jueves, octubre 23, 2008

Mirada interior

El tiempo que les dedicamos a los otros puede enriquecernos o pudrirnos. Nos hace mejores cuando es entrega generosa, admiración o consuelo. Nos envilece, en cambio, cuando alimenta la murmuración o nos enfanga en la envidia. Males estos que se vuelven a menudo más tercos con la edad, con la deriva infeliz que toman tantas veces las vidas. Reconocer que casi nada fue al fin como quisimos genera un resentimiento que nos roba alegría y, sobre todo, tiempo; que nos pone en una desasosegante alerta, recelosos de quienes nos rodean, peligrosamente vengativos respecto de la dicha ajena. Por ello, a medida que se envejece, suelen volvérsenos más crueles los tiempos muertos, el ocio y la soledad. Eso que a veces se descalifica como aburrimiento. Porque entonces no sólo somos conscientes de la rapidez con que mengua el resto de nuestros días, sino también porque a la vez se nos abren las carnes en canal, la entraña misma de aquello en lo que, para bien o para mal, nos hemos ido convirtiendo. A esa umbría palpitante y viscosa sólo llega la mirada introspectiva en el silencio y a solas. Y cuando se tiene el cuajo suficiente.

7 comentarios:

Mori Ponsowy dijo...

¿Cuánto habrá de azaar y de cuánto seremos responsables en que las cosas resulten o no como quisimos? Una pregunta más de esas que no tienen respuesta.

Lula Fortune dijo...

A veces siento un pequeño cosquilleo de angustia ante el paso de los años, pero la mayoría de las veces, espanto ese sentimiento como una mosca pesada y molesta. Creo que los años me van dando distancia con las cosas, tolerancia, paciencia y un poco de desvergüenza, todo hay que decirlo. Pocas cosas son ya "la primera vez" pero mantengo la esperanza de que todavía queden algunas. Con eso me basta.
Un enorme beso interior.

mgab. dijo...

sí, mucho cuajo hay que tener para mirarse, y admitirse, a uno mismo. aún así, no comparto del todo tu pesismismo, la edad también nos vuelve un poquito más sabios, un poquito más desapegados de lo superfluo y por ende de la inútil y envenenadora envidia ... vale, a ratitos!
nos queda cultivar esos ratitos, mimarles para que se repitan: hoy tenemos una horita más! :)

bs

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Queridas tres, gracias por vuestras visitas y comentarios. Mori, yo creo que hay más de responsabilidad que de azar.
Lula, estoy contigo, todo eso pasa y es bueno. Y sin embargo...
Jin, me aplicaré en tu consejo. Te lo juro.
Un besazo a las tres.

Luna dijo...

Me gusta el escrito.
Soy cobarde para mirar el interior. Con lo desastre que soy,puedo encontarme cosas muy raras y llevarme un buen disgusto. Dejaré que pase el tiempo, total esa limpieza, nadie la hará por mí.

Saludos

Nuca dijo...

Efectivamente, así me veo a veces. El desencanto surge de las expectativas no cumplidas. A veces también me protejo y simplemente no espero gran cosa

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Me da que es una asignatura bien difícil esa de convivir en el silencio con lo que se ha llamado en el escrito mirada interior. De cualquier modo, creo que sería conveniente tener siempre en perspectiva esos viajes. Nos harían mejores en el día a día.
Un abrazo a ambos -Luna, Occam-.