pero tratando, a la vez, no tanto de conjurarla, como de soportar su horizonte ejerciendo una suerte de dignidad irónica que atenúa ese insoportable «festín de ratas» al que estamos abocados por demasiado tiempo («la muerte nos durará más que la vida»).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">«Aseguran que la muerte se espanta con palabras que sabemos, pero no sabemos cuáles». Quizás el empeño del <b><i>Banquisa </i></b>es buscar esas palabras y el tono adecuado en que deben ser pronunciadas. Se trataría, por tanto, de una labor de precisión en la que no caben los rodeos: urge rigor y austeridad expresiva. Para describir con tensión poética el final: «habrá un halo y tal vez un pájaro tibio que traspase el último pulso a tu muñeca». Para revelar el arma más mortífera: «el tiempo, ese golpe infinito que machaca todo el cuerpo». Para afianzarse en la vida riéndose no tanto de la muerte, como con la muerte: «El sexo es uno de los huertos de la muerte. Gime en voz alta y te prometo que hoy no morirás».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Y todo ello a través de una prosa que tiene un ritmo de verso en sus renglones: «la muerte todo lo explica con niebla» o «que nadie en tu ausencia note que faltas, vuelve loco al olvido», y que, además, tiende a lo aforístico, más que intencionadamente, por ese decantar de lo que se dice evitando sedimentos: «la muerte llama la atención más que la vida»; «A la hora de agorar los naipes se vienen abajo ante la certeza de las lápidas»; «¿Camposantos? Toda tierra es sagrada»; o «El amigo que cierra con su mano los párpados del otro en esa hora enmienda la plana a Dios».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Banquisa es ese hielo marino que se va solidificando poco a poco hasta alcanzar una rigidez definitiva. La portada del libro, y sus tonos azules, ilustran con un paisaje polar esa imagen de frío, esa perspectiva de falta de vida. Pero de algún modo es también metáfora de la falta de sentimentalidad con la que se aborda por Julio Obeso la muerte. Una voluntad de estilo distanciado que solo se traiciona en una especie de elegía anticipada por el padre que, curiosamente, y pese a esa disonancia con el resto de la obra constituye, a mi juicio, uno de sus mejores momentos: «Cuando te vayas, padre, llevarás contigo el secreto de las herramientas, el mapa de los rincones, la perplejidad del hueco. Yo de la madera solo sé que arde».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Julio Obeso (Gijón, 1958) es una rara avis en el panorama poético. Con sus anteriores libros, <b><i>Tres Tristes Trópicos</i></b> (2012), <b><i>Inminencias</i></b> (2014) o <b><i>Impajaritable</i></b> (2015), ha ido construyendo una trayectoria literaria singular, que no tiene que ver con la experiencia, ni con lo simbólico, ni con más compromiso que la subversión de la reglas, sociales o preceptivas. Hace un tiempo, con ocasión de la publicación de <b><i>Impajaritable</i></b>, escribí que la mejor manera de explicar la poesía de Julio Obeso era acudiendo a sus propios versos, con extractos de esos versos. Por ejemplo, los de aquel poema que hablaba de una urraca que se llevó al nido un ángel en el pico. Sus polluelos no sabían qué hacer con tal presente. ¿Podría comerse? No. ¿Y, de ser así, para qué serviría aquella criatura? El poema se cerraba entonces con un verso certero y luminoso que explicaba el propósito final de la presa: «brilla». Pues bien, esa es la utilidad última perseguida, el compromiso asumido: brillar. Que no es poco. Se trata, nada más y nada menos que de poner luz en el mundo, lo que le otorga al propósito tanta trascendencia como cualquier otro fin que, a priori, se tuviese por más esencial en el oficio del poeta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">En esa luminosidad pone toda su energía Julio Obeso, en el desbaratamiento del orden establecido y a través de distintas formas: el humor corrosivo (que fue herramienta propia del surrealismo), sexualizando el absurdo, reclamando piedad hacia el dolor de los seres desvalidos (y ahí cuentan tanto los ancianos como las criaturas animales) o subrayando el absurdo final que a veces nos reserva la vida. Y de esa veta viene esta <b><i>Banquisa</i></b> última, que nos acerca a un libro que sigue manteniendo los rasgos distintivos del quehacer literario de su autor, pero donde, además de aquilatarse considerablemente la expresión, se ha perseguido objetivar un asunto tan crucial y tan íntimo que en el intento, para alegría de lector, han quedado unos cuanto pelos en la gatera: esos rasgos de compasión con la condición humana que no burla ni la ironía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><b>Selección de poemas:</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Si me siento morir, si lo siento, imaginaré a una mujer frotando su sexo contra uno de mis libros. Sí, lo siento, ni la muerte ni yo damos para más.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Algunos animales para evitar la muerte fingen estar muertos. Esa táctica con humanos no funciona, la muerte llama la atención más que la vida.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">FOSA ¿COMÚN?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Desenterrarlos para volver a enterrarlos. No pudieron elegir. Por eso el amor escarba con urgencia y limpia una a una las vértebras del mundo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Antes de acostarme doy de beber a los cuadernos, escribo algo en mi perro, para que todo esté en calma mientras duermo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Aseguran que la muerte se espanta con palabras que sabemos, pero no sabemos cuáles. Algunas las olvidamos, otras no las decimos porque el amor ya se acabó, el hijo ya no está, o el golpe, aquel estruendo, nos vació el alma. Entonces viene y decimos: colofón, pesebre, manantial, y ya más cerca gritamos: ¡luminiscencia, cóncavo, estramonio! Niega con sus oquedades y lejos de espantarse nos ocupa.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">La leche en las nubes bajas que humedece al amanecer el rostro de los terneros. El óxido es otro rastro, el del caracol más grande que tiene, pero de ahí no pasa. Las flores secas, las hojas muertas, las fosas comunes, no son ni sus huellas. Es demasiado creativa para esas evidencias.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Ningún pájaro quedó en el aire. Al principio vagaron erráticos hasta que aparecieron los cuervos y comenzaron a pastorearlos. Siguiendo órdenes mentales formaron grupos y avanzaron hacia los cementerios del mundo (también los marinos). Era hora de restañar la herida, el vacío: se va a celebrar el gran juicio y a cada mujer, a cada hombre, lo defenderá su pájaro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Unos gatos ruedan violentos, él con su pene espinoso anclado, ella con su zarpa en el lomo. Resbalan tejado abajo y en el último momento se separan. Ante la muerte más vale dejar lo que estés haciendo (nos lo enseñan ellos que tienen siete vidas).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">Por si cuela</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">El sexo en silencio es uno de los huertos de la muerte. Gime en voz alta, querida, y te prometo que hoy no morirás.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">No tenemos cuerpos para vivir, a la mínima se nos rompe el cuello o se nos sueltan las tripas. Una sola burbuja en la sangre y amanecemos de toda frialdad. A decir verdad, este mundo tampoco. Cuando no es un volcán es una ola y a más una peste aviar cierra los ojos a dos continentes. Para la muerte sí que apuntamos maneras.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet;">La muerte todo lo explica con niebla, pero la niebla solo son nubes que han tocado fondo y no saben volver.</span></p><p style="text-align: right;">José Carlos Díaz</p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-33598589546909583132023-01-20T09:56:00.003+01:002023-01-20T09:57:15.610+01:00Los ‘Cantos’ de Pedro Luis Menéndez<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><a href="https://elcuadernodigital.com/2022/09/15/los-cantos-de-pedro-luis-menendez/" target="_blank"><span style="font-family: trebuchet;">Reseña del volumen antológico <strong style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Cantos</em></strong><span style="background-color: white;"> </span><span style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: bold; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">(1979-2022)</em><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">, de Pedro Luis Menéndez, publicada en El Cuaderno.</span></span></span></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><span style="font-family: trebuchet;"><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlymRsrwgC55W3Yme6jr_TzDEnPxzd-GAwc4BK_FrFTo19D3iQNrcOnuqobLGEZrZas-5zgAqUo5-jEGhh28hAgAIlOz5AvLYivT8tNuDXNYWX9VkkG2vdEYlfXnRFiDb1dQxsaZzjYv24lbjxJ7qkM0uA8IuPhIkTb1KfguN90v5IihM8rA/s837/07092022-presentacion-libro-gesto.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="837" data-original-width="540" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlymRsrwgC55W3Yme6jr_TzDEnPxzd-GAwc4BK_FrFTo19D3iQNrcOnuqobLGEZrZas-5zgAqUo5-jEGhh28hAgAIlOz5AvLYivT8tNuDXNYWX9VkkG2vdEYlfXnRFiDb1dQxsaZzjYv24lbjxJ7qkM0uA8IuPhIkTb1KfguN90v5IihM8rA/s320/07092022-presentacion-libro-gesto.webp" width="206" /></a></div>Pedro Luis Menéndez (Gijón, 1958) acaba de publicar <b><i>Cantos (1979-2022)</i></b> en Ediciones Bajamar, un libro que reúne cinco extensos poemas, aparecidos previamente en ediciones físicas o electrónicas, a los que se le añade un sexto libro inédito hasta ahora. A través de este compendio se puede recorrer el quehacer literario del autor desde el lejano año 1979, en que se alumbró su <b><i>Canto de los sacerdotes de Noega</i></b>, hasta la escritura de <b><i>Donde sea que vayas</i></b>, que tiene apenas unos meses. Cuatro décadas de literatura que ofrecen la constancia de un poeta con una voz singular, significada por el empeño en mantener una rigurosa pulcritud expresiva y un tratamiento temático nunca insustancial, cualidades que han hecho de Pedro Luis Menéndez referencia entre la mejor poesía escrita en Asturias por quienes se mantienen en el oficio desde los años ochenta del pasado siglo. Siendo así aun después de que haya habido en su obra un largo silencio al que, afortunadamente, se superpuso una nueva y reciente época de imprenta a partir de 2018, con <b><i>La vida menguante</i></b>, <b><i>Postales desde el balcón</i></b> y <b><i>Ciudad varada</i></b>. El primero de ellos, un poemario íntimo y desolado que, editado por Trea, recuperaba la voz de un poeta que no había publicado en treinta años. El segundo, un cuidado libro de encargo que mezclaba microrrelatos, prosas líricas y acertadas referencias musicales. Y el último, a cargo de <i>Heracles y Nosotros</i>, esa delicada colección no venal dirigía por Nacho González, un libro de aliento carveriano que ha pasado a formar parte de estos <b><i>Cantos</i></b> que hoy se reseñan, constituyendo en el conjunto una original propuesta de poesía más narrativa, hasta el punto de que llega incluso a mantener una suerte de suspense argumental sobre las circunstancias en las que se mueves los personajes que protagonizan este poemario.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><br /></span></div><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">Las seis piezas que arman esta recopilación presentada por Bajamar son, pues, por este orden:</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;"><ul><li><i>Canto de los sacerdotes de Noega</i> (escrito en 1979, aunque publicado por Altair en 1985).</li><li><i>Segundo canto de la ciudad</i> (escrito en 1984 e incluido en la antología Trece poetas. Asturias 1972-1985, de Ediciones La Ferrería),</li><li><i>Canto tercero</i> (escrito en 1989 e impreso en edición no venal en 1995),</li><li><i>Canto de los niños de Sarajevo</i> (escrito entre 1994 y 1996, fue reproducido digitalmente en portaldepoesía.com).</li><li><i>Ciudad varada</i> (escrito en 2018, se publicó en la colección Heracles y Nosotros, dos años después).</li><li><i>Donde sea que vayas</i> (inédito hasta su inclusión en este compendio, se escribió entre 2021 y 2022).</li></ul></div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">La forma elegida en estos cinco cantos primeros es el poema extenso, o poema seguido, según lo denominó Juan Ramón Jiménez, una modalidad poética que el propio autor de Moguer cultivó en su libro <b><i>Espacio</i></b>, y que cuenta con otros muchos antecedentes notables en la literatura de lengua española: desde el Altazor de Vicente Huidobro hasta la <b><i>Descripción de la mentira</i></b>, de Antonio Gamoneda. El rasgo distintivo que caracteriza este subgénero poético es el relativo a su longitud, que supera a la de la poesía tradicional y que se justifica, quizás también en algunos aspectos de los <b><i>Cantos,</i></b> por la variedad temática, la complejidad de formas y contenidos, las repeticiones, las intertextualidades y la variedad de ritmos. El poema extenso está asociado, igualmente, a la libertad compositiva propia de la modernidad literaria que confiere al autor posibilidades dialécticas, fragmentariedad expresiva, perspectivas poliédricas y la eventualidad de convertir la composición en una suerte de sinfonía, a través de la que desarrollar los intervalos temporales que dividen cada pieza. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">En este sentido, se debe subrayar el interés que Pedro Luis Menéndez siempre ha manifestado por la música del poema («un poema sin música es nada»), pero sobre todo por una música que no se limite a ser eco de la métrica clásica, sino que aporte una melodía singular que constituya por sí misma la voz propia del poeta. Por eso la idea de canto entronca tanto con la concepción del hecho poético que tiene Pedro Luis Menéndez, muy musical, como con la forma que toma en los cinco primeros poemas extensos de este libro, e incluso con esa especie de ritornelos que aparecen en <b><i>Donde sea que vayas</i></b>, libro final hasta ahora inédito, en el que varios poemas recurren a fórmulas similares en sus arranques.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De los tres primeros cantos, que siguiendo con lo apuntado en el párrafo anterior podrían pasar por cantatas, cabe destacar su firmeza expresiva, especialmente meritoria si tenemos en cuenta que eran obra de un poeta que tenía poco más de veinte años. De aquella solemnidad observada, sobre todo, en el <b><i>Canto de los Sacerdotes de Noega</i></b>, de aquella fijación por un universo más social que íntimo, circunscrito a un ámbito geográfico casi legendario, pero con raíces en la ciudad donde siempre ha vivido el poeta y en la que empezaba a forjar, de algún impreciso modo, una conciencia histórica, permanece hoy, en la poesía más reciente de Pedro Luis Menéndez, la misma voluntad de contención en el modo de decir y el mismo interés en que lo dicho no se abarate por ligereza alguna; aunque —y ese el cambio más radical en su devenir literario— sus versos últimos son un testimonio mucho más íntimo y atestiguan bien una realidad contemporánea, bien una sentimentalidad introspectiva.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">En la obra de Pedro Luis Menéndez hay ciertas constantes que se reiteran en los distintos capítulos de <b><i>Cantos</i></b>, como por ejemplo la presencia recurrente de la ciudad: en su versión mítica, como es la de la Noega del primer canto; como escenario del genocidio innumerable, en el segundo; la de los muelles y los espigones tristes en que habita esa «generación perdida/ entre dos mundos vacíos,/ entre los hombres huecos de ayer/ y de mañana», en el tercero: sitiada como lo estuvo Sarajevo; o tan varada en los márgenes de la historia que se constituye en un retablo de desoladas anonimias bajo la lluvia de las bombas. Otra referencia sobre la que giran muchos versos, que incluso se erige casi en atmósfera opresiva, es la guerra, como amenaza siempre cierta, pero a la vez como laboratorio de conductas y padecimientos. La conjunción de estos dos temas alcanza quizás su mayor acierto en la <b>Ciudad varada</b>, donde la vida bajo los bombardeos se describe con un adecuado tempo jazzístico El tercer asunto que el lector podrá reconocer apropiándose sobre todo de los renglones postreros de estos <i><b>Cantos</b></i> es el paso del tiempo, que uno identifica como eje sobre el que giran los poemas del libro final, pero que también fue, incluso en su mismo título, leitmotiv en el memorable poemario al que se hizo ya antes referencia, <b><i>La vida menguante</i></b>, de 2019. Ese libro, junto a <b><i>Ciudad varada</i></b> y <b><i>Donde sea que vayas</i> </b>—estos dos insertos en <b><i>Cantos</i></b>—, deben, a mi juicio, tenerse por obras cimeras en la trayectoria de un poeta que en los años ochenta ya mantenía un pulso vigoroso en lo que escribía, pero un pulso todavía algo enfático y falto de naturalidad, que adolecía entonces del atrevimiento en la franqueza que la madurez confiere a los escritores sabios, y que ahora, desde su nueva irrupción editorial, se ha manifestado como seña de identidad de una escritura verdaderamente plena.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">A continuación, tres poemas del libro <b><i>Donde sea que vayas</i></b>, que cierra los Cantos (del resto de la recopilación no se extractan versos por tratarse de poemas extensos que se desvirtuarían si se troceasen).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">Antes de que renuncie a las palabras</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">o se olviden de mí en una esquina turbia</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">—en el rincón en que mueren las canciones</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">que tanto nos mintieron,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">con que tanto mentimos,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">cargados de fogueo</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">disparando a las hojas de los calendarios</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">para rasgar ese velo que desnuda nada,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">inquietos, afiebrados, calle abajo y arriba,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">en el espejo de los tirabuzones</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">y las infancias muertas—, será mejor abrir</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">las cajas fuertes del silencio</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">y atreverse a mirar,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">como lo hacen quienes no se ocultan</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">en la luz tan escasa del otoño</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">los años por venir son ya los menos</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">y nadie en el después podrá salvarnos</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">de todo cuanto fuimos.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es todo cuanto guardan los inviernos,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">y es bastante, si acaso, o suficiente</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">para no abandonarse</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">a más temor que el propio,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">a ninguna esperanza que no llegue</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">más allá de la orilla,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">en los márgenes fríos</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">de otras manos que dijeron adiós,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">como quien dice</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">saluda de mi parte a los que queden</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">y no me esperes ya, que no he venido.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">Las islas parpadean en silencio</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">mientras todo</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">se oculta y desvanece,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">escondido de sí, agazapado</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">en las calles oscuras y perdidas,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">en las calles estrechas sin futuro.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">Alguien que sufre</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">empuja una sirena</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">a través de la noche.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">ERA esto la vida, dice el ángel</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">encerrado en su pobre ceremonia</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">para soñar un regreso</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">que no será posible,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">recorrer los pasillos y abrazarte</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">hasta que los huesos se rindan</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">a la evidencia de que no ocurrirá</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">como no ocurren los deseos</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">que son sólo deseos,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">pirámides vacías,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">casas abandonadas</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">donde se ahoga el tiempo.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">¿Dónde te espera la muerte, en los tirabuzones</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">o en las sombras?</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">¿Dónde?</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">La cuenta atrás anuncia su bóveda</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">de humo, su vendaval de espadas,</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">y nada en el después podrá salvarnos.</div></span><span style="color: #1a1a1a;"><div style="text-align: justify;">Y nada en el después podrá salvarnos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: right;">José Carlos Díaz</div></span></span></div><p style="text-align: left;"><span style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;"><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: "Noticia Text", serif; font-size: 19px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><br /></span></span></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-21313739924070095982023-01-20T09:43:00.003+01:002023-01-20T09:44:54.754+01:00Orfeo, el fulgor y la nada<p> <a href="https://elcuadernodigital.com/2022/06/03/orfeo-el-fulgor-y-la-nada/" target="_blank">Reseña de Orfeo, el fulgor y la nada, de Emilio Amor, publicada en El Cuaderno.</a></p><p><span> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1gpATZ09Sq7qwRchlHne2dLkw5QceHYMnwYvAgbgJYGyAeuosHNidXW9yXGGFmEcIGoUX3JiGPwx8Iin8L5JQ1ly5IXeYhLXX1I7bsD9krMceGNZR8Zkl45c4bSFPga0dyUNPhP0xMgOQ0-JMgPiPL9cP6PxQ2Gq8A7XcmhqyBvG49JfUrA/s321/orfulg.webp" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="321" data-original-width="220" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1gpATZ09Sq7qwRchlHne2dLkw5QceHYMnwYvAgbgJYGyAeuosHNidXW9yXGGFmEcIGoUX3JiGPwx8Iin8L5JQ1ly5IXeYhLXX1I7bsD9krMceGNZR8Zkl45c4bSFPga0dyUNPhP0xMgOQ0-JMgPiPL9cP6PxQ2Gq8A7XcmhqyBvG49JfUrA/s320/orfulg.webp" width="219" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">No siempre una poética sabe que lo es. No siempre una poética es inicio o pórtico de un libro. Puede ocurrir, como en esta última entrega de Emilio Amor, que la poética que desvela cómo se afrontó la escritura de <b><i>Orfeo, el fulgor y la nada</i></b> (editado por Libros del Aire), cierre las páginas del poemario, se concentre incluso en sus dos últimos versos:</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>Y me encontré de pronto</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>Con la materia pura de esta página en blanco.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">El poeta podía haber descrito, como dice en el arranque a ese poema final, la lluvia por las calles de París, porque esa lluvia formó parte de sus viajes, por tanto podía haber descrito su vida, pero algo más poderoso que lo meramente experiencial está en la génesis de lo que Emilio Amor ha fraguado no solo en esta obra, sino en todos sus libros. La atracción por el descubrimiento, el hechizo con que la página en blanco ceba su poesía. Ya lo dejó dicho hace tiempo: «Nunca se sabe qué nos deparará un nuevo poema. Se parte del hallazgo y la sorpresa». Esa es su manera de entender lo que escribe: casi como una revelación a la que los dioses le dictan incluso los primeros versos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Proponerle esas premisas creativas a un aspirante a escritor en el curso de un taller literario, podría confundir su aprendizaje. Entendería quizás ese poeta en ciernes que para escribir bastaría con entrar en trance y desde esa hiperestesia darle rienda suelta a las palabras sobre el papel.