viernes, octubre 19, 2012

Marejadilla

De las marejadas nos fascinan sus olas más altas. Arremeten contra los espigones y los acantilados y dejan en el aire un rastro de vía láctea. Hay, sin embargo, otras maneras de fijar en la retina los oleajes. Contra la fugaz pirotecnia de la espuma, la paciencia de la mirada alcanza en ocasiones a cuajar en humo hasta el más violento de los embates. El temple nos  deja entonces por recompensa una dignidad de óxido altivo.

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