de haberte deseado en otro tiempo
no es más quizás que el poso que revuelve
la rutina en este estudio angosto
donde a menudo intento viejas cartas
que hubiera de enviarte sin demora
desde hace ya más de algunos meses.
(Alguien vino a recordarme hoy que hubo un tiempo para Velar la arena. Volví por un momento al libro. Allí encontré aún estos versos.)
He añadido estos Diarios a mis Silenos. Saludos (volveré).
ResponderEliminarHermoso poema, sí señor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Saludos. Es la primera vez que paso por aquí: vengo del blog de Jordi Doce. He estado leyendo algunos de tus poemas: me han parecido muy buenos, enhorabuena. Volveré a pasarme. Sólo quería que supieras que me ha gustado tu blog.
ResponderEliminarLa rutina y el recuerdo, a veces tan hermanos y tan necesarios.
ResponderEliminarGracias Antonio por su visita y su enlace. Le prometo visitarle en cuanto pueda.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Ya sabes, Jorge, lo que aprecio tu opinión. Muchas gracias.
ResponderEliminarTe agradezco, Sergio, el comentario y la visita. Ya sabe Jordi también en cuánto estimo su generosidad.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Los poemas son también, querido Francisco, una forma de conocimiento. El que aquí se transcribió nació en las horas grises del trabajo. Por él supe, de pronto, que vivir de otro modo reqiere el firme propósito de escribir las cartas precisas en el momento adecuado.
ResponderEliminarUn abrazo.