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Nada más lejos de lo que en realidad sucede cuando Emilio echa mano de la poesía, por muy cautivo que en esos instantes sea siempre de lo que podría describirse como un «delirio del ánimo». Tanto esa sensibilidad conmovida como el verso alcanzado a su través son fruto de un aprendizaje largo que ha ido enriqueciendo la percepción y el reflejo que de lo percibido se traslada a la página o al lienzo (de la misma pureza se parte en ambos escenarios, literatura o pintura, en los que Emilio ejerce, indistintamente, esa suerte de demiurgia). No se escribe sin leer. No se escribe bien sin haber leído mucho. Y entre ese caudal de lecturas que ha ido, imagino, conformando la manera de ser en la poesía de Emilio Amor, es evidencia que hay diversidad, sí, pero también una querencia pronunciada hacia lo rompedor, hacia los iconoclastas. Esas influencias provienen a menudo de lo que fueron vanguardias literarias, pero también de la originalidad de obras tan singulares como la de san Juan de la Cruz o tan delicadas como las de la poesía oriental. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">El estilo literario de Emilio Amor, más que describir el mundo, más que lamentar o celebrar la vida, que también, busca sobreponerse a la realidad imponiéndole un propósito de belleza: «por eso mi canto embelesa a los ciervos y a los pájaros».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Quizás de ahí viniera esa fijación que mantuvo por el personaje de Stauwton en sus primeras obras (<b>Crónicas de Samuel Stauwton</b> [1999. XIII Premio Cálamo de Poesía Erótica]; <b><i>Canciones de Amor en los Campos de Marte </i></b>[2002]; y <b><i>Transgresión del Edén</i></b>, [2008]); esa fijación por aquel tipo mundano, culto, amante canalla y poeta maldito, que quizás encarnó lo que Emilio Amor hubiera deseado haber sido en una vida anterior, en una época idealizada, donde se honraba el arte y se aspiraba al cosmopolitismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Tras aquella inolvidable trilogía inicial que constituye lo que podríamos llamar la saga Stauwton, tras aquellos primeros libros en los que lo elegantemente mundano se nutría de referencias culturales y se expresaba con una poesía sobre todo deslumbrante, Emilio Amor inició después una fase creativa (con <b><i>Territorio perdido</i></b>, <b><i>Manual de pájaros extintos</i></b> y <b><i>El tránsito y la herida</i></b>) donde los reveses vitales se abrieron paso en unos versos, que, sin menoscabar en ningún momento su voluntad de belleza, las referencias simbolistas y surrealistas o la imaginería pictórica, traslucían una fragilidad íntima muy conmovedora, que inspiró más tarde la escritura de <b><i>Las libélulas sueñan con los ojos abiertos</i></b>, donde se seguían referenciando las certezas aprehendidas sobre lo inevitable, sobre la derrota a que tarde o temprano estamos abocados, pero un libro que alentaba, al tiempo, cierta esperanza y una voluntad inquebrantable de exprimir el instante. Esa era la aspiración: volar durante la escasa vida de que disfruta una libélula.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Bien, pues de algún modo, ese tono expresivo se prolonga en <b><i>Orfeo, el fulgor y la nada</i></b>. No en vano el título alude a un mito griego que descendió a los infiernos en busca del amor que la muerte le había hurtado y que se valió en su vida de la música para conjurar peligros o ablandar corazones. Y no en vano también se alude en ese título a «el fulgor y la nada», quizás como resumen de la propia condición humana. No resulta aventurado entonces interpretar que quien sufrió el zarpazo de la grave enfermedad hace unos años, el memento mori de la vulnerabilidad, tenga desde ese instante muy presente aquel descenso a los infiernos y la dualidad de la vida, que es alguna rara vez gloria y finalmente siempre vacío. «Para decir cosas grandes hay que morir primero», escribía Huidobro en una de las citas con que se presenta el libro. O lo que es lo mismo, venir de los aledaños de la muerte le añade una sabiduría amarga, apremiante, a lo que se escribe.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><b><i>Orfeo</i></b> está dividido en tres partes que más que compartimentos estancos son vasos comunicantes, puesto que la expresión de todo el conjunto, quizás más minimalista que nunca, mantiene en todo momento un tono muy semejante, orbitando sobre los asuntos ya referidos y que no sólo se interpretan a la luz del título elegido para el poemario, sino también del título de sus divisiones: <i>El fulgor y la nada</i> (de nuevo); <i>Los círculos concéntricos</i> (alusivo a la estancia en el averno); y <i>Orfeo</i> (que como figura alegórica que explica intenciones, abre y cierra el libro).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Fijado el asunto, y por orientar la lectura del poemario, uno resaltaría la tendencia a la concisión, ya advertida antes, que le da a la mayoría de los noventa poemas que constituyen el libro una ligereza a veces casi aforística, con versos tan sentenciosos como los siguientes:</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>El reloj da la hora a cada instante.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>El tiempo es una espléndida aventura.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>El duelo es una cruel claudicación en la batalla.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>El silencio es un don</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>que me anestesia el alma.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>Gocemos del tiempo que nos queda.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>Debemos ser modestos y sublimes.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;"><i>El silencio es el drama de los justos.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Tal austeridad expresiva se explica bien a través igualmente de otro verso en el que se advierte del «consuelo en la belleza de lo efímero». Un endecasílabo que es medida reiterada, junto a heptasílabos y alejandrinos, en la métrica de <b><i>Orfeo</i></b>; una métrica que, no obstante, tiende a liberarse de corsés silábicos ante una buena imagen o un acierto expresivo concreto que puedan perder fuerza si se les sometiese a una medida forzada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Por acotar aún un poco más la contextualización de los poemas: espacial, temática, referencial, debe señalarse que el dónde, por ejemplo, nunca está cerca en los libros de Emilio. Como no lo estaba tampoco para los románticos, ni para los simbolistas, ni para el surrealismo. Aquí los lugares son El Cairo, Budapest, una inabarcable África, la isla de Paphos, la bahía de Ushuaia, el Tibet, Islandia, Camagüey, Sangri-La, Valhalla o París. Si la propia biografía del autor se sublima siempre en sus versos, la realidad espacial más cercana se ignora sustituyéndose por un marco de idealizaciones geográficas. Ello es fruto de esa aspiración a la belleza como «objeto único, como último principio», según se escribe en un poema de <i>Los círculos concéntricos</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Y como recurso también de belleza, pero sobre todo de libertad, de rebeldía, suelen ser los versos de Emilio Amor territorio propicio para una fauna no domesticada. Libélulas, cigarras, hormigas, tigres, gorriones, cuervos, equinodermos, palomas, salamandras, gaviotas, mariposas, delfines, lobos, águilas, colibríes, mirlos, aves lira, pelícanos, albatros, ciervos, búhos, murciélagos, vencejos, hienas, quebrantahuesos, zorros y hasta dragones y unicornios, constituyen la particular Arca de Orfeo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Una nave, por cierto, que, a su modo, forma parte también de ese mundo marino tan recurrente en todos los libros de Emilio, donde el mar, los naufragios, las galernas, las olas, las playas, los barcos, los ahogados o los corsarios siempre son alegoría de viaje o aventura, de vida apurada, de espacio abierto y no expuesto a más restricciones que las propias del azar natural.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">Queda, según lo referido, perfilado el escenario que pone fondo a un poemario que en ningún momento discurre a ras de suelo, que siempre evoca la idealización de una naturaleza, de una lejanía, que trasladan la emoción o la vivencia que genera el poema a coordenadas que podrían darse por utópicas, que huye así del infierno órfico y del que fue durante algún tiempo casi real, y que lo hace bajo la tutela de citas cuyos autores (Huidobro, Mallarmé, Vitale, Vallejo, por ejemplo) siempre se han distinguido no por testificar la experiencia, sino por indagar el mundo que el riesgo poético pone al alcance de algunos elegidos, en «una incesante lucha/ contra el extermino del alba», como bien escribe Emilio Amor.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="color: #444444; font-family: trebuchet;">José Carlos Díaz</span></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-59724325413000429722022-06-16T09:38:00.003+02:002022-06-16T09:38:30.363+02:00Atajos & Escaramuzas, de Ricardo Pochtar<p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: right;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><a href="https://elcuadernodigital.com/2022/04/25/atajos-escaramuzas/" target="_blank">Reseña</a> publicada en <i>El Cuaderno</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqTKvv-vIgl6x7k6n4s4VcBisvG6hm56KBmCxQxEHVdla1_KkLszJ7dGMS4g411tG5dFNtm13F3o07qLCAM7uQvrIrViGVtyPKZGQ4KWWXN4Mck-D6NcYdlibgvyzuNUhqx3WPMYk6lr_P51I-WittT7msfGSBfm3wOg7x7TPmkuiGHh0JmA/s1801/AtajosEscaramuzas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1801" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqTKvv-vIgl6x7k6n4s4VcBisvG6hm56KBmCxQxEHVdla1_KkLszJ7dGMS4g411tG5dFNtm13F3o07qLCAM7uQvrIrViGVtyPKZGQ4KWWXN4Mck-D6NcYdlibgvyzuNUhqx3WPMYk6lr_P51I-WittT7msfGSBfm3wOg7x7TPmkuiGHh0JmA/w266-h400/AtajosEscaramuzas.jpg" width="266" /></a></div><span style="font-family: trebuchet;"><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666;">A este hombretón de pelo blanco, decir juicioso y mirada reflexiva, se le cargan los hombros más por la discreción que por los años. Conocido y admirado por sus traducciones (de Sade, Lampedusa, Sciascia, Leopardi o Eco), ha mantenido en paralelo una labor creativa que se ha plasmado en la publicación austera pero impecable de unos cuantos poemarios que deberían haberlo convertido en escritor referencial.</span></div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Su estilo defiende una poesía minimalista que atiende sobre todo a la idea, sosteniendo un ingenioso equilibrio entre el concepto y el destello poético. Esa inclinación le ha llevado a cultivar el aforismo de manera explícita, pero también de modo tácito. No en vano su poesía, como él mismo ha confesado, se ha ido volviendo cada vez más despojada («lo de ponerlo todo me parece un abuso»).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Ricardo Pochtar nació en Buenos Aires en 1942. Allí se licenció en filosofía. En 1974 viajó a Francia para realizar su doctorado. Dos años más tarde, se traslada a Barcelona. Desde entonces fija su residencia en España. Ha sido traductor de organizaciones intergubernamentales (Naciones Unidas, Organización Mundial de la Salud, Organismo Internacional de Energía Atómica, entre otras) y presidente de la Asociation Internationale des Traducteurs de Conférence. En 2010 le dieron el premio internacional de traducción literaria Claude Couffon. Desde 2004 se avecindó en Gijón buscando un clima adecuado para la salud de su mujer. Su obra poética, publicada entre 1994 y 2019, la componen los siguientes títulos: <b><i>Lugar diseminado</i></b>, <b><i>Clinamen</i></b>, <b><i>El tamaño de los días</i></b>, <b><i>En la pizarra de la noche</i></b>, <b><i>El resto del azar</i></b>, <b><i>Beneficio del asombro </i></b>y <b><i>Ars Piscatoria</i></b>. En 2016 publicó una colección de aforismos, <b><i>Pequeñas percepciones</i></b>, y en 2019 <b><i>Suaños de sal</i></b>, una selección de sus poemas traducidos al asturiano por Miguel Rojo. Ha sido antologado en P<b><i>oemas y poetas argentinos</i></b> (2013), <b><i>La doble sombra</i></b> (2014) y <b><i>Los que se fueron</i></b> (2019), así como en diversas revistas de España, Chile y México.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Recientemente, han visto la luz sus <b><i>Atajos & Escaramuzas</i></b> (en El sastre de Apollinaire, Madrid, 2022), un libro, como apunta Julio Obeso en su prólogo, de «paredes limpias, espacios diáfanos, palabras sugeridas». Un libro, añadiríamos, de superficies despejadas a las que asoman sus textos como icebergs que muestran de sí mismos sólo lo imprescindible. La poesía de Pochtar, una vez más, se sobrepone a la intención autoexpresiva y comunicacional que es práctica ordinaria de este oficio literario, para convertirse en un acto esencialmente creativo cuya verdad y justificación no deben buscarse sino en los propios versos, en los propios aforismos, que no pretenden, por tanto, ser un reflejo de nada, sino una imagen <i>ex novo</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Hay, quizás, en esa manera de enfrentarse al poema una actitud de escepticismo, de disconformidad hacia lo trillado, un esfuerzo de artista y no un ensayo de artesano. Al contrario de este, que reincide en la variación, el primero imagina, indaga, se pregunta, como lo hace el propio Pochtar parafraseando a Adorno en <i>Variante I</i>: «¿Cómo se puede escribir/ después de las palabras?»; y hasta ensaya una respuesta que incide, de nuevo en esa vocación inaugural de lo creado: «Tiene que volver de un olvido llegar desde otro idioma/ el poema no puede nacer bien sin esa ausencia». Ahí se encuentra tal vez la única certeza del libro: qué no se quiere que sea el poema.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Por otro lado, estaría el cómo ha de ser formalmente. Y en este punto, el propósito es meridianamente deconstructivo: «El placer de ir quitando/ unos líneas, otros palabras/ hasta que el dibujo o el poema poco a poco amaga un vuelo». Ligereza. Casi silencio: «No gastar el lápiz escribiendo: irlo tallando hasta que el grafito se quede sin palabras». Pero sin que en ningún momento esa simplicidad formal incurra, ni de lejos, en simpleza alguna. Nunca manca <i>finezza</i>, ni estilística ni conceptual, en estos <b><i>Atajos & Escaramuzas</i></b>, que por muy breves, irónicos e ingeniosos que se antojen a primera vista, mantienen el rigor de la mejor literatura, la que no se escribe ni por ni para distracción, sino socavando certezas y exigiendo para ello la complicidad de un lector nunca complaciente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Esa lectura atenta curioseará a buen seguro las referencias que a modo de cebo Pochtar va dejando caer en títulos y citas, en los propios renglones de lo escrito (lo cabalístico, la incertidumbre, el santoral filosófico). Son la escarcha sobre el iceberg que nos pone en la pista de cuál puede ser la naturaleza del hielo oculto bajo la superficie.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Más arriba, a la altura del cielo, los pájaros, que con tanta levedad vuelan en algunos de estos poemas. Trasunto quizás de la ingravidez que se persigue para lo escrito. Que no pese sobre el papel, aunque gane luego cuerpo en la rumia. Y materia, como otras muchas observaciones, de esa naturaleza a la que se alude como argumento desnudo, esencial, descrito recelando del tropo, porque «la metáfora no da más de sí» y «apenas arranca un mordisco de la realidad». De nuevo, la desconfianza sobre las palabras acomodadas a las significaciones recurrentes de la poesía representativa: «Para decir algo se necesitan palabras que todavía no quieran decir nada».</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Una y otra vez, libro tras libro, ese ascetismo expresivo a través del que Ricardo Pochtar pretende la precisión del estímulo, la creación del objeto singular que diga sin recurrir a lo dicho, en una labor que define bien en la Escalera de Sísifo: «Los poemas son tramos de una escalera de Sísifo/ peldaños que se derrumban para volver a empezar».</span></p><p style="text-align: right;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">José Carlos Díaz</span></p><p><br /></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-14704174722633633712022-03-07T10:45:00.005+01:002022-03-07T10:45:45.919+01:00Reset<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgsAwk7OQsr0OTJf7j9Lu5p7NTozu_XyVQyo0popgWZXDdbOJ4mG9vxEpf3TeIhbwoQg_W7AZkS-vEXiHVa42nq0i5Y_YE57Uq-Cx6HYoKjQ_RiVwLvVO46-1AeOPMxqrnc9EMnLMAOIWsX331ZAfGWy_Lj7vPUDFEwdt1SKEI6rOKes7RYvA=s4000" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: trebuchet;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="3000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgsAwk7OQsr0OTJf7j9Lu5p7NTozu_XyVQyo0popgWZXDdbOJ4mG9vxEpf3TeIhbwoQg_W7AZkS-vEXiHVa42nq0i5Y_YE57Uq-Cx6HYoKjQ_RiVwLvVO46-1AeOPMxqrnc9EMnLMAOIWsX331ZAfGWy_Lj7vPUDFEwdt1SKEI6rOKes7RYvA=s320" width="240" /></span></a></div><span style="font-family: trebuchet;"><br /><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666;">Lee uno a diario la crónica de lo que está sucediendo en
Ucrania, las opiniones de quienes dan su parecer sobre cuál es el origen del
conflicto y de qué manera podría acometerse una resolución del mismo, y todo
termina acumulándose en la cabeza como una especie de masa con tropiezos
batiéndose a la velocidad del espanto. Hay quien aboga por la valentía, la
resistencia y hasta el heroísmo desde el confort de un sillón orejero. Hay
quien prefiere la prudencia de la rendición despreciando la dignidad ajena. Todos
etiquetan ideológicamente al sátrapa arrimando el ascua a su sardina. Las
fronteras nunca han sido tan permeables a un éxodo de proporciones tan enormes.
Del mismo modo, la memoria de esas fronteras nunca ha sido tampoco tan frágil
(cuando hasta hace nada era un tránsito imposible para expatriados que
arrastraban su éxodo desde latitudes más lejanas). Y en este panorama de
incertidumbres (al menos para los que abominamos de la soberbia de las verdades
sin réplica), una única certeza: el miedo a la extinción reprime la respuesta
que merecería el asedio ruso. Hemos conducido a la civilización a una
correlación de fuerzas basadas en la amenaza nuclear, y una vez llegados a este
grado de refinamiento cultural, hemos dejado en manos de psicópatas el botón de
la apocalipsis. La pregunta entonces sería: ¿cómo revertir este despropósito?</span></div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">JCD</span></p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-54985617268086586392022-01-24T13:22:00.007+01:002022-01-24T19:32:02.542+01:00El callejón de las fieras, José Luis Argüelles<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjTv4G5Fv27Ma21lT6cCMsXG24HYm_yks-SYuiuCHy21pp1Z0-GTcLSR9gojODlms3xhhumgLmZJrQsHDTNl7B_SBsOuhv_iFxnttkCHL-oiSFmB19Ekl_olUH5csUvywQzc5mTdbeVcjFhRw_llASv2B3Tl6uFale5FzAmETmb80dQ5ZJP2Q=s390" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="390" data-original-width="250" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjTv4G5Fv27Ma21lT6cCMsXG24HYm_yks-SYuiuCHy21pp1Z0-GTcLSR9gojODlms3xhhumgLmZJrQsHDTNl7B_SBsOuhv_iFxnttkCHL-oiSFmB19Ekl_olUH5csUvywQzc5mTdbeVcjFhRw_llASv2B3Tl6uFale5FzAmETmb80dQ5ZJP2Q=s320" width="205" /></a></div><p></p><p class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">“<i>Hay quien
cree, desde un provincianismo inverso, que los periodistas importantes sólo
firman en las páginas nobles de tres o cuatro periódicos madrileños y
barceloneses. Leen poco y mal. Hay también un gran periodismo español hecho
desde las esquinas ciudadanas de la periferia, como enseñaron Cunqueiro y
Delibes, por recordar sólo dos ejemplos notables. La universalidad es una
actitud, según mostró Feijoo sin salir de su celda. Nada que ver con el nombre,
el tamaño o la latitud de un terruño</i>”.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Esto lo escribía
José Luis Argüelles en un artículo de <i>La
Nueva España</i> del 16 de marzo de 2014, glosando la figura de Faustino
Fernández Álvarez, fallecido poco antes. Ese y otros sesenta y seis textos más
componen <b><i>El callejón de las</i></b><i> <b>fieras</b></i><b> </b>(Impronta,
2021), título que fue el de la sección a cargo del periodista y poeta mierense en
ese diario regional desde 2012 a 2016, y compendio que nos ofrece argumentos
más que suficientes como para incluir al propio Argüelles en esa nómina de
periodistas imprescindibles que convierten lo local, como pretendía Miguel
Torga, en universal.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El volumen lleva
por subtítulo <b><i>Prosas de aquellos daños 2012-2016,</i></b> y de eso
trata, de mostrar que en ese período fueron fondo hostigador de la vida que se
va contando los daños de la recesión que el gobierno español de entonces
gestionó al dictado del FMI y del BCE, devastando derechos sociales y
libertades colectivas, convirtiendo deuda privada en pública y ahondando en las
desigualdades entre quienes siguieron enriqueciéndose en la debacle y los que sufrieron
la dentellada de los recortes, la pérdida del trabajo o la merma de su
capacidad económica.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y ello lo hace
Argüelles con la honestidad de quien cree que el oficio periodístico es “<i>contar
a los demás lo que nos pasa a todos sin inmolar a sabiendas la verdad</i>” —y
no es apostilla menor el “a sabiendas” a la vista de lo que se cuece a diario
en la prensa de nuestro país—.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Así pues,
tenemos en </span><b style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>El callejón de las fieras</i></b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> (título que aludiendo a una
calle de Cimavilla, acota en su ámbito la depredación de aquel tiempo) un
mosaico historiado de lo que en esta orilla del cantábrico iba sucediendo
mientras los clarines de la calamidad seguían tocando puntualmente a rebato. Y
todo se refiere desde el compromiso no sólo con la verdad, sino también “</span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">con
las víctimas, con los perdedores de tanta injusticia social y con los creadores
de algún tipo de felicidad genuina</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">” (como alguna vez ha explicado el propio
autor). A lo que uno añadiría, porque así se paladea una vez abierto el libro,
que no sólo se advierte en sus páginas la voluntad de ejercer con honestidad la
crónica de lo que acontece, sino que ello se pulsa además con un impecable
estilo que conjuga el bien decir con la cita oportuna, con la apropiada
referencia culta —que no afectada— y con la evocación, bien traída, del
entrevistador experimentado que ha tenido, a lo largo de su carrera, el
privilegio de conocer y charlar con no pocos y estimables personajes del mundo
de la cultura (muy entrañable resulta, por ejemplo, el recuerdo de su encuentro
con Ana María Matute).</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Por eso del
estilo impecable, del decir con sentido, a la vez que sintiendo con empatía lo
que le sucede al otro, </span><b style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>El callejón de las fieras</i></b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> no es,
como pudiera pensarse de una antología de artículos, un libro para picar aquí y
allá con curiosidad inconstante, sino una obra en la que, una vez inmersos,
vamos pasando páginas casi con la misma avidez del que persigue un desenlace.
Así de bien medidos son los capítulos, así de bien escritos. Quizás, porque
José Luis Argüelles aunaba en esa etapa ya veterana de su profesión la maestría
de quien terminó por ser referente ineludible de la prensa cultural de esta
región, a la vez que, en una vida paralela de dedicación discreta, constante y
exigente, iba urdiendo una trayectoria literaria que lo ha convertido en uno de
los poetas asturianos referenciales.</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">“</span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Los periodistas se agarran al relato de lo
que consideran hechos probados, a los datos, y los poetas cavan en su interior
en busca también de alguna certeza o asidero. La diferencia entre unos y otros
está en el uso del lenguaje y en la relación que tratan de mantener con las
palabras, aunque he leído reportajes, columnas o crónicas que logran el mismo
resultado que la mejor poesía: conmover, emocionar, iluminar</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">.”</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">José Luis
Argüelles explicaba así, en una entrevista publicada en </span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">La Voz de Asturias</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">, la diferencia entre las dos vertientes de su
quehacer; aludiendo, además, a esa excelencia que algunas pocas veces se
vislumbra en ciertos columnistas que aciertan a estremecer el alma de sus
lectores de un modo parecido al que lo hace un buen poema. Pues bien, así lo
consigue, también,</span><b style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> El callejón de las fieras</i></b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">. Léase, por ejemplo, </span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Una tumba española</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">, donde el autor viaja
en laica peregrinación al cementerio donde reposa Antonio Machado en Collioure.
