jueves, diciembre 17, 2009

Cerrado por Navidad

Se comentó en la cumbre de Copenhague. Se dio cuenta del suceso en los informativos. Un iceberg del tamaño de un país abandonado navegaba por el Pacífico deshaciéndose más lentamente que un par de piedras de hielo en una copa de bar.
Al crucero un armador cursi le puso por nombre Navidad. Surcaba los mares en cualquier época del año, pero el muy soplapollas le puso Navidad. Iba repleto de gente. De orquestas de night club barato, casinos de monopoly, parejas ensayando una reconciliación imposible mientras se hacían el amor entre arcadas, maricas de pelo color jena, camareros cubanos, niños sin sueño y un capitán de orillas del mar Negro, de justo encima de los detritus del Danubio, un rumano francamente desagradable.
El impacto sonó como papel de regalo cuando se desenvuelve con prisas. Fue un ruido como de grieta desbocada. De derrumbe. De cataclismo. Como si se precipitaran por el suelo todos los adornos de los abetos del mundo. Los abetos mismos. Como si los renos de Santa Claus pisaran con saña el destrozo y rumiaran irreverentes los belenes. El barco fue un nuevo y luminoso Titanic. Una Navidad a pique. Náufraga. Sin supervivientes.

(Les deseo un buen 2010, si logran salir a flote.)

lunes, diciembre 14, 2009

De David Trueba

"Cada vez aprecio más la ausencia de disfraz, la antifotogenia de la normalidad. Me siento más cerca del autor literario que en lugar de balancearse con un whisky en cualquier humareda de madrugada, está poniéndole el termómetro a su hijo antes de llegar con prisa al cole. Y tanto que me siento más cerca." (Qué buen artículo.)

jueves, diciembre 10, 2009

Cruzando el puente

Días de descanso. De paseos. De comidas compartidas. De lectura y cine casero. Se le dió término a La historia del silencio, de Zarraluki. Divertida. Algo desordenada. Brillante en ocasiones. Una pareja, buscando cimentar lo suyo en un trabajo en común, se pone a escribir una historia del silencio. Mientras, alrededor, transcurren las relaciones de los amigos, de sus parejas, las infidelidades y las infelicidades. Tiene el relato ya unos años. Se escribió antes de Un encargo difícil y Todo eso que tanto nos gusta, que son mejores, más estructuradas, más conseguidas. En cualquier caso, una novela muy interesante. Vimos también una película agradable y encantadoramente rítmica: La boda del monzón. Un film indio que ganó hace unos años el león de oro de Venecia. Pero sobre todo este puente ha sido el de Apocalipsis Now, la película de Coppola que conseguimos en su versión extendida. Un portento. Una obra magistral en todos sus elementos: la original lectura que realiza del texto conradiano en el que está inspirada (El corazón de las tinieblas), la interpretación de sus personajes protagonistas y secundarios, el angustioso viaje y sus etapas, a cada cual más inquietante, la música, el horror que se masca en las más de tres horas de proyección.

Sigue la huelga de hambre de Aminatu Haidar. Pensaba en ello mientras paseaba a la orilla de la playa camino del trabajo. Pensaba en eso que pomposamente llaman causas y que a veces nos empujan como una fuerza ciega, invisible, a la que nos empeñamos en ponerle rostro, paisaje, patria. Que le da sentido a la vida, por desesperación o en la solidaridad. La causa siempre se nos antoja imprescindible mientras se brega por ella. Pero como toda utopía es ensoñación y, casi siempre, mentira. Algunos seres sagrados, decía Auden, sólo pueden definirse en términos de no ser: la Oscuridad, el Silencio, la Nada, la Muerte. La causa es para muchos un ser sagrado que sólo se define en términos de sacrificio. La tribu de la causa se ha reunido en torno de Aminatu como alrededor lo expiado. En la lejanía, sus hijos son una referencia vaga, sin movimiento, sin voz, casi sin rasgos. Causa parricida que parecen empeñados en definir también finalmente en términos de no ser para la propia Aminatu y, sobre todo, para su prole. Colateralidades de lo sagrado.

La arrogancia siempre es un argumento de exceso (pienso en Herman Tertsch). La sobrestimación de la ironía conduce a la pespectiva del picado: al menosprecio (chusco humor el de Wyoming). La violencia es yesca en la aridez cerebral de muchos. Siempre injustificable. Siempre peligrosa deriva hacia la trinchera.

martes, diciembre 01, 2009

Usos horarios

Los relojes de cuco no son suizos, se inventaron y se hacen en la Selva Negra. Tal creencia errónea sobre su procedencia quizás tenga que ver con que en ningún otro lugar del mundo se aprecie tanto esa celebración casi infantil del tiempo como en el pequeño país civilizado, pertrechado y neutral que es Suiza. No debería sorprendernos, por tanto, que desasosieguen los minaretes: van contra los usos horarios. El almuédano divide el día en cinco oraciones; el cuco en veinticuatro horas laicas.