Ayer disfrutamos de una velada deliciosa. Uno tuvo el
privilegio de participar en Baresías, iniciativa promovida por Ana Lamela en la que se aúna
música y poesía una vez al mes en El bello verano (rincón de esos que hacen más habitables las ciudades y más felices a la gente). Fueron muchos los amigos que
nos acompañaron. Que quisieron escuchar a Stephane Furber y a los Johnny
Gafapasta. Al primero le prestó uno su voz; los Gafapastas, por su parte, ofrecieron un acústico en el que sonaron la mar de bien.
A toda heteronimia le precede siempre un
condicional. Por eso se ha titulado el cuadernillo que ayer se presentó en público Si yo
fuera Stephane Furber. La poesía desvela intimidad; los diarios
cauterizan la vida; la novela levanta mundos desde el sueño o las obsesiones.
La suplantación planteada en los versos de Furber traza un puente entre la
autobiografía poética y la invención narrativa. Un juego que me traslada no
sólo al corazón de otro hombre, sino que me enseña a pulsar los acordes de una
guitarra, a beber sin desmayo, a amar a una mujer inalcanzable, a criar al hijo
de otro y a patear un lugar que nunca pisaron mis pies pero del que puedo dar
tantas pistas como cualquiera que hubiese nacido allí.
Todo escritor finge, incluso cuando dice la verdad.
En Furber, además, el fingimiento da un paso más allá y ensaya un estilo
impropio, pues nunca escribió uno así y quizás nunca lo haga de nuevo, pero
mientras fui la mano agradecida de ese hombre, procuré, os lo juro, no defraudarlo.
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Fotos de Arlé Corte |
Gracias a los que estuvisteis allí, gracias a Ana
Lamela Daphne
y gracias a los Johnny Gafapasta.
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