O las evocaciones que en un par de artículos recuerdan la figura de Pachín de
Melás, aquel autor asturianista que “</span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en
una ciudad bombardeada por las tropas franquistas, salvó del fuego los restos
de Jovellano</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">s”. O esa “</span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">manera decente
de ser español</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">”, que Argüelles observa en el proceder del pedagogo
Eleuterio Quintanilla. O esa fidelidad emocionada con que se celebra el
cincuenta aniversario de la </span><b style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Rayuela</i></b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> de Cortázar, esa novela que “</span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">ayuda a entender el amor y las ciudades, el
arte y el fracaso, los mecanismos del deseo y su poesía</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">”.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Se logra, por
tanto, en esta gavilla de buenos artículos, pulsar la emoción a través de las
afinidades con quienes han procurado una existencia o una creación bella y
honesta, a la vez que se desprecia cuando ensucia, malbarata o ultraja la vida
de la gente en aquella España de la recesión, cuando “</span><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">la amenaza económica, una
nueva Harpía más rápida que el viento, se había convertido en la nueva señora
de la casa y había hecho de la política su ilustre fregona</i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">”.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Un libro, en fin, que milita en las palabras que nos ayudan a hacer preguntas y provocar
respuestas, porque como dijo Cyril Connolly, y Argüelles recuerda: “<i>debemos seguir haciendo lo que más nos
guste, como si las ilusiones del humanismo fuesen reales y las realidades del
nihilismo se revelaran como una pesadilla</i>”.<o:p></o:p></span></p><p>
<span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-27701513919670422212021-12-10T09:27:00.000+01:002021-12-10T09:27:11.230+01:00Pedro Luis Menéndez reseña Aire de lugar y gente en Ítaca<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi0aGiBYM0CsInHfONF2rGBHI0vjCw6qBqgrDFwcVR7R3gf4KDMZxDOfvcqsXedR-Ml8oDQLTuXrEcjqKvy2In5GmqroIyUO4W41jdA5li4ySdNREX-rCjUXPGZOOQKArHg_EZtyViDdspMLy2eNuB8WRHeyNE21uYW1KkUy1tx4sJsK0BSOA=s974" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="974" data-original-width="720" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi0aGiBYM0CsInHfONF2rGBHI0vjCw6qBqgrDFwcVR7R3gf4KDMZxDOfvcqsXedR-Ml8oDQLTuXrEcjqKvy2In5GmqroIyUO4W41jdA5li4ySdNREX-rCjUXPGZOOQKArHg_EZtyViDdspMLy2eNuB8WRHeyNE21uYW1KkUy1tx4sJsK0BSOA=w135-h183" width="135" /></a></div>Le agradan a uno unas cuantas cosas de esta revista que dirige Isabel Marina: el entusiasmo que desprende ese matiz al título donde se afirma que "la poesía ayuda a vivir" (un entusiasmo que supongo tiene esas dosis de fervor que defendía Zagajewski y que aunque quizás sea candoroso y hasta pelín hiperbólico, siempre es mejor que la desgana y los desconchones); que se prefiera en su orientación la diversidad a la trinchera; que tenga un formato manejable y limpio; un precio suasorio y unas colaboraciones de interés (lo primordial). Y, ya en lo que nos atañe, que gracias a la impagable reseña de Pedro Luis Menéndez sople en sus páginas mi <b><i>Aire de lugar y gente</i></b>. Así que gracias a Isabel por su revista y a Pedro por sus palabras.</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div> <br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhjDP763Vn1TVx33Npkqy5njPv6QMKz1YmSsRE8j3-aOBVWtKzWxrTbvi8CRYdtyp7vV-Q40zM9YeDAwtj7XL9Y9Vbl9kQhYFJ_k_S6i0zh3NHwBV-rcjwRIWFZIPvIAxdfJgj03ZNfEV9_H8QIZNcyOIxoEWeaC3nSyleOOnePfPlaE3UIEg=s931" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="660" data-original-width="931" height="337" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhjDP763Vn1TVx33Npkqy5njPv6QMKz1YmSsRE8j3-aOBVWtKzWxrTbvi8CRYdtyp7vV-Q40zM9YeDAwtj7XL9Y9Vbl9kQhYFJ_k_S6i0zh3NHwBV-rcjwRIWFZIPvIAxdfJgj03ZNfEV9_H8QIZNcyOIxoEWeaC3nSyleOOnePfPlaE3UIEg=w475-h337" width="475" /></a></div><br /><p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-88630061974866501282021-11-03T10:38:00.002+01:002021-11-03T10:38:39.206+01:00Presentación en Boal de Aire de lugar y gente<p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgozcAX7utEPWySfaCk0sa9xbPDn0gCqojQOSaaFuKhddR7cnCQbqNCkPYVYDcEkSoJ3qJaBwZGlC0iiOfVP7826Kq89CDq4FqWNTV9Guv415NFuUa5p7-tbRtWWdVvbMSDLwDC/s2048/250414505_3246559085556395_1928786106024212356_n.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="2048" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgozcAX7utEPWySfaCk0sa9xbPDn0gCqojQOSaaFuKhddR7cnCQbqNCkPYVYDcEkSoJ3qJaBwZGlC0iiOfVP7826Kq89CDq4FqWNTV9Guv415NFuUa5p7-tbRtWWdVvbMSDLwDC/s320/250414505_3246559085556395_1928786106024212356_n.jpg" width="320" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Que uno se ponga débil por enfermedad inoportuna sólo unos días antes de presentar su poemario en el lugar que le da sentido a lo que en el se escribe y se cuenta, que se llegue con esa flojera al evento y de pronto aquello se convierta en un hermoso encierro emocional, con fotos proyectadas del pasado, y gente querida que te arropa, y voces que leen tus poemas en la lengua de la tierra, sólo puede desembocar en una pérdida absoluta de entereza (por falta de fuerza y acúmulo de impresiones), en quiebro de voz y en lagrimal incontinente.</span></span></p><div dir="auto" style="background-color: white; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En fin, que no podrá decirse aquello de “nos echamos unas risas”, pero sí que fue todo tan endiabladamente epidérmico que no sólo se respiraba verdad sino que la respiramos juntos, que supongo es algo que sucede cuando lo que se escribe se vuelve autobiografía de todos.</span></div><div dir="auto" style="background-color: white; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Fue en Boal, en su Casa de Cultura, el sábado a última hora de la tarde, gracias a Forum 3000, a Verónica Bermúdez, a Marta Fernández por su música, a quienes leísteis mis poemas haciéndolos más vuestros al darles la sinceridad de la lengua propia, a Quique Roxíos (que los tradujo) y a todos los que me acompañasteis en el trago del recuerdo.</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Fotos de Gilberto S. Jardón (gracias también a él).</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">REICES (en traducción de Quique Roxíos)</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Todo era distinto condo na casa había vida,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">condo os muros eran sólidos</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">e sobre el llouxado a pizarra rellucía</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">igual que un plumaxe espeso. </span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El vento i a tormenta</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">non forzaran inda</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nin portas nin cristales,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">non expoliaran </span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">aquel universo íntimo e aislado.</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Nas suas concas vacías,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que foran antes ventás,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">na corte sin bestias,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">na herba sin sega,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nel árbol sin poda,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nas fontes sin sede,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">na terra sin fruto,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nel río sin ponte,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nos cais sin amo,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nel carreiro sin pisada,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">nel silencio sin voces,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sin risas, nin queixas, nin choros,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sin blasfemias nin rezos.</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Nese ingrávido vacío</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que amputou el alento del que foi todo un mundo,</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">móvense como vermes cegos</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">as reices de conto estraño na distancia</span></div><div dir="auto" style="background-color: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">por máis que nunca fora meu.</span></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-91200555221611503732021-08-31T10:32:00.005+02:002021-08-31T10:38:59.907+02:00Aquí, explicándonos...<p style="text-align: justify;"><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><u>Ayer salió en <b><a href="https://elcuadernodigital.com/2021/08/30/entrevista-a-jose-carlos-diaz/">El Cuaderno</a></b> esta entrevista que me propuso Pedro Luis Menéndez, a quien le estoy muy agradecido por la atención. </u></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Hay autores que publican cualquier cosa, esté o no en el nivel que se espera de ellos —incluso entre los consagrados—, y autores que se miran muy mucho a la hora de dar a la imprenta su producción. <span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">José Carlos Díaz</span> (Gijón, 1962) es uno de estos últimos, aunque con el paso del tiempo ha ido consolidando una obra muy íntegra de la que el ejemplo más reciente es </span><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Aire de lugar y gente</span><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;">, </span><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">editado por Trea hace solo unos meses en su colección de poesía. Desde 2006 publica la bitácora digital </span><a href="http://diariosderayuela.blogspot.com/" style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #51a8dd; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><i>Los Diarios de Rayuela</i></a><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;">,</span><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> en la que encontramos las palabras que pronunció en la <a href="http://diariosderayuela.blogspot.com/2021/06/presentacion-de-aire-de-lugar-y-gente_17.html" style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #51a8dd; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">presentación</a> del libro, así como el <a href="http://diariosderayuela.blogspot.com/2021/06/aire-de-lugar-y-gente-en-pieces.html" style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #51a8dd; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">reportaje</a> que sobre el mismo fue emitido en el programa </span><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;">Pieces</span><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> de la Televisión del Principado de Asturias. Más menciones de su </span><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;">Aire de lugar y gente</span><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> encontramos también en la <a href="http://diariosderayuela.blogspot.com/2021/05/carlos-alcorta-resena-aire-de-lugar-y.html" style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #51a8dd; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">reseña</a> de <span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Carlos Alcorta</span> en </span><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;">El Diario Montañés</span><span style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> y en la de <span style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Álvaro Valverde</span> en estas mismas páginas de </span><a href="https://elcuadernodigital.com/2021/05/21/la-casa-de-mi-padre/" style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #51a8dd; font-family: trebuchet; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">El Cuaderno</a><span style="color: #1a1a1a; font-family: trebuchet;">.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Es posible que en los ambientes literarios en que se mueve José Carlos Díaz sea conocido sobre todo —o casi a veces de modo exclusivo— como poeta y, sin embargo, a mí me interesaba acercarme con él a su faceta de prosista. José Carlos tiene tres novelas publicadas y unos cuantos relatos y textos de variada condición tanto en publicaciones electrónicas como en libros colectivos. Estas tres novelas han sido editadas a raíz de la obtención de distintos premios: <b><i>Letras canallas</i></b> (Septem, 2009, Premio Ciudad de Noega), <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b> (Aguaclara, 2014, Premio Salvador Aguilar) y <i><b>Vísperas de nada</b> </i>(FCP, 2017, Premio Castillo Puche).</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">Y por ahí quería empezar. ¿Los premios como proyección, como palanca, o sencillamente para asegurar que el libro sea publicado? No sé, ¿cómo lo ves tú?</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Me temo que todo se reduce a un problema de autoestima. De falta de autoestima, para ser preciso. Siempre he escrito sin tener muy claro si el resultado, en términos de calidad, valía o no la pena. Cuando se trabaja con esa incertidumbre, sin mucha confianza, resulta una osadía llamar a las puertas de una editorial. Creí por eso, hace años, que la prueba de fuego podía estar en el juicio de un jurado. Si unas personas desconocidas, a las que se les supone criterio, avalaban con su fallo lo que uno había escrito, podía concluirse que el esfuerzo iba encaminado. Así que cuando conseguí un par de premios, de cuento y de novela, me pareció más cómodo seguir ese camino con lo que iba escribiendo. Además, no he sido nunca un escritor social, en el sentido más mundano de la palabra, y por tanto, al moverme muy en la periferia de los ambientes literarios, imaginé que no sería fácil que me diesen crédito en editorial alguna. Por lo que, respondiendo a tu pregunta, creo que con los premios perseguí confianza y, a la vez, imprenta para mis cosas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">Porque todos sabemos que hay premios y premios. Que a estas alturas el género no se vende en el arca es sabido por cualquiera, pero a ti que no te gusta nada un exceso de proyección pública, ¿cómo afrontas —también como lector— esta sobrexposición en redes sociales, en firmas, en giras por ferias, sobre todo de autores y autoras muy jóvenes?</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">También por ahí los premios tienen ventajas. Viajas a recogerlos cuando el libro se imprime, cenas entonces con el jurado, firmas unos cuantos ejemplares en la presentación y te vuelves a casa con unos cuantos más para regalar a los amigos. No tienes otras obligaciones. Eso, y lo he vivido ahora con la publicación en Trea de <b><i>Aire de lugar y gente</i></b>, es distinto cuando una editorial apuesta por tu obra. Le debes agradecimiento y, por tanto, promoción a lo editado. Así que, por muy discreto que te pretendas, debes salir de tu zona de confort y exponerte para que el género se venda.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">La sobreexposición a la que aludes tiene obviamente que ver con las facilidades que ofrecen los modernos canales de comunicación, que generan, por un lado, modos creativos cada vez más reducidos y masticables, de modo que su consumo requiera poco tiempo y esfuerzo; y, por otro, y en lo que a la literatura se refiere, y más en concreto a la poesía, el alumbramiento de creadores, a los que, por ejemplo, Carlos Mayoral se ha referido como parapoetas, que aglutinan tal número de seguidores en torno a sus versos Mr. Wonderful que hasta editoriales de prestigio, oliéndose el negocio, han terminado por hacerles hueco en sus catálogos. Cabría albergar la esperanza de que esos versos tan de eslogan de camiseta o taza de desayuno abriesen la puerta a la poesía de verdad, pero me temo que, como con los grafiteros y la pintura, salvo algún Banksy ocasional, lo demás no llegará nunca a ser obra permanente de museo. Le habrá dado color a la vida, que ni es poco ni viene mal, pero ahí quedará la cosa.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">¿La narrativa como complemento? Afirmabas ya en 2007 que te sentías más cómodo con el verso que con la prosa, pero en mi opinión eres también un narrador muy sólido, no un poeta que a veces escribe en prosa, sino un narrador con todas las letras, que sabe utilizar los recursos propios de la prosa, muy diferentes en ocasiones a los del verso.</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">He tenido en ocasiones la sensación de que la poesía estaba al alcance del atrevimiento de muchos. Es demasiado fácil poner ocurrencias en renglones y que pasen a la vista, también de muchos, por poemas, siéndolo solo en el escalafón más rudimentario del género. Así que quizás, no tanto ya por necesidad creativa, como por prestigiar lo que uno pretendía en la literatura, incurrí en la novela. Además, he leído, a lo largo de mi vida, mucha narrativa, y esa proximidad al género me ha permitido abordarlo respetando, al menos eso espero, sus normas básicas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">Por esto de la curiosidad lectora, ¿simultaneas en tu escritura poesía y prosa, va por épocas, obedece a algún impulso concreto?</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">La necesidad de la poesía es de una perentoriedad casi orgánica. Puede llegar con más o menos fluidez, incluso ausentarse por tiempo, pero, tarde o temprano, vuelve. <b><i>Aire de lugar y gente</i></b>, el poemario recién publicado, me obligó a posponer cualquier otro proyecto porque su tono, su estructura y su planteamiento han exigido una dedicación casi de artilugio narrativo. De una manera elemental, desarrolla un planteamiento, un nudo y un desenlace. Todo parte de una muerte. Sigue con un viaje espacial y temporal que indaga en las raíces de quien ha fallecido. Se describen luego las circunstancias de esa pérdida y se concluye con un final moderadamente esperanzado en la vida de quien nos sucede sobre la faz de la tierra.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Pues bien, esa exclusividad que me reclamó <b><i>Aire de lugar y gente</i></b> no ha sido nunca la forma habitual en que he abordado el proceso creativo. La poesía ha ido llegando esporádica pero recurrentemente. Los poemas piden su tiempo, su reposo, su revisión, pero sin que deba renunciarse mientras, si estuviese en marcha, a lo narrativo, que es algo más artesano, más de picar piedra en lo estructural, aunque sustancialmente se le procure la misma literariedad que se persigue con lo poético.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">Antepones a Vísperas de nada esta cita de Coetzee: «Las cicatrices son sitios por donde el alma ha intentado marcharse y ha sido obligada a volver, ha sido encerrada, cosida adentro». Y una de Xuan Bello en tu novela anterior: «La niebla es, más que un estado atmosférico, un sentimiento del alma». Como afirma César Iglesias, ¿es la tuya una sentimentalidad de la herida, que aparece tanto en tu poesía como en tu prosa?</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">La novela <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b> y el poemario <b><i>Aire de lugar y gente</i></b> —quizás también <b><i>Convalecencia en Remior</i></b>—, tienen un tono parecido, un paisaje de fondo similar, unas preocupaciones temáticas bastante afines. <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b> se interroga por qué algunas geografías nos imantan valiéndose de esa añoranza que el ámbito del noroeste peninsular se llama saudade o señardá. Aire de lugar y gente ofrece respuestas a aquella pregunta al afirmar como raíz la tierra de quienes nos dieron al mundo, no por tanto el lugar donde vivimos, sino el paraje natural que formó el carácter, las costumbres y hasta el idioma de nuestros padres. Esa tierra que se nos hurtó por la diáspora de la necesidad es la que se añora, no tanto como Arcadia, sino como identidad singular de la que fuimos privados.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">Las obsesiones de un opositor que protagoniza, en tus palabras, «una alegoría del oficio de escritor», o ese pintor, Héctor Bueres, que personifica en su autorretrato «la proyección de la carcoma que habita en todo hombre», ¿adónde nos llevan más allá de la anécdota de sus vidas?</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Tengo cuatro novelas breves escritas. Tres publicadas. La primera, <b><i>Letras canallas</i></b>, fue un ajuste de cuentas, en tono sarcástico y, por momentos, disparatado, con las circunstancias siempre dañinas que rodean el mundo de las oposiciones (que sufrí durante unos años de mi vida). Pero como todo texto narrativo que se emprende sin atar más que sucintamente sus cabos argumentales, la historia acabó por imponer su criterio y fue fraguando una alegoría del oficio de escritor, siempre mediado por obsesiones, ebrio de palabras, de voces ajenas, con escasa vida propia y, por tanto, dependiente en lo emocional de la forma de sentir y actuar de personajes ficticios. La novela retrata esa doble faz que entraña la adicción hacia lo literario, condenatoria en la ofuscación de cuanto se hace irremplazable, y salvadora al tiempo por la luz esclarecedora que derrama sobre los dramas de la existencia.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Se escribió después <b><i>Vísperas de nada</i>.</b> En una visita virtual al Thyssen, descubrí un retrato pintado en 1926 por un tal Albert Henrich. El retratado era otro pintor, desconocido, llamado Tränkler. Sobre esa imagen, en la que tan hipnóticamente me sumergí, trabé una pequeña historia, ambientada en Madrid, que reflexiona sobre la fidelidad a los principios que inspiran una vida y una obra creativa dignas, sobre la lealtad en el amor y en la amistad.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Por su parte, en <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b> se describen los viajes de un hombre que cada semana, y casi por inercia, se desplaza desde la ciudad hasta el pueblo de sus padres, buscando una identidad perdida en un ámbito agonizante, pero indefectiblemente propio. Se trataba de focalizar el reducido ámbito de la aldea, que eximida de fronteras puede contener el universo, según decía Miguel Torga, para concentrar en ella infierno y paraíso, para ubicar también allí la raíz perseguida.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">La cuarta, <i>Representación</i>, aún sin ver luz, vuelve al mismo espacio geográfico que <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b>. Es fruto de parecidas obsesiones y tiene también mucho que ver con mi último poemario publicado.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">Vuelvo a las relaciones entre tu poesía y tu prosa y puede que se trate solo de mi lectura o de las circunstancias de esta, pero no dejo de preguntarme si una parte de los poemas de Aire de lugar y gente no existían ya de algún modo en la prosa de Aunque Blanche no me acompañe.</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Es una intuición muy atinada. Entre esa novela y ese poemario levantados sobre el mismo terruño hay evidentes imbricaciones. En uno de los capítulos de <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b> se describe el viaje semanal del protagonista a la aldea de su familia como la indagación meticulosa del interior de una matrioshka. A esa especie de Meursault que protagoniza el relato parece que solo pudiera redimirlo en parte del nihilismo más absoluto una reinserción en las raíces. Eso se cuenta con un estilo tan conciso que si alguno de los párrafos se presentase en renglones pudiera quizás pasar por poema de corte narrativo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">En <i>Aire de lugar y gente</i>, partiendo de lo que empezó siendo una elegía por el fallecimiento de mi padre, se indaga en la historia familiar, en el desarraigo generado por las miserias de la guerra civil y en el magnetismo de ciertos lugares afines al alma. Ahí se cierra aquel final abierto de la novela: identificando las razones por las que somos parte de un espacio geográfico que nos conformó por más que nuestro nacimiento ocurriese lejos. Y eso se hace a través de una poesía descriptiva, que además de contar sílabas, cuenta cosas, de tal modo que si algunos de esos versos se escribieran como párrafos, tal vez podrían encastrarse en determinados capítulos de <b><i>Aunque Blanche no me acompañe</i></b>.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><b><span style="font-family: trebuchet;">A los escritores no les gusta demasiado que les pregunten por cuestiones técnicas, pero creo que a los lectores sí nos gusta saber algo de la cocina del autor. ¿Cómo funciona la tuya? ¿Eres de los de sinopsis argumentales, fichas de personajes, localizaciones incluso fotografiadas, o sigues un estilo de escritura más espontáneo?</span></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Al poema no se llega con la sola intención de escribir unos versos. El poema precisa de unas condiciones ambientales y/o anímicas determinadas. La poesía es elegía o celebración. A la primera la precede una pérdida. La segunda se justifica en la dicha. Identificado el acicate, solo si también alcanzamos la predisposición emocional necesaria y nos hallamos en el ámbito adecuado es posible llegar o al menos intentar el poema. Eso y, en mi caso, además, tener a mano un portaminas y un cuaderno. Los poemas siempre los empiezo a lápiz y en rincones de cierto recogimiento o, al menos, con cierta posibilidad de ensimismarme.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Las novelas parten, sin embargo, de una voluntad de construir un relato que, planteadas ciertas preguntas o asumidas ciertas obsesiones, pueda ir ofreciéndonos respuestas a través del propio desarrollo de la trama o del proceder de los personajes. Elaboro una estructura mínima y pergeño unos pocos personajes. Con esos mimbres y sin un final cerrado del todo de antemano, voy escribiendo textos o diálogos que pretendo concisos, pero que a la vez resulten prospectivos, de modo que alumbren por sí mismos —y juro que así sucede— el camino que debe tomarse en las páginas siguientes.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">De <b>Aunque Blanche no me acompañe</b>:</span></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">El sábado dos de marzo tomé el desvío hacia Brocal a las once de la mañana. Crucé el puente sobre el Nereya y subí río arriba. En contra de lo que suele ser más usual —avivar la marcha ante la proximidad del destino al que nos dirigimos— en esos veintiocho kilómetros últimos suelo conducir despacio. Si ralentizo mi recorrido es porque, sabiendo que ese trayecto me transforma, me recreo en las sensaciones de la metamorfosis: un ligero desasosiego, una tristeza placentera, un identificación detallada y casi lujuriosa con los olores, con los sonidos y con el paisaje.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Todo retornado rebusca en su interior hasta encontrar el poso de cuanto fue antes de dejar la patria o la aldea: memoria, lengua y hasta temperamento. La capacidad de volverse un insecto fásmido, confundiéndose con el follaje, puede forzarse o simplemente recobrarse. En el trayecto final de mis regresos al pueblo intento reconocer los tiempos y las señales de la recuperación en ese lento camuflaje que arranca a orillas del mar y se va desplegando al remontar el curso del río con un gesto tan aparentemente intrascendente como silabear el nombre de los pueblos con que me tropiezo al paso. Hay en todo ritual, mágico o religioso, ciertas letanías insoslayables que predisponen al trance. Los topónimos del espacio geográfico al que tan ligado me siento, cuando más que pronunciados se recitan, como versos bien medidos, se convierten en mi propio mantra de inmersión en el lugar.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Mientras conducía, pensaba esa mañana que estos viajes son como indagaciones meticulosas del interior de una matrioska. Yendo de la gran muñeca inicial que contiene la ciudad a la última y minúscula figura en la que solo cabe la casa familiar; yendo del universo que es capaz de albergar una serie menguante de mundos al reducto irrespirable que no solo no puede abrirse sino al que en su pequeñez ni tan siquiera se le puede dar forma y rasgos precisos: muñequita sin cintura, hueso amargo. Todo el aire liberado del resto de las matrioskas gira por eso como polvo estelar en torno a la pieza indivisible, todo el contenido extraído a los cuerpos demediados flota sobre el vasto espacio que me acerca a Brocal.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">He interpretado a veces esa metamorfosis como una reversión de Gregor Samsa. Me perdí en la vida que tengo. No me satisface. Estoy además seguro de que solo renunciando a toda ambición se puede arañar la felicidad. No, no es que me vuelva mariposa en la aldea, pero dejo al menos de ser por unas horas el insecto que me siento de costumbre.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Cuántas veces nos han subyugado esos encuadres fotográficos, fílmicos o pictóricos, esas visiones de las que inesperada y ocasionalmente somos testigos, en que, por ejemplo, una hipnótica vela hinchada por el viento surca en la lejanía el inabarcable horizonte marino, o un hombre pesca en la más absoluta soledad de un acantilado al atardecer, o un correo del zar galopa en la vastedad de la tundra llevando en las alforjas un diálogo de grafías entre mundos distantes. Los territorios nos susurran a veces cosas sobre nosotros mismos de las que casi nada sabíamos, pero tras las que andábamos por una intuición que es tan redentora como autodestructiva.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;">Así me siento yo. En eso me convierto en los regresos. Mancha en la nada, candil en la oscuridad, nave en el océano, última de las matrioskas, muñeca cerrada sobre el átomo que la constituye, expuesta a la naturaleza y, a la vez, al poso mismo en el que el alma decanta lo que poseemos, el bien y el mal que nos habita.</span></span></p></blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: trebuchet;"><i><br /></i></span></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="singlepost-wrap cf" id="singlepost-wrap" style="border: 0px; box-sizing: border-box; color: #1a1a1a; font-family: Kanit, sans-serif; font-size: 16px; margin: 0px 78.9375px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;"><article class="post-57260 post type-post status-publish format-standard has-post-thumbnail hentry category-entrevistas tag-a-m-trankler tag-aire-de-lugar-y-gente tag-albert-henrich tag-aunque-blanche-no-me-acompane tag-alvaro-valverde tag-banksy tag-carlos-alcorta tag-carlos-mayoral tag-convalecencia-en-remior tag-jose-carlos-diaz tag-letras-canallas tag-los-diarios-de-rayuela tag-metapoetas tag-miguel-torga tag-pedro-luis-menendez tag-visperas-de-nada" id="post-57260" style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; position: relative; vertical-align: baseline;"></article></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-77714744011658996132021-08-10T09:42:00.005+02:002021-08-10T09:45:54.237+02:00Una elegía por todos nosotros. Hilario Barrero lee Aire de lugar y gente.<p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: trebuchet; font-style: inherit;">Reproduzco agradecido la reseña que Hilario Barrero ha escrito de </span><i style="background-color: white; color: #666666; font-family: trebuchet;"><b>Aire de lugar y gente</b></i><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: trebuchet; font-style: inherit;"> en su blog, </span><i style="background-color: white; color: #666666; font-family: trebuchet;">Cuaderno de Humo.</i></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-size: 1.93333rem; font-style: inherit;">Una elegía por todos nosotros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHyK_KOqxaobh2Gemsr65BNJ72NBvzKXCAylekV0glKIJ6PPYHxupsoFE_2J_kuuL7IJjxwgyGpczjo1xQGfqKfdYKSTmJygY3Ui7LfmfGQvMYEZaZak7ZVBDL_qABTLChwcU6/s640/IMG_0714.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="411" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHyK_KOqxaobh2Gemsr65BNJ72NBvzKXCAylekV0glKIJ6PPYHxupsoFE_2J_kuuL7IJjxwgyGpczjo1xQGfqKfdYKSTmJygY3Ui7LfmfGQvMYEZaZak7ZVBDL_qABTLChwcU6/s320/IMG_0714.jpg" width="206" /></a></span></div><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">El primer poema, “Lugar y gente” nos abre el camino. Lo que el poeta intenta hacer es “</span><i style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">Dibujar en la niebla, / como un niño, / con sus mismos trazos elementales, / la forma de una casa. // Y dibujar a su lado luego / la sombra de quien la habitó un día / y la reconstruye ahora / llenando los vacíos de ese esbozo / con ventanas abiertas hacia el río / y bajo el humo de una leña que arde / y da noticia / de que la vida quizás ha vuelto. // Y dibujar además un aire / -si acaso el aire se dibuja- / que sea el del lugar y el de su gente</i><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">”.</span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">De entrada nos queda claro para lo que sirve la poesía: Para sentir lo imposible, para que veamos cómo el poeta puede dibujar el aire, un aire del lugar, el que respira su gente. Para reconstruir vidas, historias, luces y sombras.</span></p><p style="text-align: justify;"><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i>Aire de lugar y gente</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;"> es un libro sin trampa ni cartón. Nada de alardes en la cuerda floja de la metáfora, nada de malabarismos en la dinámica del ritmo, ni un asomo de magia, nada de “Señoras y señores: ahora lo ve y ahora no lo ve”. Ya desde el título, </span><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i>Aire de lugar y gente</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">, es eso: un retablo de carne y hueso, de gente como nosotros que vive en un lugar donde hay ciruelas amarillas, días dorados, un árbol que crece y habla, un lavadero… Un libro que encierra un universo completo de emociones, esperanzas, recuerdos, sentimientos, vida y muerte. Lo que debe ser la poesía, la poesía que no engaña, que te ayuda a vivir, a ser mejor, a disfrutar de la vida.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">Hay libros de poesía que uno deja a su lado por tiempo y los lee y los goza y tiene miedo de escribir algo sobre ellos porque a menudo uno no puede dejar escrito todo lo que siente. Este es uno de ellos. Y lo es porque es un libro escrito por necesidad, no por publicar o añadir un titulo más al curriculum de poeta. Por todo el libro fluye un rio sentimental que sabemos va a desembocar en el mar de la emoción. Un rio en cuyas orillas encontraremos rostros, nombres, tierra, sombras y luces. Junto a la emoción, a la evocación de un “pueblo” (y eso le da al aire un doble valor) encontramos “</span><i style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">una biografía</i><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">, -dice César Iglesias- </span><i style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">no solo del autor y los suyos, también la de un tiempo de demoliciones y la de una tierra desolada</i><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">José Carlos Díaz (Gijón, 1962) es miembro fundador del Grupo Poético Cálamo, editor de la bitácora </span><i style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">Los diarios de Rayuela</i><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">. Ha publicado</span><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i> Velar la arena</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">, </span><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i>La ciudad y las islas</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">, </span><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i>Contra la oscuridad</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;">, </span><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i>Convalecencia en Remior</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;"> y </span><b style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; text-indent: 60px;"><i>Cantata de los días tasados</i></b><span style="background-color: white; color: #666666; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;"> con el que obtuvo el Premio de Poesía Ramón de Campoamor en 2017.</span></p><div class="entry-content clear" itemprop="text" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: inherit; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px 0px 1.6em; outline: 0px; padding: 0px; text-indent: 60px; vertical-align: baseline;"></p><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-style: inherit; font-weight: inherit;">El libro está dividido en cinco partes, cinco tablas de un retablo civil: “Hacia”, “Flashback”, “Lugar (y gente)”, “René, mon pére”, y “Después”. La parte dedicada al padre del poeta, compuesta de veintidós poemas, es, no solo la más intensa y, para uno, la parte más honda, sino también es una biografía sentimental, una “novela” en verso, una crónica de una época y de un modo de vida. Que sirva este poema, “Día de boda”, como muestra de la simple grandeza de este libro que uno piensa es imprescindible:</span></div><span style="color: #666666;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-style: inherit; font-weight: inherit;"> </span></div>EL baile de una tarde de boda.<br style="box-sizing: inherit;" />Las costuras alegres de unos trajes de fiesta.<br style="box-sizing: inherit;" />La salud despreocupada de la risa.<br style="box-sizing: inherit;" />Era mayo y lucía el sol.<br style="box-sizing: inherit;" />El amor venia todavía<br style="box-sizing: inherit;" />envuelto en papel de regalo.<br style="box-sizing: inherit;" />Mi padre era feliz.<br style="box-sizing: inherit;" />Brindaba con champán<br style="box-sizing: inherit;" />y palmeaba la espaldas a sus amigos.<br style="box-sizing: inherit;" />Juntos fumaban cohíbas de estraperlo<br style="box-sizing: inherit;" />en la terraza del Bellavista.<br style="box-sizing: inherit;" />Volvía luego él a donde la música,<br style="box-sizing: inherit;" />con ganas de ceñir el talle de mi madre<br style="box-sizing: inherit;" />el ritmo de pasodoble.<br style="box-sizing: inherit;" /> <br style="box-sizing: inherit;" />El baile de una noche de boda.<br style="box-sizing: inherit;" />Como un collar bajo una lupa,<br style="box-sizing: inherit;" />se encendían las luces del paseo.<br style="box-sizing: inherit;" />La vida nos engañaba dulcemente<br style="box-sizing: inherit;" />con aquel pasillo iluminado<br style="box-sizing: inherit;" />por que hubiésemos jurado<br style="box-sizing: inherit;" />que nunca nos alcanzaría lo oscuro.</span></div><div class="entry-content clear" itemprop="text" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: inherit; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-align: justify; text-indent: 60px;"><br /></span></div><div class="entry-content clear" itemprop="text" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: inherit; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-align: justify; text-indent: 60px;">Si el primer poema nos daba el guion para seguir la mecánica del libro, al final, en “Apunte al margen…” nos da noticia de que fue el despojo lo que alentó el libro. “No de otra manera se siente la muerte. Mi padre falleció en enero de 2018. Los poemas a él dedicados fueron una manera prolongada de duelo. Enterrar sus cenizas allí donde había nacido en ayudo a reflexionar sobre el desarraigo de una vida que quise reconstruir levantando de nuevo los muros derruidos de la casa que fue la de su infancia. Un lugar al que se llega remontando un rio…”</span></div><div class="entry-content clear" itemprop="text" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: inherit; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><b style="color: #666666; text-indent: 60px;"><i><br /></i></b></div><div class="entry-content clear" itemprop="text" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: inherit; font-family: -apple-system, BlinkMacSystemFont, "Segoe UI", Roboto, Oxygen-Sans, Ubuntu, Cantarell, "Helvetica Neue", sans-serif; margin: 0px; outline: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><b style="color: #666666; text-indent: 60px;"><i>Aire de lugar y gente</i></b><span style="color: #666666; font-style: inherit; font-weight: inherit; text-indent: 60px;"> es, también, una elegía por todos nosotros los que tenemos que remontar un río que siempre llega al mar.</span><p style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-indent: 60px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666;"><br /></span></p><p style="border: 0px; box-sizing: inherit; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: right; text-indent: 60px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666;">Hilario Barrero</span></p></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-12419566049907457342021-07-23T13:35:00.007+02:002021-11-03T10:39:57.065+01:00Tiempo de amor y mar, de Francisco Álvarez Velasco<p> <span style="background-color: white; color: #666666; font-family: trebuchet; text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">Las dos orillas</span></b></span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;">/ por <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">José Carlos Díaz </strong>/</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Publicado en <a href="https://elcuadernodigital.com/2021/07/23/tiempo-de-amor-y-mar/">El Cuaderno</a></span></p><p class="has-drop-cap" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">«La palabra del hombre/ hacia la muerte/ comienza en aquel cuaderno de rayas y se tuerce en los versos/ con que abres/ la trocha entre las ramas de la página blanca», escribía Francisco Álvarez Velasco en <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Memoria de la sombra</em></strong>, de 2010. Ese recorrido al que hacía referencia une hoy, insoslayablemente, las orillas desde las que se escribe su nuevo poemario, <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de amor y mar</em></strong><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">. </em>Que Eolas, una editorial leonesa, haya publicado los últimos tres libros de Paco Velasco al tiempo que él, a sus ochentaiún años, lleve afincado en Asturias más de media vida ilustra una dualidad geográfica que, creo, ha gobernado su vivir y su decir. Ambos lugares, Asturias y León, se pueden arrogar el derecho a considerar suyo a un escritor que ha ido haciendo en su obra doble patria. La del recuerdo, la de la infancia, la de la fundación de su vida y de su obra, a orillas del Órbigo; y la del magisterio docente, la de la escritura, la de la vida en común con su compañera durante tantos años, la de las hijas, la del mar, a orillas del Cantábrico.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">De nuevo, tras esa bella aliteración heptasílaba del título que es <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de amor y mar,</em> Francisco Álvarez Velasco resume los temas que le han venido obsesionando en toda su obra: la fugacidad de la existencia, la memoria de la raíz, el amor, las incertidumbres de la muerte y el diálogo con la naturaleza. A tales asuntos cabría añadirles esa rara habilidad para el cambio de registro poético que permite a Paco escribir con la esencialidad y ritmo que requiere la poesía que se recita para el oído infantil.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy8GllLl_XdFWaGcu5A0Ge3SJ7mlKmu94Sm1npwHZUt90DZsjlDAU3RaVWcLZM-JbyU0HuM1ZAjEOKJSkvYtvmOaByYTo0QmT4ptUJQm8c-pAk16RSAgy9_i7-RZr9na2XvlV4/s2048/DSC_0679-3.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><img border="0" data-original-height="1257" data-original-width="2048" height="331" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy8GllLl_XdFWaGcu5A0Ge3SJ7mlKmu94Sm1npwHZUt90DZsjlDAU3RaVWcLZM-JbyU0HuM1ZAjEOKJSkvYtvmOaByYTo0QmT4ptUJQm8c-pAk16RSAgy9_i7-RZr9na2XvlV4/w541-h331/DSC_0679-3.jpg" width="541" /></span></a></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span><div class="wp-block-image" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1em; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Este nuevo libro, antes de dar paso a las cuatro partes en que se divide, comienza con un pórtico de sesenta y ocho versos que, introducido por una cita de <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">César</strong> <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Vallejo</strong> (¡siempre César Vallejo en la obra de Francisco Álvarez Velasco!), mantiene esa dualidad apuntada al principio. Una dualidad geográfica y vital que toma la forma de dos orillas: una, junta al mar, y otra, junto a la infancia. La primera acuciada por el recelo de una edad sin dioses que nos sitúa frente a una perspectiva de final de vida llena de tantos enigmas como el propio mar —del que sabemos poco, del que solo nos llegan «sucias señales»—. La segunda ubicada en «aquel buen territorio/ cuando empezó la vida», del que arrastra la memoria pecios que son siempre más limpios y entrañables que los acarreados por las mareas, porque aquellos dan señal de un tiempo feliz y de una naturaleza cómplice.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">«A mi edad —me confiesa Paco— pretendía hacer un balance de mi existencia, con la intención de que fuese mi último libro. Sin embargo, después he escrito y estoy escribiendo tanto, para algo puede servir tal vez la pandemia, que hay suficientes poemas para otro libro más voluminoso. Y eso a pesar de que trato de reprimir ese impulso, porque si hay alguna cualidad en mi condición de poeta, es la de la duda y junto a ella, la de la reescritura».</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Le hablo de esa intuición interpretativa a la que uno aludía antes, que tiene como referencia esas dos orillas, geográficas y vitales leonesas y asturianas. Parece él estar de acuerdo: «Sin duda alguna desde esas dos orillas se ha ido escribiendo mi obra. Pero habría de añadirse también la presencia de La Mancha: diez años de estancia entre Ocaña y Tarancón tienen que dejar a la fuerza muchos posos. Mi primer libro,<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de maldición</strong>, </em>le debe mucho a aquellas tierras. Pero también hay en el libro guiños a China, a donde viajé y que está presente en los poemas <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Domus clausa</em> y <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">En un santuario de Guan Yin».</em></span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Al margen de esas influencias geográficas, la poesía de Paco Velasco ha mantenido siempre, sobre todo, una impronta existencial, de compromiso, más que político, humanista. Quizás le haya influido para que así sea el contacto en su juventud con los autores de <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Claraboya, </em>o la propia militancia política que vino luego, o la obra de poetas tan señeros y que siempre tiene presentes, como Vallejo, <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Machado</strong> o <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Gelman</strong>. </span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">«Todos los que señalas </em>—explica— <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">han estado y siguen estando siempre muy presentes en mi obra. César Vallejo me dio el primer empujón. Un concurso que en los años setenta llevó a cabo la prestigiosa revista </em>Camp de l’Arpa, <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">cuyo premio era la publicación mensual del mejor poema recibido entre los miles que solían llegar, me dio cierta seguridad y la decisión de ponerme a escribir con rigor. A partir de ahí, llegó el contacto con <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Juan Fernández Lera</strong> y otros poetas que publicaban la revista </em>Nos queda la palabra,<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> donde en cada número aparecía un poeta consagrado y un novato. Más tarde, desde ese grupo, se editaron libros dentro de una colección a la que le dieron el nombre de </em>Taranto<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">, título que se correspondía con el del primer número de la serie, que fue obra de Félix Grande, y que era un homenaje a César Vallejo. Y ahí se publicó también mi primer libro: </em><strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de maldición</strong>. <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Cuando estaba en julio de 1979, después de una agotadora jornada de trabajo en la hierba, llegó un poeta asturiano a verme, <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Juan José Ordóñez</strong>, que pertenecía a aquel grupo, trayendo consigo mil ejemplares de mi libro —así de generosos eran los de</em> Nos queda la palabra—. <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Respecto a </em>Claraboya,<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> la relación fue muy estrecha, especialmente con Agustín Delgado. Participé en la fundación de la revista, pero me fui pronto a Madrid. Desde allí envié para el primer número un poema firmado con el pseudónimo de Buchaca y para los dos siguientes sendos poemas del danés brigadista internacional <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Gustav Petersen</strong>, que murió en la batalla del Ebro. Yo, por supuesto, no sabía danés, pero compartía piso con un estudiante de Dinamarca, que me ayudó en la traducción».</em></span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Este <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de amor y mar,</em> le observo, llega después de una incursión en el aforismo, fue con <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Y, de pronto, un pájaro</em></strong> (Eolas, 2018), y tras una novela, <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Incursión y muerte del demonio Meridiano</em></strong> (Eolas, 2020). Supone uno que porque en esos dos libros anteriores, además, de un ejercicio de estilo, se trataba de abordar una propuesta creativa específica a la que el verso no daba respuesta. Y algo así parece sugerir también Paco cuando describe sus aforismos como «chispazos de pensamiento surgidos de una lectura, de palabras oídas en la calle, de la duermevela, galladuras a veces de un poema»; cuando recuerda que con su novela <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">—El demonio Meridiano— </em>«pretendía hacer un ajuste de cuentas con mi niñez y un homenaje a las gentes de mi pueblo en la posguerra. Y quien la haya leído podrá comprobar que muchos motivos del poema <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">La violencia de las horas</em> están presentes en la novela».</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">La primera de las cuatro partes que siguen al <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Pórtico</em> de <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de amor y mar</em>, titulada <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Qué nos dices, ¡oh mar!,</em> parafraseando a Vallejo, se abre con un poema puente que une «la seca soledad» y «el alto manantial». Son unos versos que no sólo rinden tributo a Carmina, la compañera de tanta vida, sino que entiendo refieren un tránsito de edad y de destino. Paco llegó a Asturias en los años setenta con plaza de profesor en el instituto Jovellanos; y ejerce hace muchos años de paisano asturiano desde su refugio en una aldea piloñesa; y de poeta de aquí, muy de aquí, con su pronta integración en los círculos literarios gijoneses. El recuerda así cómo fue su llegada a esta tierra:</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">«Mi arraigo en Asturias empezó en 1974 a través de Carmina. Fuimos compañeros de filosofía en Madrid y pronto novios. En julio yo cumplía las milicias universitarias en La Granja. Después de la jura de bandera, daban cuatro o cinco días de permiso. Llegué a Asturias haciendo </em>autostop. <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">La inmersión fue de lleno en Fuentes de Anayo, donde vivían mis futuros suegros. Allí descubrí la niebla, el </em>orbayu, <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">los bosques, la hiedra, las fuentes…, un paisaje que me impactó tanto que dio lugar a </em>El viejísimo jugo de la tierra.<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> Y también descubrí ¡la mar!, en Colunga, una mar que veía por primera vez. El contacto con los poetas gijoneses empezó con <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Álvaro Díaz Huici</strong>, quien conocía mi primer libro por sus relaciones con los integrantes de </em>Nos queda la palabra.<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> Le presenté el manuscrito de </em>Del viejísimo jugo de la tierra <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">y la primera intención de Álvaro fue publicarlo en Noega, pero problemas editoriales frustraron el proyecto. El libro terminó entonces publicándose en la colección Deva del Ateneo Obrero, del que yo ya era socio. A través de Álvaro conocí a <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Fernando Menéndez</strong>, a <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Pedro Luis Menéndez</strong> y a <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Rosa</strong> <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Espada</strong>. En el Ateneo la relación con <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Xosé Bolado</strong> fue muy estrecha. Los jueves había tertulias literarias a las que acudían muchos poetas».</em></span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Abrimos la segunda parte del libro, <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Esta orilla,</em> donde se convocan ausencias, se recorre el curso de las estaciones, se cita en un par de ocasiones a <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Eugénio de Andrade</strong> —quizás una referencia menos acostumbrada que la de Machado, le apunto, al que <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">sobrescribes</em> en un bello poema titulado <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Coplas del resignado</em>—; hay algún leonesismo hermoso como la palabra <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">adiles;</em> un poema memorable como <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">La violencia de las horas —</em>al que el propio Paco ya se refirió antes<em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">—</em> y que, muy posiblemente, le vaticino, muchos lectores señalarán como la auténtica cima creativa de esta obra; y hasta se convoca al fantasma de Lady Godiva. Por tanto, aun manteniendo un tono afín en el decir, se manifiesta diversidad en el asunto. Ello me lleva a plantearle dos cuestiones. La primera sobre la propia intención que alentó lo recogido en <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Esta orilla</em>; y la segunda, sobre cuál es su proceder habitual en la estructuración de los poemarios. Paco me revela «esta parte se fue organizando en torno a la presencia de la muerte. El título viene del mito del Río Leteo y del verso de Quevedo incluido en el soneto <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Amor constante más allá de la muerte:</em> “de esotra parte en la ribera”. Por lo tanto, conviven en <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Esta orilla </em>Eros y Thánatos». Por lo que respecta a cómo ordena los poemas en sus libros, Paco relata que «nunca he tenido un proyecto previo. Cada poema, al principio, tiene su propia entidad y autonomía. Y cuando se van sumando para hacer un libro, viene el trabajo de arquitectura, que no es muy costoso porque mi poesía se mueve por los universales del sentimiento, la añoranza del paraíso de la infancia y la solidaridad con los desfavorecidos».</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Hay también en este tramo del poemario, le hago notar, unas cuantas y diversas manos. La mano como depositaria de la voluntad, como puente de amor, de amistad o de fraternidad, como cartografía que despliega las líneas del futuro. La mano mendiga, suplicante. Las manos campesinas, o de poeta, o de amante, o de padre. La mano ofrecida para escapar de la oscuridad de los pozos. Las manos, alas de paloma. La mano de Valente (compartiendo la vida). La mano de Machado (compartiendo el camino). «Es un motivo redundante en mi poesía<strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">. </strong>Aparece, por ejemplo, en<strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> Gregor Samsa frente a la ventana</em></strong><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> </em>con un tríptico titulado Manos. Y funciona en todos mis libros con abundante intertextualidad personal».</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En el siguiente capítulo, <strong style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Jardín de infancia</em></strong><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">,</em> dedicado a Luna, su nieta, se escribe una poesía musical, aparentemente infantil, pero muy de oficio, que toma como base formas clásicas tanto de la poesía popular como de la poesía culta, y que tiene a veces un tono muy lorquiano. Está emparentada con tres libros anteriores: <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tres tigres por un trigal, La luna tiene una liebre</em> y <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">El libro de las vocales.</em> Paco ha dicho en alguna ocasión que fue niño allí en Cimanes del Tejar, su pueblo a las orillas del Órbigo, en «una casa sin libros, como la escuela a la que acudí, en la que apenas los había tampoco. Mis primeras lecturas literarias fueron los cuentos de Calleja que me regalaba mi madrina». Quizás venga de esa memoria ese afán por escribir también para los más chicos, aun aquí, en el corazón de un libro tan existencial como <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Tiempo de amor y mar:</em></span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">«Por una parte, quería que este Jardin de Infancia sirviera para descargar la tensión existencial, algo así como un “allegro”. Pero también que se mantuviera, aun en esos versos, la presencia de la muerte a través de las pateras, de la crueldad infantil, del recuerdo, una vez más, de la perra Lola o del gallo de la veleta que “quiere quebrar albores” para salir de la noche (la muerte)».</span></em></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Esas incursiones en la literatura infantil han tenido, además, versiones en asturiano. Ese largo afincamiento en estas tierras le ha procurado a Francisco Álvarez Velasco una comprensión cómplice con la reivindicación de la lengua asturiana, que no sé si incluso le convierte en defensor también de su cooficialidad. «¿Reivindicación? —exclama Paco, con cierta sorpresa—. He demostrado mi compromiso con el asturiano con tres libros bilingües traducidos por mí, aunque con alguna ayuda. En cuanto a la cooficialidad, aparte de la estatutaria, sobre la que el tiempo dirá, creo que no será nada fácil en cuanto a la oralidad».</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Al tramo final del libro se le da por título <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Durar como el adobe</em>, y echa mano de la memoria y de la tierra: «Mejor morir como el adobe/ que el aire, el agua, el sol/ y el tiempo desordenan/ en barro,/ en limo,/ en paja». El poema que cierra el libro, <em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Final,</em> es una especie de sobrecogedor epitafio que me obliga a plantearle si ha merecido —si está mereciendo— la pena la vida por la poesía o si a poesía se escribe para proclamar que la vida merece la pena. Contundente, se apresura a responder afirmativamente a la segunda de las propuestas formuladas: «Mi poesía, como mínimo, afirma la vida ante todo, pero eso implica luchar contra la muerte con la única arma: prolongar la memoria de los que nos amaron en vida hasta que lleguen inevitablemente “los puñados de ceniza”».</span></p><h1 style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: normal; hyphens: auto; line-height: 1.2; margin: 0px; padding: 6px 0px 9px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: small;">Selección de poemas</span></h1><h2 style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: normal; hyphens: auto; line-height: 1.2; margin: 0px; padding: 6px 0px 9px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: small;">Las dos orillas</span></h2><p class="has-text-align-right" style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; text-align: right; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Qué nos buscas, oh mar…<br style="box-sizing: border-box;" /><em style="border: 0px; box-sizing: border-box; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">César Vallejo</em></span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Hoy he visto que el hombre<br style="box-sizing: border-box;" />se encoge y curva un poco<br style="box-sizing: border-box;" />por el costado izquierdo,<br style="box-sizing: border-box;" />porque su cuerpo alberga<br style="box-sizing: border-box;" />un corazón de piedra,<br style="box-sizing: border-box;" />un buen lastre que ayuda<br style="box-sizing: border-box;" />cuando el río lo empuja hasta la mar.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">De la mar, sin embargo,<br style="box-sizing: border-box;" />pocas cosas sabemos:<br style="box-sizing: border-box;" />que se nutre del hombre<br style="box-sizing: border-box;" />y de la tierra y sus arroyos<br style="box-sizing: border-box;" />y de las deyecciones<br style="box-sizing: border-box;" />de todas las ciudades<br style="box-sizing: border-box;" />que a veces nos devuelve.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Desde la mar nos vienen las gaviotas,<br style="box-sizing: border-box;" />que lanzan excrementos<br style="box-sizing: border-box;" />sobre calles y plazas<br style="box-sizing: border-box;" />y arrojan sus chillidos<br style="box-sizing: border-box;" />salvajes en la noche<br style="box-sizing: border-box;" />contra el dulce soñar de los que duermen.<br style="box-sizing: border-box;" />Y en las mares remotas,<br style="box-sizing: border-box;" />algún cadáver niño.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Son las sucias señales<br style="box-sizing: border-box;" />de esa orilla.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">La vida es como es<br style="box-sizing: border-box;" />y no vienen al caso<br style="box-sizing: border-box;" />los empeños del hombre.<br style="box-sizing: border-box;" />(En cambio, de la muerte<br style="box-sizing: border-box;" />nunca se sabe<br style="box-sizing: border-box;" />porque nadie ha vuelto,<br style="box-sizing: border-box;" />excepto el hermano de María y de Marta<br style="box-sizing: border-box;" />y aquel de Nazaret, al cabo de tres días,<br style="box-sizing: border-box;" />pero nada dijeron).</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y tú oyes los chillidos<br style="box-sizing: border-box;" />de las sucias gaviotas<br style="box-sizing: border-box;" />voraces en el ábrego<br style="box-sizing: border-box;" />que muerde las esquinas.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En la fachada al norte<br style="box-sizing: border-box;" />está la sombra fría,<br style="box-sizing: border-box;" />la ansiedad insaciable de la mar<br style="box-sizing: border-box;" />que hasta aquí llega.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">¿Qué te ofrecen los años por venir,<br style="box-sizing: border-box;" />el incierto futuro?</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y si acaso algún dios te queda, nada<br style="box-sizing: border-box;" />vendrá a entregarte<br style="box-sizing: border-box;" />(bien sabido es de todos<br style="box-sizing: border-box;" />su silencio,<br style="box-sizing: border-box;" />aguardando a los dados del azar).</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Mejor, vuelve al principio<br style="box-sizing: border-box;" />—aquel buen territorio<br style="box-sizing: border-box;" />cuando empezó la vida—.<br style="box-sizing: border-box;" />Vuelve a los álamos,<br style="box-sizing: border-box;" />junto a la fuente fría;<br style="box-sizing: border-box;" />al crepitar ardiente del centeno,<br style="box-sizing: border-box;" />a los ojos aquellos que miraban<br style="box-sizing: border-box;" />y miraban atentos<br style="box-sizing: border-box;" />debajo de los puentes<br style="box-sizing: border-box;" />cómo el agua corría,<br style="box-sizing: border-box;" />limpia y clara,<br style="box-sizing: border-box;" />en su eterno pasar.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y escucha nuevamente<br style="box-sizing: border-box;" />con aquellas orejas<br style="box-sizing: border-box;" />de la infancia<br style="box-sizing: border-box;" />sonar tu corazón<br style="box-sizing: border-box;" />y el murmullo infinito<br style="box-sizing: border-box;" />del río en su camino,<br style="box-sizing: border-box;" />la risa de los sauces,<br style="box-sizing: border-box;" />el sosegado son de las espigas.</span></p><h2 style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: normal; hyphens: auto; line-height: 1.2; margin: 0px; padding: 6px 0px 9px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: small;"><br /></span></h2><h2 style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: normal; hyphens: auto; line-height: 1.2; margin: 0px; padding: 6px 0px 9px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: small;">La violencia de las horas</span></h2><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">(Al modo de César Vallejo)</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Murió el abuelo Manuel, que tenía un pozo de aguas vivas<br style="box-sizing: border-box;" />con truchas, adonde yo tiraba las migas que caían de la hogaza.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió el mastín León, que me dejaba cabalgarlo.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió la abuela Magdalena, que, en los atardeceres,<br style="box-sizing: border-box;" />buscaba huevos tibios para mi merienda.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió el maestro don Evelio,<br style="box-sizing: border-box;" />que tosía mucho a pesar de su brasero.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió el abuelo Félix,<br style="box-sizing: border-box;" />que me enseñó a seguir el rastro de las liebres por la nieve.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió abuela Josefa, que me pedía que le enhebrase las agujas.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió la perra Lola, que se echaba a mis pies cuando yo comía.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió mi burro, que nunca tuvo nombre.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió el mirlo aquel que robé de un nido y que comía lombrices en mi mano.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió la estraperlista<br style="box-sizing: border-box;" />(no recuerdo su nombre)<br style="box-sizing: border-box;" />que bajaba del monte con su mula y unas grandes alforjas<br style="box-sizing: border-box;" />y una navaja ancha atada a la cintura<br style="box-sizing: border-box;" />y me daba siempre una almendra garrapiñada.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Se secó la Fuente de la Seda, donde yo buscaba los cabellos verdes de una náyade.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió mi padre, solo, sin saber que moría.<br style="box-sizing: border-box;" />Poco a poco, murió madre.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió Agustín porque decidió morir.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió, por san Juan, Cecilio, que pintaba desnudo<br style="box-sizing: border-box;" />mientras sonaba la música de Juan Sebastián Bach.<br style="box-sizing: border-box;" />Murió tío Manuel, que siempre fue muy fiel a sus ideas.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Murieron mis hermanos, así tan de repente o poco a poco.<br style="box-sizing: border-box;" />Muere mi tiempo fugitivo y estoy velándolo.</span></p><h2 style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: normal; hyphens: auto; line-height: 1.2; margin: 0px; padding: 6px 0px 9px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: small;"><br /></span></h2><h2 style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; font-weight: normal; hyphens: auto; line-height: 1.2; margin: 0px; padding: 6px 0px 9px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: small;">Final</span></h2><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Bien sabes que al final de tanto afán,<br style="box-sizing: border-box;" />la vida se termina en un silencio<br style="box-sizing: border-box;" />como de pozo seco, como una piedra<br style="box-sizing: border-box;" />que nunca ha movido nadie,<br style="box-sizing: border-box;" />como un jirón de ola que se pierde en la espuma,<br style="box-sizing: border-box;" />como una tarde gris y polvorienta.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Los que te conocían y te amaron<br style="box-sizing: border-box;" />de sollozo a sollozo recordarán tu vida.<br style="box-sizing: border-box;" />Después en negro tintarán sus ropas.<br style="box-sizing: border-box;" />Luego serán de alivio.</span></p><p style="background-color: white; border: 0px; box-sizing: border-box; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 30px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y en un atardecer de oro<br style="box-sizing: border-box;" />se acordarán, tal vez, de que a tu lado<br style="box-sizing: border-box;" />mirabais cómo el sol se hundía.</span></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-60289744417325109732021-06-19T15:12:00.002+02:002021-06-19T15:29:58.788+02:00Aire de lugar y gente en PIECES<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.blogger.com/video.g?token=AD6v5dx6kyWi3xxmyB92xOaJP67UL137_IP6oBUge9BfD8QD_CLljUWzI-OCBwvRxRQ4RelzjOTWX0FqXPk' class='b-hbp-video b-uploaded' frameborder='0'></iframe></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Muchas gracias a Tito Montero, que lo hizo posible.</span></div><br /> <p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-36075253124116470012021-06-17T14:01:00.014+02:002021-06-18T08:59:13.114+02:00Presentación de "Aire de lugar y gente"<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjBthxm7GbEnSpAdv5F58srZGD0BZ7rV_ugnGpyNqygdyEOVk44-o9m3v1xMv9E6ybYQCp21Ohb1-tFBuxXi5a5rUUASCXtpl9unStMfScVdSpl7DfYDv7CzLOf9tKDcJLkXpR/s843/FB_IMG_1623878346091%255B2%255D.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="843" data-original-width="720" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjBthxm7GbEnSpAdv5F58srZGD0BZ7rV_ugnGpyNqygdyEOVk44-o9m3v1xMv9E6ybYQCp21Ohb1-tFBuxXi5a5rUUASCXtpl9unStMfScVdSpl7DfYDv7CzLOf9tKDcJLkXpR/w171-h200/FB_IMG_1623878346091%255B2%255D.jpg" width="171" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Ayer miércoles, 16 de junio, a las 19:30, se presentó en la Antigua Escuela de Comercio de Gijón el poemario <b style="font-style: italic;">Aire de lugar y gente</b>. Estuvieron a mi lado para la ocasión Nacho González y César Iglesias. Se completó el aforo restringido a que obligan aún las medidas pandémicas y fotografió lo ocurrido Alfredo Garay.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">De lo que uno dijo, dejo ahora, un poco más abajo, transcripción. Pero antes quiero reiterar mi más sincera gratitud a cuantos nos disteis compañía y afecto.</span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>"No puedo empezar de otra manera que dando las gracias por vuestra compañía a todos los que habéis venido; a Nacho y a César, por sus palabras; a TREA, por la oportunidad que me ha brindado de formar parte de tan reconocida colección de poesía; y a Gesto, por la organización de este encuentro, y muy especialmente a su presidenta, Arlé Corte, por la brega incansable y valiente que ha mantenido en estos tiempos de los que venimos.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Con Nacho ya sabéis que me une una amistad antigua, que, como él ha recordado, hemos estado juntos en muchas batallas, que me siento feliz cuando le va bien y que por eso deseo que le vaya bien muy a menudo.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>A César le menciono expresamente en las páginas finales del libro, porque fue quien leyó el primer borrador del poemario, cuando lo escrito estaba muy por pulir; aun así, me animó a procurarle imprenta y esa confianza cuajó finalmente en libro. En su introducción de hoy, al modo en que acostumbra siempre en lo que reseña, no se ha limitado a parafrasear la lectura de mi libro, sino que ha trazado un discurso interpretativo y referencial, en el que no sólo me siento razonablemente identificado, sino muy generosamente mejorado.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Porque, en efecto, este libro podría enmarcarse en lo que se ha dado en llamar "literatura del sentimiento de la tierra". Y emparentarse con esa forma de decir que caracteriza, creo, a un grupo de poetas asturianos nacidos a finales de los años 50 y principios de los 60 del pasado siglo que reflejan en sus versos cierto desasosiego existencial y un compromiso más civil que político, conscientes de la fatiga poblacional y anímica que se respira en este ámbito geográfico y convencidos de que la poesía debe partir del oficio y trascender la anécdota. Que tienen, además, a mi juicio, cierta afinidad con esa sensibilidad que tan bien expresaron los autores del "segundu surdimientu", que dejaron constancia de la desposesión progresiva de una identidad aferrándose a una lengua que, de alguna manera, era la piedra angular sobre la que reconstruirse. <b>Aire de lugar y gente</b>, a su modo, también pretende una reconstrucción, pero de un espacio infinitamente más pequeño, casi íntimo. Una casa y una historia familiar. Con la diferencia de que no lo hace empleando la lengua de los que habitaron aquella casa, porque esa lengua se fue postergando durante el éxodo a la urbe de mi familia.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>En todo caso, yo hoy, lo que quiero compartir con vosotros en esta presentación son algunas claves del proceso de escritura del poemario. Porque para quienes somos partidarios de apostillar con alguna aclaración la lectura de nuestros poemas, esa es la mejor forma de ratificar la utilidad final de lo que escribimos, ofreciendo orientaciones que ayuden al lector en la interpretación de lo que lee y logrando así, entiendo, una mejor comunicación final. </i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Pues bien, este libro se comenzó a escribir tras el fallecimiento de mi padre, en enero de 2018. Reúno entonces una serie de pequeños textos y poemas que tienen que ver con su enfermedad y con el duelo que sigue a esa pérdida, y que se escriben muy contaminados emocionalmente, por lo que claramente pedían un periodo de reposo, una perspectiva temporal que permitiera su atemperamiento. Ese paréntesis de reflexión me anima a proyectar un libro que vaya más allá de la elegía. Toda vez que las cenizas de mi padre fueron enterradas en el lugar de su nacimiento, de donde lo habían expulsado las penurias de la posguerra siendo un chaval, en el poemario que empieza a tomar forma intento reconstruir la historia de ese desarraigo, que, de alguna manera lo siento también propio, como un desarraigo legado.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Esa exploración del desarraigo, se convierte al mismo tiempo en la reconstrucción del lugar que al abandonarse lo provoca. Un lugar que está en la cuenca media del Navia, en la aldea de Armal. Allí estaba la casa familiar, hoy casi en ruinas. El poema inicial del libro, que es una suerte de poética específica para la ocasión, habla de reconstruir una casa, de encender el fuego de su hogar, de dotarla de una atmósfera que sea la que una vez la envolvió y de repoblarla con la memoria de quienes la habitaron. Ese es el aire de lugar y gente que da título al libro, y que refleja su propósito, remontar el río hasta recuperar la memoria de una familia que, como tantas otras, fue golpeada trágicamente por la guerra civil, desperdigada por la necesidad y que relegó en esa diáspora lengua y raíz.</i></span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p> <span style="text-align: justify;"> </span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; text-align: justify;"><b><i>Aire de lugar y gente</i></b></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>Dibujar en la niebla,</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>como un niño,</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>con sus mismos trazos elementales,</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> la forma de una casa.</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span></i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> Y dibujar a su lado luego</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>la sombra de quien la habitó un día</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> y la reconstruye ahora</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>llenando los vacíos de ese esbozo</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>con muros sólidos que fueron,</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>con ventanas abiertas hacia el río</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>y bajo el humo de una leña que arde </i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>y da noticia</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span>de que la vida quizás ha vuelto.</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><span style="white-space: pre;"> </span></i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> Y dibujar además un aire</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> —si acaso el aire se dibuja—</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i> que sea el del lugar y el de su gente.</i></span></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"></span></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>El libro se estructura en cinco partes o capítulos que trazan una trayectoria temporal e incluso espacial. Y digo capítulos porque hay una intención narrativa en su discurso. <b>Hacia</b>, la primera parte, es el viaje hacia el lugar donde nació y está enterrado mi padre, remontando el río Navia hasta su curso medio, hasta la casa de Torrente en la aldea de Armal, Boal. Un itinerario al que se le otorgan referencias topográficas y emocionales. Es una manera de darle la vuelta a la alegoría recurrente del río como vida que viaja hasta su final, hasta el mar. Aquí remontamos el río en busca del origen, de la vida inicial. </i></span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><b>Remontando el Navia</b></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Siempre se cierran en falso las llagas </span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que van dejando los días al paso,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">siempre se cierran con una sutura tan frágil</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que apenas vale de nada río arriba,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">cuando me llevo de nuevo a la boca</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">los nombres quizás más hermosos</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que nadie jamás le haya puesto</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">a las orillas de un mundo perdido:</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Porto, Sabariz, Trelles y Sequeiro;</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Vivedro, Serandinas y Las Viñas,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Los Mazos y en Armal, acantiladas,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">la casa y la añoranza de Torrente.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="white-space: pre;"> </span></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Labial cartografía de mi infancia</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en la que ahora duelo y voy nombrando</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">los puntos cardinales de una diáspora</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">obstinada en su saña de vacío.</span></i> </div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En esa reconstrucción del origen, hay una figura esencial: mi abuelo paterno. En la segunda parte, <b>Flashback</b>, persigo una doble intención: acercarme al contexto histórico en el que mi abuelo actúa, con más sombras que luces, como cabecilla republicano, siendo finalmente ajusticiado; e identificar en esa muerte el momento en que se gesta el desmembramiento familiar. Orfandad, miseria y estigmatización se ceban entonces con aquellos niños que se quedan sin el amparo de la figura paterna. No son sólo cuatro poemas, son cuatro poemas escritos después de rastrear en los Archivos de Salamanca la presumible verdad histórica de esa vida truncada por la guerra civil, que generó desarraigo y dejó en sus descendientes una mezcla de rabia contra los victimarios y de reproche hacia la propia víctima. Esos niños fueron también “niños de la guerra”, pero de un entorno rural, quizá más cainita que ninguno, en donde no recibieron el amparo que se les dio a aquellos otros “niños de la guerra” que sufrieron exilio y hubieron de recomponer su vida fuera de España, pero que tuvieron, al menos, acogidas que paliaron sus necesidades y facilitaron su formación. Por eso en este poema me refiero a estos otros “niños de la guerra” como a una especie de escoria celeste: tenían la inocencia de su edad y la mancha de una culpa heredada, lo que los llevó a sustituir la ayuda que no tuvieron, por el arrojo que se autoimpusieron.</i></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><b><i>Escoria celeste</i></b></span> </div></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><b><i><br /></i></b></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>No los despidieron</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>con pañuelos en los muelles,</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>ni por tanto fueron nunca dioses expatriados</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>andando sobre el agua.</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Nadie hubo en el andén cuando llegaron</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>para llevarlos de la mano</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>de nuevo a las escuelas.</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Ni tan siquiera merecieron</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>el derecho en desliz de una añoranza</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>que les era en justicia también propia.</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><br /></i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Como los restos errantes y escindidos</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>de un meteoro en el espacio;</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>como escoria celeste de una batalla cruenta,</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>ejercieron en el oficio humilde,</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>sirvieron en la casa del invicto y</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>guardaron dignidad </i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>aun en la penitencia </i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>de la culpa heredada.</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i><br /></i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Habían venido al mundo</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>para ser huérfanos de la derrota</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>en las aldeas más cainitas,</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>allí a donde ya no regresaron</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>sino para yacer,</i></span></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>al fin, sin desarraigo y muertos.</i></span></div><div><br /></div></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Llegados entonces al lugar, sabidas las circunstancias de esas infancias truncadas, se evocan recuerdos de cómo era cuando fui niño aquel pueblo campesino, de media montaña, donde vivían las abuelas y gran parte de la familia, donde pasábamos algunas semanas durante el año, principalmente en el verano, donde se ayudaba en la matanza, se asistía a las fiestas y donde uno intuía estaban sus verdaderas raíces. Estos textos conforman la parte titulada <b>Lugar (y gente)</b>, y están, por tanto, impregnados de nostalgia o señardá, entendiendo por tal una sensación de hurto de las raíces ciertas, las que otorga la pertenencia a una cultura de costumbres atávicas y lengua propia, la de esa pequeña patria que fue la de mis ancestros, de donde mis padres, como tantos otros, impelidos por las penurias, hubieron de salir camino de la ciudad, de una ciudad de aluvión, de esas en las que se suele tener la impresión de vivir en un “no lugar”, sin raíces, porque las raíces son, sobre todo, un concepto telúrico, que precisa de un suelo nutricio, muy difícil de imaginar en el asfalto.</i></p></blockquote><div style="text-align: left;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> <span> </span></span><b><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Raíces</span></i></b></div><div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Todo era distinto cuando en la casa había vida,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">cuando los muros eran sólidos,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">cuando sobre el tejado la pizarra brillaba</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">igual que un plumaje tupido.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El viento y la tormenta</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">no habían forzado entonces</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">ni puertas ni cristales,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">no habían expoliado aún</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">aquel universo íntimo y aislado.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En sus cuencas vacías</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que antes fueron ventanas,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en la cuadra sin bestias,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en la hierba sin siega,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en el árbol sin poda,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en las fuentes sin sed,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en la tierra sin fruto,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en el río sin puente,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en los perros sin amo,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en la senda sin huella,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">en el silencio sin voces,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sin risas, ni quejas, ni lloros,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sin blasfemias ni rezos.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En ese ingrávido vacío</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que amputó el aliento de lo que fue todo un mundo,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">se mueven como larvas ciegas</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">las raíces de cuanto extraño en la distancia</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">por más que nunca hubiera sido mío.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><i> </i></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Allí está la raíz, allí estaba la gente que nos dio a la vida. Como mi abuela materna, a la que se recuerda en dos poemas, Las palomas y Lareira. O como mi tío Andrés, al que recuerdo en Ciruelas amarillas. Allí estaba el descubrimiento por un niño de ciudad de las noches en la aldea, cuyo silencio estaba lleno de ruidos misteriosos, a veces casi sobrecogedores, ruidos y sensaciones que trato de detallar en Bajo el revés de la luz y Noche. Allí estaban los lavaderos o las verbenas de verano. Allí, ahora, en cambio, la ruina de muchos hogares, y la diáspora de demasiada gente.</i></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>El libro, que pudiera parecer en primera instancia un libro elegiaco, que como muchos otros llora o reflexiona sobre la muerte del padre, no se ciñe a ese único propósito. Es cierto que esa pérdida lo inspira siguiendo el machadiano “se canta lo que se pierde”. Pero, sin embargo, es un libro que no plantea, como otros libros que recuerdan la figura del padre, un escenario de conflicto entre hijo y progenitor. No hablo de un padre con atributos literarios, y por tales entiendo fuertes rasgos de carácter o biografía singular que a su muerte provoquen resentimientos o ajustes de cuentas que se sustancien en un diario kafkiano de afrentas; o de un padre con una biografía ejemplar que dé pie a un panegírico al modo Faciolince. Hablo de un padre bastante corriente, como la mayoría de los padres, que deja al marchar un vacío y provoca ciertas interrogantes a poco que se medite sobre la vida que tuvo antes de nuestra propia existencia, pero que condicionó decisivamente lo que somos. En el caso de este padre “no literario”, su vida se vio afectada de modo determinante, igual que muchas otras, por la guerra civil y por el éxodo que la miseria sobrevenida trajo aquella. Y eso, por derivarse en un extrañamiento del origen y una hipersentimentalidad hacia la tierra hurtada, fragua un poemario que va más allá de la elegía personalizada.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>De mi padre, de su vida, de su enfermedad y de su muerte, se habla en <b>René, mon pére</b>, cuarta parte, constituida por los primeros poemas que escribí para el libro, cuando aún no sabía que iba a ser un libro, y que luego acompañé de un contexto geográfico y de una historia familiar. De esta parte, por ser la más íntima y, por tanto, quizás la menos propicia para una lectura pública, siempre que uno se tenga por prudente, leeré, por ello, uno de los poemas más “neutrales”:</i></span></p></blockquote><div style="text-align: left;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><i><b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Congoja</span></b></i></div><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Eso a lo que llaman congoja</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">y aviva los manantiales del alma,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">y nos abotona el pecho entero</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">como una prenda escasa y en desuso.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Las fotos que nos tomaron cuando éramos dioses</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">y a pesar de que no lo sabíamos,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">actuábamos como inmortales.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Las fotos crueles que nos dan noticia</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">de que la vida fue posible también sin miedo,</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">de que alguien nos sostuvo en sus brazos</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">cuando esos brazos eran fuertes.</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Eso a lo que llaman congoja</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">y tiene la misma forma dentada</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que los blancos paspartús</span></i></div></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">de las fotos antiguas.</span></i></div></blockquote></blockquote><div><br /></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p style="text-align: justify;"><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El libro se cierra con un parte final algo más luminosa, <b>Después</b>, centrada en la figura del hijo, en la continuidad, por tanto, de la vida. Me preguntaban hace unos días si esa conclusión más celebrativa intentaba ofrecer una imagen de la literatura como proceso curativo. Quizás. Pero no de una manera chamánica, sino a través de un proceso indagador. Ahondamos en nuestras obsesiones, nos interrogamos por el dolor que generan ciertas pérdidas, por la conmoción ante circunstancias sociales o históricas; pero celebramos igualmente la alegría de la luz, de la amistad o del amor, y al celebrarla nos esforzamos también en identificar cómo y por qué reaccionamos a ese impulso con la necesidad de, por ejemplo, escribir unos versos. Por eso creo que la literatura no sana o consuela por sí misma, sino por el modo inquisitivo en que llegamos a ella. La parte final del libro cierra de modo esperanzado pero realista el trayecto que nos condujo desde nuestros orígenes, en un pequeño pueblo de media montaña en el occidente asturiano, hasta el hijo que continúa nuestra vida y que le da parte de su sentido. Un hijo, no obstante, que como tantos otros ha tenido que irse a trabajar lejos, poniéndole así punto y seguido al desarraigo y pasando a formar parte del despoblamiento que padecemos.</i><i style="color: #666666; font-family: trebuchet;">"</i></p></blockquote><div style="text-align: justify;"><span> </span><span> <b><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Teoría de la trascendencia</span></i></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span><span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></span></span></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En los primeros días del verano, </span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">con el cielo limpio y la mar en calma,</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">vuela sobre la playa de Porcía</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">la estela interminable de un avión.</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">A una distancia de más de veinte años</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">y mil millas marinas,</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">quizás mi hijo siga con la mirada</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">la fuga de ese vuelo </span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">que atraviesa las barreras</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">del tiempo y del espacio.</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Puede incluso que ese cometa </span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">haya proyectado también</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">el rastro fugaz de su sombra</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">sobre la hierba alimentada</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">con las cenizas de mi padre.</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Luce el sol y me colma el pecho</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="text-align: justify;">la certidumbre de que en los ojos de los hombres</span><span style="text-align: justify; white-space: pre;"> <br /></span></span></i></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">se custodia,</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">con el sigilo de los secretos,</span></i></span></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">la persistencia de la vida.</span></i></div></blockquote><div style="text-align: justify;"> </div></blockquote><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdQyf_HVzRKaLYEtWfdXggJNjQP4PJQ88jV91VY6HN3Gl4857a3MCGzn3_i08JGkq3WgSdE6bznn9cTzsMvMKdZdcOxUBlhDkc1Gc1WdKVFIUkJRESQFxKEIFJl2ppRVmM2pwX/s720/FB_IMG_1623878349284%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdQyf_HVzRKaLYEtWfdXggJNjQP4PJQ88jV91VY6HN3Gl4857a3MCGzn3_i08JGkq3WgSdE6bznn9cTzsMvMKdZdcOxUBlhDkc1Gc1WdKVFIUkJRESQFxKEIFJl2ppRVmM2pwX/s320/FB_IMG_1623878349284%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgovxNNEPi4gf88d6Moak0C9GQzVytBjTZQR0APrFjNZ1hH7vlT6EQUd_F3ibWmY1aqNrGX68YqHYN4R_czwih7vjQW478PUaG23VWEjw9xcInzcAWoS67lrcfELmIR6sCrPZ5q/s720/IMG_20210617_063333_182%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="530" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgovxNNEPi4gf88d6Moak0C9GQzVytBjTZQR0APrFjNZ1hH7vlT6EQUd_F3ibWmY1aqNrGX68YqHYN4R_czwih7vjQW478PUaG23VWEjw9xcInzcAWoS67lrcfELmIR6sCrPZ5q/s320/IMG_20210617_063333_182%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhstSw-0dJmSqc5LfkAYcKdKCxn_njIiG2BCBeTxfr-DfxGOu7eEqUogOXtwMSljZ0qsqbiUqtx4-NCC9xwYC2BdplBfwIRNNwWrHzF_OE7RCxdYx13kTj1AR8DAfgXgwWCqaLA/s720/FB_IMG_1623878817904%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="485" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhstSw-0dJmSqc5LfkAYcKdKCxn_njIiG2BCBeTxfr-DfxGOu7eEqUogOXtwMSljZ0qsqbiUqtx4-NCC9xwYC2BdplBfwIRNNwWrHzF_OE7RCxdYx13kTj1AR8DAfgXgwWCqaLA/s320/FB_IMG_1623878817904%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7gWNgnAw1JP2JYFum5zbak3EpeA1TtOEWPIg10nqg-X7fEj6izQn77Ee0iMKmg8tDwCGS-SZkaIa7TaV2neEbuWPrca7-wbSPErPcOEXAsD_YsMfQgmQe0xfMJ2jZKJx0ZkOw/s720/FB_IMG_1623878810077%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="540" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7gWNgnAw1JP2JYFum5zbak3EpeA1TtOEWPIg10nqg-X7fEj6izQn77Ee0iMKmg8tDwCGS-SZkaIa7TaV2neEbuWPrca7-wbSPErPcOEXAsD_YsMfQgmQe0xfMJ2jZKJx0ZkOw/s320/FB_IMG_1623878810077%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg-AnC_x0QSpyhXKHqFx98Cx9YF5yELA6W6Qx6MTauL5GHDVF48fz4qFc-wwQIqZH0x1QLIvX4b7ruFP6WuplAfCRIx6FunGNwcD75Md7TvxP9cMA_IruY7MJDp-1VpZoyVo8V/s720/FB_IMG_1623878627030%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg-AnC_x0QSpyhXKHqFx98Cx9YF5yELA6W6Qx6MTauL5GHDVF48fz4qFc-wwQIqZH0x1QLIvX4b7ruFP6WuplAfCRIx6FunGNwcD75Md7TvxP9cMA_IruY7MJDp-1VpZoyVo8V/s320/FB_IMG_1623878627030%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8zmQz2KqeQdVQW8zy_3InPrg8KYhQFf08cCUUt-CB54LcPZ2a7k6n8wri68Jr6LrCzQI3UmAt3a0nekrMiiEUFBjyxUWPcBwNjJOo_0jlYWv57WO0pNd6X7vrTs5vzkSI7Gl5/s720/FB_IMG_1623878620221%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8zmQz2KqeQdVQW8zy_3InPrg8KYhQFf08cCUUt-CB54LcPZ2a7k6n8wri68Jr6LrCzQI3UmAt3a0nekrMiiEUFBjyxUWPcBwNjJOo_0jlYWv57WO0pNd6X7vrTs5vzkSI7Gl5/s320/FB_IMG_1623878620221%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4qp8CPkqXgJCJmD6bEeRyOgxCeCd0rucZ1YZfpGFkx0oEPbLSldDKHsSXCj9dp4QIPKjYaMXHlGACNyQwv9DSl2SJpjpXnA4uarUS39i68ie7GIGEQ3MAsPP_dYIu0IJMkAWZ/s720/FB_IMG_1623878601183%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4qp8CPkqXgJCJmD6bEeRyOgxCeCd0rucZ1YZfpGFkx0oEPbLSldDKHsSXCj9dp4QIPKjYaMXHlGACNyQwv9DSl2SJpjpXnA4uarUS39i68ie7GIGEQ3MAsPP_dYIu0IJMkAWZ/s320/FB_IMG_1623878601183%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIOe-THyhzJ3VdDu0K7xs4e9VK6k-yfsEyw6rYVz9a1puglhhYCBmG_8fAz4YmXCMPeAgmmvn7fOL4Zw54E_g74l8UqLFdYmqAvxnm_BgoMDkFCS1o21YYkVaflx61SnH-YvlY/s720/FB_IMG_1623878607321%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="531" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIOe-THyhzJ3VdDu0K7xs4e9VK6k-yfsEyw6rYVz9a1puglhhYCBmG_8fAz4YmXCMPeAgmmvn7fOL4Zw54E_g74l8UqLFdYmqAvxnm_BgoMDkFCS1o21YYkVaflx61SnH-YvlY/s320/FB_IMG_1623878607321%255B1%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4J1J3ODwAEHiKfY_e8rNaYyoJGDUtqH_DBPGxvUf1fV03bwXbETTTcf1h3Gbedb8pZSyPDncvCisCEM-q44NGLefWCgm97nWlVvq8wNlk_VUMiDoLP8SLAbznD58nxpmjwlLD/s1013/FB_IMG_1623878595692%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1013" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4J1J3ODwAEHiKfY_e8rNaYyoJGDUtqH_DBPGxvUf1fV03bwXbETTTcf1h3Gbedb8pZSyPDncvCisCEM-q44NGLefWCgm97nWlVvq8wNlk_VUMiDoLP8SLAbznD58nxpmjwlLD/s320/FB_IMG_1623878595692%255B1%255D.jpg" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRYVAS4u_pBV_AnlghYMW_ypg3IBZLaJPhbx6osI3MU0ei9LDmx4XZJweilHVXvl-uhlr4I1t94mROVwUv-4whn2kAx1yqMz5noPRrIq28QWzwbqv8O0FzTC5pzVb86GMVdwxS/s1010/FB_IMG_1623878613333%255B1%255D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1010" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRYVAS4u_pBV_AnlghYMW_ypg3IBZLaJPhbx6osI3MU0ei9LDmx4XZJweilHVXvl-uhlr4I1t94mROVwUv-4whn2kAx1yqMz5noPRrIq28QWzwbqv8O0FzTC5pzVb86GMVdwxS/s320/FB_IMG_1623878613333%255B1%255D.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-64694580398476922162021-06-09T12:08:00.002+02:002021-06-09T12:10:30.916+02:00Presentación de Aire de lugar y gente<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3omrO_DfBH2yZ_DJmILZMBtiyW23k4OHz8kl-oy90Rm_TGcj6t5QfuJ0kd_1MWmmUCRAsqDcDe4gDx_xNo6KwoDlHqaznm1Ay7STcBFBzh9bfxWHEnvylCPuC-Wqp8MP8XPiY/s897/Invitacion+Aire+de+lugar+y+gente.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="598" data-original-width="897" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3omrO_DfBH2yZ_DJmILZMBtiyW23k4OHz8kl-oy90Rm_TGcj6t5QfuJ0kd_1MWmmUCRAsqDcDe4gDx_xNo6KwoDlHqaznm1Ay7STcBFBzh9bfxWHEnvylCPuC-Wqp8MP8XPiY/w400-h266/Invitacion+Aire+de+lugar+y+gente.jpg" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Cuenta atrás. Se estará en buena compañía.</span></div><br /> <p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-67928566358759935152021-05-21T10:41:00.002+02:002021-05-21T11:05:18.051+02:00Álvaro Valverde reseña Aire de lugar y gente<h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; line-height: 1.4em; margin: 0.25em 0px 0px; padding: 0px 0px 4px;"><br /></h3><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: white; line-height: 1.4em; margin: 0.25em 0px 0px; padding: 0px 0px 4px;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"><a href="http://mayora.blogspot.com/2021/05/la-casa-de-mi-padre.html">La casa de mi padre</a></span></h3><div><span style="font-family: trebuchet; font-size: large;"><br /></span></div><div class="post-header" style="background-color: white;"><div class="post-header-line-1"></div></div><div class="post-body entry-content" id="post-body-4112177417963610468" itemprop="description articleBody" style="background-color: white; line-height: 1.6em; margin: 0px 0px 0.75em;"><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWzuhaBfOIHsD-C52LNIvkkz_y3izroRjguiygFLaETOkTNXRF38DN9HyFJa_YabNi2BuHlDKTTIpTk58q6VVZwv85-f0e46O7-CSJMtcCMdhXPZNSqq4wlSJLQWAGkqRF2Eqi/" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-decoration-line: none;"><img alt="" data-original-height="461" data-original-width="337" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWzuhaBfOIHsD-C52LNIvkkz_y3izroRjguiygFLaETOkTNXRF38DN9HyFJa_YabNi2BuHlDKTTIpTk58q6VVZwv85-f0e46O7-CSJMtcCMdhXPZNSqq4wlSJLQWAGkqRF2Eqi/w224-h299/image.png" style="border: 1px solid rgb(102, 102, 102); padding: 4px;" width="224" /></a></div>José Carlos Díaz </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">(Gijón, 1962) licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, fundó </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">en 1984, junto a Juan Ignacio (Nacho) González, el Grupo Poético <i>Cálamo</i> y formó parte del equipo de los cuadernos <i>Heracles y Nosotros</i>. Desde 2006, mantiene el</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"> blog <i>Los Diarios de Rayuela</i>.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><br /></span></span></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">Es autor de los libros de poesía <i>Velar la arena</i> (1986), <i>La ciudad y las islas</i> (1992), <i>Contra la oscuridad</i> (con el citado Juan Ignacio González, 2004), </span><a href="https://mayora.blogspot.com/2015/06/libros-libros-libros.html" style="background-color: transparent; text-decoration-line: none;"><i><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">Convalecencia en Remio</span></i><i><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">r</span></i></a><i style="background-color: transparent;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"> </span></i><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">(2015) y <i>Cantata de los días tasados</i> (2017, Premio Ramón de Campoamor). Como narrador, ha publicado las novelas <i>Letras canallas</i> (Premio Ciudad de Noega), <i>Aunque Blanche no me acompañe</i> (Premio Salvador Aguilar) y <i>Vísperas de nada</i> (Premio Castillo Puche).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><br /></span></div><o:p><div style="text-align: justify;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">Su última entrega poética, </span><a href="https://www.trea.es/books/aire-de-lugar-y-gente" style="background-color: transparent; text-decoration-line: none;"><i><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">Aire de lugar y gente</span></i></a><i style="background-color: transparent;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">, </span></i><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;">ve la luz en una editorial –gijonesa, como él– visible y bien distribuida. Forma parte del catálogo de una colección acreditada.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><br /></span></div></o:p></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">En un “apunte al margen” (a modo de nota final), Díaz afirma: “El despojo alentó este libro. No de otra manera se siente la muerte”. La del padre, en este caso, muerto a principios de 2018. Estos poemas, confiesa, “fueron una manera prolongada de duelo”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><o:p><div style="text-align: justify;">El libro tiene una trama narrativa. O, como se dice tanto ahora, incluye un relato. El de un hijo que va a enterrar las cenizas de su padre al lado de la casa donde éste nació. Allí, dos infancias se encuentran. Y otras circunstancias familiares.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></o:p></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">La casa aparece en la cubierta. Está en Villanova (<a href="https://elcuadernodigital.com/2019/04/25/llugares-boal-asturias/" style="text-decoration-line: none;">Boal</a>). Todo es concreto aquí. O real. Aunque es una fotografía, parece un cuadro de Miguel Galano (al se cita dos veces en estas páginas), una de esas casas que “pinta a menudo diluidas en la niebla”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">La obra se abre con un poema titulado como el libro que va precedido de una cita de Ángel Campos Pámpano (de aires hernandianos): “Volver a casa / por los altos andamios / de la memoria, / y respirar su aire / de infancia humedecido”. Leemos: “Dibujar en la niebla / (…) / la forma de una casa”. Y “la sombra de quien la habitó un día”, que “da noticia / de que la vida quizás ha vuelto”. “Y dibujar además un aire / (…) / que sea el del lugar y el de su gente”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">Por seguir con ese orden narrativo a que aludía, en “Hacia” se agrupa una serie de poemas que tienen al río como protagonista. Ya nos advierte Díaz en el “apunte” que evoca “Un lugar al que se llega remontando un río. Como siempre se llega a la memoria”. No es el Tajo del famoso poema de Caeiro/Pessoa, “el río que corre por mi pueblo” (versos que copia Díaz como epígrafe), sino el Navia. Ahí, “la labial cartografía de mi infancia / en la que ahora duelo”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">El tono, desde el principio, es melancólico. Por el motivo del viaje (y lo que este conlleva) y porque, como señala César Iglesias en la contracubierta (quien “me persuadiese de procurarle imprenta”, anota el autor), la suya es “una sentimentalidad de la herida, a la manera del «bem que se padece e mal de que se gosta» de Manuel de Melo. Sentimentalidad con nombre propio en la lengua asturleonesa, el idioma de sus mayores: «la señardá», el decir emocional que el autor comparte con otros creadores, todos pobladores de la geografía afectiva del noroeste ibérico y otros parajes artúricos”. Se lee a las claras en “Islas” o en “La renuncia”: “Así era la vida”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">La segunda parte es “<i>Flashback</i>”. En una cita de Menéndez Salmón (otro gijonés), se insta a “aceptar que pavor y fiereza no tienen patria y que anida en todos los corazones por igual”.</div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">Porque la memoria es caprichosa, “quizás nada de lo que cuente sea exacto”, escribe en “A modo de venganza” (abundan, por cierto, los “quizás” en este libro), donde se refiere al “pasado de los míos”. Más explícito es aún en “La mentira”, que empieza: “Toda familia se defiende / con mentiras urdidas / en el rencor o por vergüenza”. También la suya, “una carta olvidada / en el cajón de ese enser en desuso”. Los abuelos, los padres... La muerte. Y la guerra, el odio y el silencio. “Nuestra mentira fue / proclamar que nos fluye / por las venas coraje, / a la vez que rumiamos, / en silencio y por dentro, / el ácimo pan del reproche”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“Causa general” lleva una cita de Chaves Nogales que termina: “Es el miedo el que da la medida de la crueldad”. El poema concluye: “Hubo que desterrarse / para empezar desde la nada y el despojo. / Sin padre, sin tierra, sin lengua. // Al escribir siempre se exhuman / los huesos que nos yacen bajo olvido”.</div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“Lugar (y gente)” se titula la tercera parte. “El lugar”, precisamente, se titula el poema inicial, inspirado en un cuadro de Galano. Casas, aldeas, “los aislados”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">En “Nada tengo”: “Nada tengo allí”, “Nada me queda allí”, “Nada me espera allí”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“La nostalgia es una suerte menor del miedo”, dijo Sergio del Molino y a partir de esas palabras Díaz construye un poema logrado: “Interpretación de la nostalgia”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“Raíces” es otro poema importante en la estructura del volumen; unitario, ya se dijo, donde cada pieza obra a favor del relato autobiográfico que pretende transmitirse. Leemos: “Todo era distinto cuando en la casa había vida”. Y en “Abandono”: “La hierba ha ido borrando / el sendero que subía hasta la casa”.</div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">En “Lavadero”, la ropa y las mujeres. Al frente, un verso de María Victoria Atencia: “Públicamente expongo al agua mis razones”. En “La noche”, el miedo. En “Lareira”: “Así era la brega de los días”. Cuánta penuria. Salvo “en los días dorados de luz”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">En “Nolugar” leemos: “En toda demolición se expía / un rastro edificado de soberbia”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“<i>Road movie</i>” habla de la imaginación. El precioso “Ciruelas amarillas”, de la vida de Andrés García Bermúdez, que prefería los árboles a las ruinas de la mina de wolframio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;"> “Y leerás a la luz del sol entonces” dice en “Primavera”. “Esa perplejidad era el paisaje”, afirma en “Las manos”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“El árbol” es un emotivo poema que habla de raíces y cenizas, y de un cedro que desafía a la intemperie. Como el que “crece y habla” en la página siguiente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“René, mon père”, la cuarta parte de <i>Aire de lugar y gente</i>, es tan extensa como la anterior (las dos más sustanciosas del libro) y con varios poemas en prosa.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">No vamos a descubrir ahora la importancia que el tema de la muerte del padre ha tenido y tiene en la literatura, aunque no todos los poetas que lo han abordado estuvieran a la altura del reto. Podría citar ejemplos cercanos, pero prefiero callarme.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">Sí, el padre de Díaz tenía ese nombre “afrancesado”. En “Recuerdo” dice: “El olvido es una renuncia / que vuelve la vida fácil”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">Estamos ante un conjunto de gran transparencia, tanto en lo formal (esta es una poesía de “línea clara”) como, digamos, en su materia. Dan cuenta del baño de los sábados, de los mareantes viajes al pueblo por carreteras secundarias, del tráiler que conducía René, de las películas caseras, de las fiestas y las bodas… Y de las fotos antiguas: “Las fotos que nos tomaron cuando éramos dioses / y a pesar de que no lo sabíamos, / actuábamos como inmortales”. “Las fotos crueles que nos dan noticia / de que la vida fue posible también sin miedo”. También de la enfermedad, la “lenta despedida”, la incineración y las cenizas…</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“Viviremos por un tiempo en la herida”, leemos, un verso que tiene relación con otro de Joan Margarit: “una herida es también un lugar donde vivir”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">Como buen gijonés, René siempre quiso “volver a Benidorm”, como relata en uno de los poemas más gratos del conjunto. Todo lo contrario que “Rendición”, donde se expresa una áspera verdad: “Y si no hay consuelo / a este trance indigno, / ¿por qué debe lucharse?”. “También su padecimiento fue dócil”. “Para qué luchar cuando de nada sirve”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">Es en estos poemas centrales donde encontramos nítidamente la sencillez y la humildad con la que este libro está concebido. Donde mejor alienta su pequeña verdad. Una verdad transferible que cualquier lector puede hacer suya. El dolor del que trata es, por desgracia, un sentimiento universal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“Después”, la última sección, es una respuesta a la desolación, a esas preguntas retóricas que cada cual sabrá (o podrá) responder a su modo. Por la risa del hijo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“Derrabe a cielo abierto” es otro poema clave: “La vida en marcha, / y la muerte inmóvil”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial;"><div style="text-align: justify;">“La luz juntos” un perfecto broche que afianzará en el lector el poso amargo de esta travesía hacia el pasado, río arriba, hacia la casa del padre, donde uno, como en la vieja canción de José Antonio Labordeta, también ha regresado. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">NOTA: Esta<a href="https://elcuadernodigital.com/2021/05/21/la-casa-de-mi-padre/"> reseña</a> se ha publicado en la revista EL CUADERNO.<span style="background-color: transparent; text-align: left;"> </span></div></span></span></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-34330186438376384592021-05-14T12:18:00.001+02:002021-05-21T11:08:54.991+02:00Carlos Alcorta reseña Aire de lugar y gente<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Agradecido a Carlos Alcorta.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2NoaXvwIw8cuNPN1tFuk1Jah7hrLlPMt-AP9p07JBvChQAKSBHau_PFLSyAQQTMCqDzYd-xcU5RWaZnJNUTI9ANzEKNhN8G57tnj0ahB521qMTnZGOieptDvdf5Cendr0M0OA/s1382/IMG-20210514-WA0000.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1382" data-original-width="606" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2NoaXvwIw8cuNPN1tFuk1Jah7hrLlPMt-AP9p07JBvChQAKSBHau_PFLSyAQQTMCqDzYd-xcU5RWaZnJNUTI9ANzEKNhN8G57tnj0ahB521qMTnZGOieptDvdf5Cendr0M0OA/s16000/IMG-20210514-WA0000.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> </div><br /> <p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-83537364989874288212021-04-24T20:40:00.002+02:002021-04-24T20:54:16.498+02:00Nunca se equivocan<div style="margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: left;"><div style="text-align: right;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;"><span style="background-color: white;">"</span><span style="background-color: white;"><i>Nunca he votado al PP y me cuesta, pero esta vez será Díaz Ayuso</i>."</span></span></div><span style="background-color: white;"><div style="text-align: right;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;">Fernando Savater </span></div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;"><b>NUNCA
SE EQUIVOCAN</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiprZLQ8gtQ_Xj8ioeBQHQPClTybFDuCH8B19u95ZkGVjYQ1fPTtVzwEBJV4XEh55aUpiUYsNKJ_cWuGSnAw46mojtjGL0E-X45erhusVODKZUckDY2xI0Be_bLzTwk2AlYeXn1/s480/escher.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="358" data-original-width="480" height="277" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiprZLQ8gtQ_Xj8ioeBQHQPClTybFDuCH8B19u95ZkGVjYQ1fPTtVzwEBJV4XEh55aUpiUYsNKJ_cWuGSnAw46mojtjGL0E-X45erhusVODKZUckDY2xI0Be_bLzTwk2AlYeXn1/w371-h277/escher.jpg" width="371" /></a></div>En
aquella hoy denostada transición, ellos eran los más reacios al tránsito
reformista que se emprendió desde la autarquía a la democracia. Jóvenes persuadidos
de su verdad defendían entonces sin pestañear el centralismo democrático, la
lucha armada o la revolución cultural. A su lado, algunos andábamos entonces,
más o menos como ahora, sólo seguros de nuestras dudas, pero convencidos, al
menos, de que ni los pocos años que teníamos por aquellos finales de los
setenta eran disculpa para militar en los grupúsculos prochinos, proalbaneses o
utópicotrotskistas. Deseábamos,
más bien y casi clandestinamente (no era lo que entonces se llevaba y éramos
mal vistos por ello) lo mismo que proponían para sus ciudadanos las socialdemocracias
del norte europeo. Desde entonces hasta hoy, muchos de aquellos íntegros
militantes de la pureza leninista, maoísta o estalinista, fueron cayéndose con
mayor o menor daño del caballo que los llevaba a Damasco. La convalecencia de
esas costaladas les fue otorgando la gracia del arrepentimiento, que, como toda
conversión magnifica la culpa de la que se viene (“<i>pronto irás por ahí como
el converso y el predicador: reprendiendo a la gente por los pecados de los que
tú ya te has cansado</i>”, decía Oscar Wilde) e idealiza la nueva religión que
se abraza (“<i>el entusiasmo de un converso hacia su nueva religión, es mayor
que el de la persona que nació en esa fe</i>”, Mahatma Gandhi). Pasaron
entonces de puntillas por Amnistía Internacional o el ecologismo, advirtiendo
que ni aquel compromiso mucho más cívico que político depuraba su mala
conciencia (ya lo decía Szymborska, “<i>Nada más animal / que una conciencia
limpia…</i>”). Hay quien le puso
entonces a su militancia, aún progresista, una etiqueta previa que conjuraba cualquier
culpa por mantenerse aun en el internacionalismo laborista: ¿recuerdan aquello
de Democracia Socialista? Pero finalmente les llegó el tiempo de la revelación,
de la mano de quien había ejercido la conversión (sibilina, pero conversión)
desde la izquierda vasca pactista con el nacionalismo al españolismo amagentado:
Rosa Díez y su cohorte de nuevos convencidos/convertidos a la causa, quien de
aspirante a la Secretaría General del PSOE, pasó a azote de todo lo que viniese
del que fuera su partido durante muchos años. De socialdemócrata a pupila de la
Escuela de Chicago. De obediente eurodiputada a intransigente lideresa de los
suyos. Y con ella, aleccionándonos como cuando eran jóvenes abanderados de las
revolucione pendientes, los intelectuales del nuevo centro político patrio (¿hace
falta nombrarlos?), esgrimiendo siempre el argumento definitivo que entonces justificaba
las purgas maoístas y ahora la inconsistencia intelectual de todo adversario. Y
cuando a aquella aspirante a la Moncloa, empeñada en reñir más que en convencer
(¡qué insoportables resultan los políticos que se consideran moralmente
avalados para reprendernos desde sus púlpitos como sacerdotes de postguerra!)
se le fue apagando el aura y vino a sustituirla, para otorgarle al proyecto
apariencia joven —aunque sobradamente preparado—, discurso de hermandad
universitaria y bendiciones del IBEX 35, un ambicioso Rivera, los mismos que
habían formado prietas las filas de la Juana de Arco sodupetarra, bendijeron al
Macron hispano, incluso cuando se fue a Colón de parranda con las nuevas
hornadas de requetés. Para eso también hubo argumentos de peso, superioridad
moral más que suficiente y andamiaje intelectual para dar y tomar, que quien
tuvo, retuvo, y la razón no se pierde por más que nos hayamos teletransportado
desde la cheka al tribunal de la Santa Inquisición. Pero qué razón tenía Rosa
Díez cuando nos reñía, cuando era incapaz, por nuestra mala cabeza (que decía
José Agustín Goytisolo), de sumar votos bastantes para adecentar España. Así le
fue a su espídico sustituto. Menos mal
que para entonces había en la hornacina una nueva imagen, Santa Cayetana de
Oxford, patrona de los Libres e Iguales, sin sangre contaminada en extraviada
juventud, ni remordimiento por ello ninguno. Que, contra la perniciosa
costumbre de humildad de la que suelen hacer gala los santificados cristianos,
se nos muestra altiva e incorrupta, docta e implacable, señalando así el camino
a los suyos: desde el pedestal de nuestro orgullo, os castigaremos, pobre
populacho ignorante, con el látigo de nuestra indiferencia. Esta es la suerte
de bondage a la que parece ahora haberse aficionado la intelectualidad conversa.
La que siempre ha militado en la verdad, esa verdad líquida (Bauman dixit) en
la que llevan navegando toda su vida, apostados en la proa con pose
aristocrático y mando de elegido, por más que a veces timonee la nave una Ayuso
cualquiera, a la que, aunque le canten el calado que mide la sondaleza,
atracará donde y a quien quiera. Seguro que la desgracia será culpa de quien no
dragó el puerto: un funcionario maniatado por el estado intervencionista
social-comunista (¡ay aquellos pecados de juventud!).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;"><br /></span></div><div style="text-align: right;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: medium;">JCD</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></div><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></div><p></p>
<span style="background-color: white; color: #333333; font-family: BentonSans; font-size: 18px;"></span><p></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-48607877504241466102021-04-17T15:18:00.000+02:002021-04-17T15:18:06.536+02:00Aire de lugar y gente<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV5quKVUVVdfvKJx9D7JB2e1coh_Bp2p4-gkFa4qL9oZbV76wd9dg2zy4_r4FeRpUfYnY5l492gs14OPHFfkdD4Z04zad_FJNYdcjj7HVytLINJMOtnsLHN5N7PWf0x35h6gr3/s461/Frontal_Aire_de_lugar_y_gente.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="461" data-original-width="337" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV5quKVUVVdfvKJx9D7JB2e1coh_Bp2p4-gkFa4qL9oZbV76wd9dg2zy4_r4FeRpUfYnY5l492gs14OPHFfkdD4Z04zad_FJNYdcjj7HVytLINJMOtnsLHN5N7PWf0x35h6gr3/w146-h200/Frontal_Aire_de_lugar_y_gente.jpg" width="146" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> A punto de llegar a las librerías </span><b style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><i>Aire de lugar y gente</i></b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Un poemario que en sus páginas finales lleva el siguiente:</span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div><div style="text-align: center;"><i><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Apunte al margen y agradecimiento</span></i></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El despojo alentó este libro. No de otra manera se siente la muerte. Mi padre falleció en enero de 2018. Los poemas a él dedicados fueron una manera prolongada de duelo. Enterrar sus cenizas allí donde había nacido me ayudó a reflexionar sobre el desarraigo de una vida que quise reconstruir levantando de nuevo los muros derruidos de la casa que fue su infancia. Un lugar al que se llega remontando un río. Como siempre se llega a la memoria. Agradezco muy sinceramente que la generosa lectura que César Iglesias hizo del primer borrador de este libro me persuadiese de procurarle imprenta.</span></div><p></p><p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Un poemario que empieza a escribirse desde este poema inicial:</span></p><div style="text-align: left;"><b><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Aire de lugar y gente</span></b></div><div style="text-align: left;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br />Dibujar en la niebla,<br />como un niño,<br />con sus mismos trazos elementales,<br />la forma de una casa.<br />Y dibujar a su lado luego<br />la sombra de quien la habitó un día<br />y la reconstruye ahora<br />llenando los vacíos de ese esbozo<br />con muros sólidos que fueron,<br />con ventanas abiertas hacia el río<br />y bajo el humo de una leña que arde<br />y da noticia<br />de que la vida quizás ha vuelto.<br />Y dibujar además un aire<br />—si acaso el aire se dibuja—<br />que sea el del lugar y el de su gente.</span></div></div></div>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-21048168076561062792020-12-14T23:11:00.003+01:002020-12-15T10:04:12.284+01:00Protesta y alabanza, de José Luis Argüelles<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn2mDBvZ65s-1u3-IxZC4Xvh7yR75tFa3i3Zbe6F78OsMD98H-tCA3qfaM-Ior7xLQjXEi9Zwk-k_WykohpKBfBROfjOeBUus7Y16uc7ooMH0sWhalsvi-rPlLrLccGkWj5c-X/s1017/protesta-y-alabanza-cubierta.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1017" data-original-width="659" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn2mDBvZ65s-1u3-IxZC4Xvh7yR75tFa3i3Zbe6F78OsMD98H-tCA3qfaM-Ior7xLQjXEi9Zwk-k_WykohpKBfBROfjOeBUus7Y16uc7ooMH0sWhalsvi-rPlLrLccGkWj5c-X/s320/protesta-y-alabanza-cubierta.jpg" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="background: white; line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">La espléndida portada diseñada por
Marina Lobo en la editorial Impronta para el nuevo libro de José Luis Argüelles
(Mieres, 1960), <b><i>Protesta y alabanza</i></b>, se inspira en <i>El hombre
que camina</i>, conocida escultura de Giacometti en la que una escueta figura avanza
inclinándose hacia delante, revelando obstinación en medio del vacío y de la
angustia que atenaza la existencia. Ese personaje se describe en el tercero de
los poemas de libro, <i>Soneto del hombre que camina</i>, desde la admiración
hacia quien demuestra arrojo en sus pasos, hacia quien sabe de la necesidad de
apurar el instante.</span></span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: 11.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="background: white; line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Pertenecen esos versos a la primera de
las cuatro partes en las que se divide el libro, al que da comienzo una suerte
de poética titulada <i>Camarada gorrión</i>, que toma al pardal como ejemplo de
canto sin adorno, resistente a la noche, frágil, ubicuo y aplicado al instante
—nuevamente el instante—, tan parecido a la luz que llega y pasa, que hace
daño, pero es hermosa. Ese
reconocimiento de lo que brilla y debe gozarse quizás sea el que aliente los
diversos homenajes que esa parte primera del poemario rinde a Chillida, al
propio Giacometti, Cernuda, Ory, Antonio Machado, Omar Al-Jayyam, Walt Whitman,
Lorca o Hierro.</span></span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: 11.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="background: white; line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Viene luego un examen de conciencia
laico. No otra cosa es la segunda parte del libro, donde son recurrentes: el
desconcierto -que ya dio título a la anterior obra de Argüelles-; la noche inhóspita,
que se bebe a solas; la amargura de la pérdida; las sombras, la niebla y la
ceniza; la vejez impuesta. Nada resume mejor el tono de este capítulo que el <i>Soneto
del soy</i>: “<i>Esto soy, lo que nunca quise ser (…) / Y mis vidas
interrumpidas llaman / como los ángeles abandonados”</i>. Hermosa y desolada composición que es como
una elegía inversa, se canta la pérdida de lo que nunca se llegó a ser: el
fruto perdido, la vida malograda, el hospedaje dado al “inquilino turbio” que
habita los días del poeta -<i>Canción del que siempre regresa</i>-. Pero, aun
siendo tan lacerante esa reflexión cursada cuando se tiene una edad en la que nos
descubrimos una “manchada piel de viejo”, se mantiene, al menos, el propósito
de, si llega la hora, despedirse de cuanto se amó y fue justificación de
existencia, y despedirse además sin reproches ni torpeza de los días plenos y
de su reverso ácimo. Y hasta se extiende, con el ultimo poema de la serie, <i>Para
mirar este día</i>, un leve puente de ilusión sobre lo que aún puede
contabilizar nuestro haber: amistad, literatura o paisaje cómplice.</span></span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: 11.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="background: white; line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 11.5pt;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Llegamos así a una tercera estación
donde el amor restaña las heridas de la pandemia. Porque de repente, en medio
de los días mellados, de los días del daño, se canta el claro amor sin dudas o
el gesto que ciñe la esperanza. Viene teniendo este asidero una continuidad en
la obra de Argüelles, en <b><i>Gran desconcierto</i></b> se escribía: <i>“¿Cómo
soportar la vejez / sin un poco de amor / o algo de gloria?”</i>. A ese amor, y así se expresa en otro excelente
poema: <i>Preguntas, respuesta</i>s, se acude como al instante, sin interrogantes
ni réplicas, convirtiendo cada encuentro en una epifanía que debe concluir
siempre con una pequeña y dulce muerte. Los labios del amor se ofrecen frente a
la insatisfacción y sus sombras, contra la infección de las noticias. Los
labios nos salvan de esa pasada primavera de muertos recientes. El amor cierto
se vuelve así tan tangible y hospitalario como un árbol o una casa. Qué memoria
quedará de nosotros sino la ese amor desnudo, se llega a afirmar en <i>Casi
ahora</i>.</span></span><span style="color: #666666; font-family: trebuchet; font-size: 11.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 11.5pt; line-height: 107%;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">El <i>Amanecer</i>, que se describe como un “<i>nuevo asombro” ante “Los
seres y las cosas / que vuelven de la noche / y, en su respiración, / son
materia de luz”</i>, alumbra la serie última de poemas. La vida a la que nos
despierta ese albor se nos presenta como una oportunidad de aventura, “<i>siempre
/ asombro y lucha</i>”. Se reincide así en el término “asombro”, que uno
entiende en su acepción admirativa, como rastro de cuanto se aprehende y se celebra,
igual que hace el malvís rescatando la sonoridad del día en el acecho de la
sombra al anochecer. El propio título del libro, tomado de Sophia de Mello
Breyner, <i>Protesta y alabanza</i>, resalta esa dicotomía que de alguna manera
vertebra el discurso poético. Nos llega la queja educada en la mocedad mierense
desde las galerías y en la solidaridad (aquí, el poema <i>Granada-Mieres 1970</i>
alude a una ciudad en la que se repite el crimen que en la guerra civil mató al
poeta y en los años setenta a tres humildes obreros en lucha). También la queja
con que se duele la propia vida resignada: “<i>ama tu tristeza</i>”, decía
Machado y ello se recuerda en unos versos muy al principio. Y la melancolía
ante la ceniza de ese paisaje que es la patria, muy al modo en que la describió
José Emilio Pacheco, con una enumeración de los afectos que custodia la
memoria, de la palabra y del suelo que nos guardó huella. Queja, sí, pero también
alegría y gratitud por “<i>la común propiedad / que los pájaros cantan / y la
encina celebra</i>”. La proporción
incluso del propio poemario, sus partes, tratan a duras penas de equilibrar la
protesta más manifiesta (hacia el paso del tiempo, las oportunidades perdidas,
las injusticias eternas) y el quizás menos firme asombro celebrativo de la obra
ejemplar de algunos hombres, del amanecer sin mácula de los días, del amor, la
luz y el instante.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 11.5pt; line-height: 107%;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Mención aparte merece el poema <i>El odio a la poesía</i>, penúltimo y el
más extenso de todos los incluidos por José Luis Argüelles en esta obra. Una declaración sin ambages de la utilidad del
oficio a propósito del ensayo (que da título al poema citado) en el que Ben
Lerner trata de comprender por qué la poesía ha sido a lo largo de los años un
arte denunciado, maltratado; por qué confesarse poeta sugiere tan a menudo ante
los demás anacronismo o sensibilidad malsana. En <b><i>Gran desconcierto</i></b>,
se ofrecía también una reflexión sobre el género con ocasión de una entrevista a
Zagajewski. Entonces el argumentario de la defensa tomaba prestado el fervor de
Rilke, la pretensión por Keats de identificar verdad y belleza, y la conciencia
atormentada de Celan. Razones demasiado graves para una sociedad líquida donde
la “<i>poesía no está de moda. Paciencia</i>”, concluía el autor de <b><i>En la
belleza ajena</i></b>. José Luis Argüelles entiende ahora, en su nuevo libro, que
la verdad revelada por el verso, “<i>todo aquello que importa de verdad, /
llega de pronto y nos guarece / del sin sentido, / de sus grietas cotidianas</i>”.
Que las definiciones, tantas, son cosa de taxidermia preceptiva, y que “<i>en
realidad, / tan sólo cuenta la emoción, / esas ascuas del tiempo / cuando
conceden un idioma / el vuelo y sus respiraciones</i>”. El poema es, por tanto, en el recuento que se
intenta: sueño, música, asidero, recuerdo, emoción, aliento sobrevenido, conjuro
contra el daño y el desconcierto, exacto nombre de las cosas, latido. Por eso, “<i>la
poesía no es un asunto urgente, / pero hace tanta falta</i>”. Y aunque recurrir a la reflexión sobre estos
asuntos mientras se urde el verso ofrezca al lector claves
interpretativas que arrojan luz sobre el resto de lo que el poeta incluye en la
entrega, la mejor defensa de lo que se hace tiene que ver siempre con la
honestidad de su ejercicio, con el conocimiento de las posibilidades que ofrece
la poesía como canon literario irreconciliable con cualquier adanismo, con el rigor
que se le debe a la forma y al fondo de cuanto se escribe. <b><i>Protesta y
alabanza</i></b> cumple de sobra con esa pretensión de oficio y verdad.</span><span style="color: #050505;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: 11.5pt; line-height: 107%;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> José Carlos Díaz</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="color: #050505; font-family: "inherit",serif; font-size: 11.5pt; line-height: 107%; mso-bidi-font-family: "Segoe UI Historic"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> </span></p><p>
</p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-35748482.post-36804899898785168342020-09-30T21:43:00.001+02:002020-09-30T21:43:28.830+02:00La pleamar de un poeta amigo<p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU0zkBftE8Fx8sgA48l2WTDplKdZlO9PYyIlDNmlhWtTVwXc3ebpdXT7mvgXzwXnWvbOUS1NzrG5Z1BGl6RuRUHRHBvAjrZ3qxKfGhLejnAKFT__5vVrq0sOHXHTNPCQrz5m_D/s960/En+tierras+como+estas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU0zkBftE8Fx8sgA48l2WTDplKdZlO9PYyIlDNmlhWtTVwXc3ebpdXT7mvgXzwXnWvbOUS1NzrG5Z1BGl6RuRUHRHBvAjrZ3qxKfGhLejnAKFT__5vVrq0sOHXHTNPCQrz5m_D/s320/En+tierras+como+estas.jpg" /></a></span></div><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><br /></span><b style="text-align: justify;"><span style="font-size: 20pt;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">La
pleamar de un poeta amigo</span></span></b><p></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Los dioses tutelares cobran a veces forma humana. Y, si
hay suerte, hasta habitan benéficamente pedazos de nuestras vidas. En la vida<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de Juan Ignacio González, la empresa generosa
de un hombre bueno (quizás una de esas deidades favorecedoras) ayudó pronto a
que sus inquietudes literarias se encauzaran a través de un grupo poético y de
una sociedad cultural. Juan Garay, que presidió Gesto durante más de treinta
años, tuvo la feliz idea de reunir, allá por el año 1982, a las voces más
jóvenes de la poesía gijonesa en unos recitales celebrados en la vieja Cátedra
de Extensión Universitaria de la calle Begoña. Allí se reunieron unas cuantas
trayectorias inaugurales y unos pocos escritores veteranos. Fruto de la
iniciativa surgió el Grupo Literario Cálamo, la revista que con el mismo nombre
se publicó durante unos pocos números, un premio de poesía erótica, los
encuentros Cálamo/Gesto y la colección literaria que publicó fundamentalmente a
los autores premiados con ese galardón, pero que también editó, al mismo tiempo,
algunos otros poemarios.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Y fue precisamente el libro <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Otros labios acaso</i></b>, de
Juan Ignacio González, el primer cuaderno impreso por Cálamo/Gesto. Corría el
año 1985 y era, también, la primera publicación de un autor nacido en Mieres en
1960, que había vivido la emigración con sus padres en Bruselas y que, una vez
regresado a su tierra, residía en Gijón desde 1971. Un libro, así pues, de un
joven de 25 años, que buscaba su propia voz y que, entretanto, se dejaba tentar
por la belleza culturalista de autores como José María Álvarez, Luis Antonio de
Villena o Antonio Colinas. Sus versos eran fundamentalmente sensoriales, de
amor carnal y noches de exceso; pero ya en ellos, entre otros indicios de lo
que iba a ser su poesía, Nacho González ensayaba el monólogo dramático, al que
luego recurriría a menudo y con verdadera pericia en otros libros, siguiendo la
estela de quienes la practicaron en España a partir sobre todo de la segunda
mitad del siglo XX, y que, a su vez, lo habían descubierto en el
posromanticismo inglés: se tomaba un personaje de la cultura o de la historia,
para que asumiese y transmitiera en primera persona las emociones que el
escritor deseaba expresar. En ese primer poemario de Juan Ignacio González los
personajes elegidos fueron John Milton, Rimbaud, Leopardi, Gauguin, Casanova,
Chopin, Boticcelli, Toulouse Lautrec o Lorca. Vendrían luego muchos más.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Aquella línea de poesía sobre todo suntuosa se mantuvo
igualmente en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Velar la arena</i></b>, un libro colectivo del grupo Cálamo, editado
también por Gesto, en el que Nacho González colaboró con una serie de poemas
que nos ponían en la pista de otra de sus influencias creativas: el ascendiente
grecolatino. En <b><i>Instrucciones para una larga ausencia</i></b>, su
aportación a aquella obra colectiva, asumía la voz de un<i> Desconocido muerto
de la Ilíada</i>, ponía voz a la <i>Despedida de Ulises</i>, letras a la carta
de un orfebre que tenía su taller junto a Santa Sofía, apuntaba un episodio de
la <i>Crónica Troyana</i>, describía cómo aguardaba Petronio la ira de Nerón o
en qué entretenía sus últimos días <i>Homero en Ios</i>: “<i>Ciertas tardes /
acude el sol lejano hasta mi túnica / me calienta los miembros / y oigo risas
de niños / por el puerto. Es todo lo que pido</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><o:p><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"> </span></o:p></p>
<p style="background: white; margin: 0cm; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Su tercera publicación consistió en la primorosa edición
—compartida con quien esto escribe—, de dos plaquettes contenidas en una cajita
de cartón lacrado a la que nombramos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Contra las oscuridad</i></b>.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La mitad de Juan Ignacio González llevaba a
su vez por título <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El cuaderno de la ceniza</i></b>, y en ella se anunciaban asuntos,
sociales y de memoria personal, que luego, poco a poco, empezarían a cobrar
mayor protagonismo en su discurso literario. La impresión de este volumen se
incluyó en una colección denominada <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuadernos
del Bandolero</i>, auspìciada por la modesta pero muy generosa empresa
editorial puesta en marcha en paralelo a su labor creativa por el propio autor.
<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 12.0pt; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Ya en Editorial Norte, y también en un libro escrito con
la complicidad de otro amigo, en este caso Javier García Cellino, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
vieja música</i></b>, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>publicó Nacho <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuaderno
de aves para un príncipe</i></b>. Era el año 2004, y desde hacía ocho había
llegado a la vida del autor un príncipe heredero al que le dedicó entonces este
poemario. Contenía también este volumen un bello homenaje a Cernuda, con dos
poemas en los que encarnaba su voz desterrada. Y había igualmente en su
contenido versos influenciados por otro de los mundos emocionales, el arábigo
andalusí, que siempre ha cautivado al autor.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 12.0pt; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Desde entonces y casi durante una década, Nacho González dejó
de publicar. Lo que no significaba que no siguiese escribiendo con letra menuda
en los cuadernos de los que siempre se ha acompañado, sobre en todo en sus
viajes de tren a Madrid, tan frecuentes<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>por la actividad política a la que en el ámbito de la izquierda
ecologista le ha dedicado una infatigable brega en su vida. Ese ocasional pero
largo silencio, de lecturas y ejercicio sin imprenta del oficio, le permitió
apropiarse, definitivamente, de una voz personal, reconocible, ya constante en
toda su obra posterior, que le ha permitido en los últimos años no sólo
publicar con más constancia, sino también con mayor seguridad y el creciente
favor de muchos lectores.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">Llegó así en 2013 <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El cuaderno de la ceniza</i></b>, incluido
en una segunda época de la colección <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Heracles
y Nosotros</i>, que el propio Juan Ignacio González había puesto en marcha a
finales de la década de los ochenta y en la que se publicaron, en su primera
etapa, nueve plaquettes de autores como Jaime Priede, Aurelio González Ovies o
Jordi Doce. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El cuaderno de la ceniza</i></b> era un libro de madurez, que mantenía la
marca de la casa, ese ritmo preciso, musical, con que dice sus versos Nacho
González. Persistían en él algunas de las referencias culturales que siempre lo
han acompañado, como su devoción por la poesía neohelénica de postguerra, de
Odiseas Elitis Yorgos Seferis o Yannis Ritsos, o la incursión en la metapoesía
con unos versos que llevan por título <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ella, maldita sea</i></b>, y que abrieron la
puerta a lo que vendría en sus libros siguientes, con los que se propuso “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">besar los sepulcros de los antepasados</i>”
—en su doble vertiente, familia y maestros— y ensalzar a los que vieron cómo se
quemaban sus banderas y se arrasaban sus himnos —compromiso ético—.<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></b></span></p>
<p style="background: white; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando enero fue pasto de las llamas</i></b><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>(Editorial La
Cruz de Grado), de 2015, lo puso en contacto con César García, que le editaría
posteriormente dos poemarios más ya en Bajamar, y con quien ahora inaugura, a
través de esta recopilación que prologamos, un nuevo reto en el sello, dar a
conocer la obra completa de algunos de los autores señeros del mismo. Es quizá <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando
enero fue pasto de las llamas</i></b> <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>uno de los libros capitales en la trayectoria
de Juan Ignacio González. Por la musculatura de su formato, por su tirada y por
la repercusión del mismo, dado que sus presentaciones, lecturas y ventas lo
acercaron a un público que ha ido creciendo desde entonces en número y
fidelidad. Y es un libro, además, donde la propia biografía se convierte en
argumento no sólo de memoria personal, sino de estigma de clase, la de los
humildes que, a pesar de sus penurias, mantienen la dignidad de una conducta
noble y combatiente: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">amar, ser fiel al
tiempo,/ hacer de la memoria la espuma de la vida./ no claudicar jamás a la
barbarie,/ ser cauterio en la herida del dolor de los otros,/ recoger en las
calles la semilla del duelo/ y sembrarla en los campos de honor,/ arriar cada
mañana en la bandera del miedo,/ no temer, y ser libres</i>”. Esa<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> semilla del duelo</i>, de la que hablan los
versos extractados, prendió en uno de los poemas más leídos y difundido de
Nacho González en estos años, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lampedusa o
jamás</i>, incluido también aquí y que ha servido decenas de veces para poner
voz a la aventura suicida del mar a tantos refugiados e inmigrantes: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Algunas veces nos comemos los peces que
alimentan</i>”.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="background: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En 2016 apareció <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los nombres de la herida</i></b>
(Editorial Playa de Ákaba), en el que se aplica el cauterio del verso a las
pérdidas o los ultrajes. A la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sombra
luminosa</i> del amigo muerto —Juan Garay vuelve a este prólogo—, “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">que todo lo rodea con un halo de tristeza /
cada vez que te nombro y no apareces</i>”. A la búsqueda tenaz de las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Madres de Mayo</i>. A las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tarjetas Postales</i> de su abuelo, el
ferroviario, que ponía en los ojos del exilio infantil las praderas de la aldea
perdida. A las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Trece Rosas</i>. A las <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Casas de acogida</i> que fueron escuela de
vida para el poeta. A <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los niños perdidos
de Lídice</i>, que tantas preguntas desesperadas, sin respuesta, provocan en el
poema y en la conciencia misma del mundo civilizado. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los nombres de la herida </i></b>se
fue forjando, por tanto, en la queja y la denuncia. Pero también, a
cuentagotas, en la ironía. Con la paródica censura, por ejemplo, del <b><i>Arte
de la Guerra</i></b> (de Sun Tzu): “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Inútil
distraernos con argucias / propias de tiempos de legiones sórdidas / que acatan
la orden ciega de morir con honor / por exiguas soldadas y para gloria ajena. /
Un guerrero que huye / siempre es un combatiente para futuras luchas</i>”; o con
la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mala sangre </i>que destilan los
poetas: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los poetas tenemos mala sangre,
/ resistimos muy mal el paso de los años, / nos ahogamos en charcos
pequeñísimos, / no sabemos remar contracorriente. /Llevamos las corbatas sin
estilo, / meamos a dos manos sobre el crítico / que desguaza con saña nuestros
libros”.</i><o:p></o:p></span></span></p>
<p style="background: white; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">En 2017 llegó <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="background: white;">El cuaderno
de la guerra y algunas notas sobre la paz</span></i></b><span style="background: white;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>(Editorial Bajamar), quizás el
libro con el que más repercusión y ventas ha obtenido la obra de Juan Ignacio
González.</span> Ejemplifica
l<span style="background: white;">a particular y firme
trayectoria personal de un autor que sigue escribiendo desde sus inicios hasta
ahora con un pulso muy similar: su corazón bombea con ritmo épico un canto que,
sobre cualquier otra cosa, honra a los desposeídos (por miseria, guerra o persecución),
una elegía que evoca el destierro de la infancia y el esfuerzo de sus padres. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
cuaderno de la guerra (y algunas notas sobre la paz)</i></b> es, desde su
título, un libro de urgencias. Está escrito desde el frente de batalla, que es
un lugar donde más que reflexión, se ejerce la defensa de la vida, la propia y
la de quienes elegimos por compañeros de destino. Hay un poema breve, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Manifiesto en favor de la prohibición del
ajedrez</i>, que resume el espíritu de este ejercicio literario cimentado en el
compromiso: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sacudid el tablero, la
partida / debiera terminarse / cuando se mueren todos los peones</i>.” El autor
se pone al lado de los peones y anima al lector, a través un<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>modo imperativo que configura un destinatario
colectivo al que se interpela a defender su causa, la de los débiles, en una
alegoría que equipara vida y ajedrez, rey y poder, peones y oprimidos. La
intención queda expresada y también el ámbito de responsabilidad cívica desde
el que se postula, que tiene el poder de provocar la creación, pero que no la
justifica, porque como acertadamente afirmó John Ashbery, que había vivido en
una era de turbulencias políticas sin por ello sentirse obligado a escribir
himnos sociales. “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Poesía es poesía.
Protesta es protesta</i>”. Los poemas de Juan Ignacio González parten
mayormente del desgarro social, pero se construyen con propósito de belleza. La
urgencia no les exime de la imprescindible exigencia formal, siguiendo la senda
ejemplar que en tal sentido dejó abierta la obra de Yannis Ritsos, a quien se
homenajea en dos composiciones que constituyen un oportunísimo epílogo al
cuaderno de la guerra, de tal modo que cerrándolo así queda explicitada la
inspiración no sólo de fondo, sino también de forma, que lo alumbró.<o:p></o:p></span></span></p>
<p style="background: white; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="background: white;">Los jardines en ruinas</span></i></b><span style="background: white;"> (Editorial Bajamar, 2019) toma su título
de un verso de Kostas Sterýopulos, en un préstamo que aúna dos, al menos, de
las características del libro: la influencia de lo griego (a la que debe
añadirse también el tributo rendido en las composiciones de la segunda parte a
la poesía arábigo-andalusí) y el propósito que alienta esta recopilación de
poemas escritos desde 1987 y casi hasta el momento de la publicación: ser
eslabón que enlace épocas separadas entre sí, al modo en que lo hacen las
propias ruinas a las que alude el título, que no en vano son, ese vínculo que
pone en contacto mundos aislados en el tiempo pero unidos en su condición fugaz
y en su ansia de perduración. “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esto es el
hombre</i>”, decía Cernuda frente a las ruinas, recordando que estamos hechos
de “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">materia fragmentaria / con que se
nutre el tiempo</i>”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Hay por tanto, en
esta visión de la poesía, una voluntad de que emerja trascendiéndonos al modo
en como lo hacen las propias ruinas, renaciendo lo que un día fue para que la
curiosidad de los que nos sucedan recupere una memoria que, en su trama
sentimental, probablemente se les antoje muy parecida a la suya. En este
poemario se apela a los sentidos, honrando, como dicen los versos de <i>Homero
en Ios</i>: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">las más hermosas costumbres
de los griegos,/ que son, como tú sabes,/ la música y los cuerpos</i>”. Esa
música viene acompañándonos a lo largo de toda la obra poética de Nacho, que
tiene para el ritmo poético una facilidad adiestrada en la lectura de muchos de
los autores citados en esos jardines. Un ritmo que endurece casi hasta la épica
en sus composiciones más sociales, que dulcifica en las más líricas y que
prosifica en las estrictamente narrativas. En la que vuelve, una vez más, al
monólogo dramático, un ejercicio de otredad que se mantiene a lo largo de todo
el poemario, por lo que uno tiene la sensación de que participa de una
prolongada confidencia que nos es susurrada al oído por los labios de un sinfín
de personajes suplantados prodigiosamente por quien toma de cada uno aquello
que mejor sirve a su causa: conmover, denunciar, seducir, consolar o
consolarse. Hay que poseer un acendrado espíritu empático para encarnar tantas
y tan variadas sensibilidades. Hay que haberse empapado durante años de
lecturas para transitar con tanta seguridad los escenarios literarios e históricos
evocados en el libro. <o:p></o:p></span></span></p>
<p style="background: white; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 12.0pt; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;"><span style="background: white;">Y finalmente, tras los primeros meses de
pandemia, y una vez finalizado el confinamiento, aprovechando la inmediatez que
otorga un formato como el de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Heracles y
nosotros</i>, Nacho ha dado a luz en 2020 el </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuaderno
para un confinamiento</i></b>, al que el
crítico cántabro Carlos Alcorta se refirió así: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">El sincero latido de su corazón no podía quedar expuesto de mejor
manera</i>”. Como tampoco, cree uno, podría exponerse mejor el inventario
exacto de sus constantes expresivas y referenciales. Por un lado, el verso
largo, medido, rítmico, que no escatima recursos ni distancias. Por otro, los “<i>nadies</i>”
sin amparo, las persecuciones genocidas del siglo pasado, su infancia de niño
de emigrantes, el amor ya sin artificio, la perspectiva de la vejez o las
reflexiones sobre el oficio. Esta pleamar que parece cumplirse con esta última
entrega poética, quizás se llene de más olas, pero estoy seguro de que todas
romperán en los mismos diques: la belleza irrenunciable, la música que la hace
posible, los asuntos que la vuelven trascendente.<o:p></o:p></span></p>
<p style="background: white; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="background: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">La calidad literaria de una obra no se
mide, es sabido, por la calidad humana de su autor. Hay canallas que escriben
como ángeles y ángeles, en cambio, que le guardan vasallaje a los renglones más
torcidos de Dios. Así<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que no siempre nos
encontramos con una obra como la de Juan Ignacio González, escrita por un tipo
ejemplar en lo civil y admirable en lo creativo, que se ha ido granjeando como
profesor de la Escuela de Trabajo Social el afecto sucesivo de unas cuantas
promociones de alumnos; que antes, ejerció de educador durante varios años en casas
de acogida, ofreciendo a muchos chavales sin suerte en su niñez algo más que un
resquicio de esperanza (y sé bien que es ésa una de las tareas que le han
reportado más satisfacciones a Nacho); que ha sido cofundador del Grupo Cálamo
en los años ochenta y del premio de poesía que lleva ese mismo nombre; que como
editor, ha dado a luz las colecciones <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuadernos
del Bandolero</i> y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Heracles y nosotros</i>;
y que en el compromiso político ejerce como militante veterano y con galones de
la izquierda ecologista. Un poeta, que eso se trata de reseñar aquí, que ha ido
forjando una obra que no sólo ya es extensa, sino que además cuenta con la lealtad
de muchos lectores y la admiración de muchos compañeros de oficio.<o:p></o:p></span></span></p>
<p align="right" style="background: white; text-align: right; vertical-align: baseline;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="background: white;"><span style="color: #666666; font-family: trebuchet;">José
Carlos Díaz</span></span><o:p></o:p></b></p>DIARIOS DE RAYUELAhttp://www.blogger.com/profile/08578968573295840638noreply@blogger.com0