domingo, noviembre 18, 2012

Un par de buenas películas


Casi media noche. Hace un rato que hemos vuelto del Teatro Jovellanos. Ayer vimos allí también otra película. Ambas del Festival de Cine. Las dos espléndidas. Duras. Hoy fue Epilogue. Israelí. A la entrada, en el Paseo de Begoña, había una concentración propalestina. Protestas contra los bombardeos de Gaza. El director del film, Amir Manor, se refirió en la presentación a esos manifestantes. Expresó su respeto y pidió, al tiempo, comprensión para un país en el que confía pronto gobierne una nueva generación, más dialogante, menos belicosa. Asistimos luego a la proyección. La historia de Hayuta y Berl, un matrimonio de ancianos israelitas que tras dedicar su juventud a luchar por un Estado social en su país, comprueban al final de sus vidas que ese sueño se ha quebrado cruelmente. Su único hijo vive emigrado en Nueva York. Ellos tienen enormes dificultades económicas. Viven en soledad. Cercados por las limitaciones de su edad, por su falta de recursos, por su fracaso ideológico. Película que arruga el corazón. Que deja escasas rendijas a la esperanza. El director aguardaba en el hall la salida de los espectadores. Lo vi de cerca. Muy joven. Extrañamente joven para una película que se pone de tal manera en la piel de dos ancianos —magistralmente  interpretados por Yosef Carmon y Rivka Gur—.
La de ayer fue La piedra de la paciencia. A su final aplaudimos con entusiasmo. Agradecíamos la visión de una película espléndida. Nacido en Kabul en 1962, el realizador y escritor Atiq Rahimi ha adaptado al cine la novela con la que consiguió el Premio Goncourt en 2008. Está basada en las vivencias de una mujer afgana que cuida a su marido, en coma por una bala alojada en la nuca tras una reyerta. A medida que los días transcurren, la protagonista, interpretada por una bellísima Golshifteh Farahani, le empieza a desvelar sus sentimientos al marido inconsciente. Sus revelaciones ganan con el tiempo hondura, sinceridad, crudeza. Ese cuerpo inerte, inexpresivo, casi muerto, se convierte en la piedra de la paciencia. En la mitología persa, esa piedra es mágica y a ella se le confían los sufrimientos, las miserias, lo que no nos atrevemos a revelar a los demás. La piedra escucha, absorbe como una esponja todas las palabras, todos los secretos, hasta que un buen día explota. Y ese día, uno queda liberado. Con esa leyenda por trasfondo, en la película se narra de modo admirable tanto la opresión de las mujeres en los países islámicos, como las turbulencias y la ruina de la guerra. Y se logra, además, con una dirección casi pictórica, ya que se tiene en ocasiones la impresión de que con algunos lentos encuadres interiores, magistralmente iluminados, las imágenes parecen querer llenar más un lienzo que una pantalla de proyección.

2 comentarios:

koolauleproso dijo...

Este año estoy ajeno al Festival. Se que es de lo poco que queda en Gijón. Se que como decía Xuan Bello en su columna de "El Comercio", al final apenas ha cambiado nada con el cambiio de Director; pero precisamente por ello, porque defenestrar a Cienfuegos fue tan gratuito, absurdo e imposible de explicar, me niego a "premiar" esa absurda maniobra con mi presencia en cualquier peli del FICX, al menos este año. El que viene, a lo mejor, ya se me ha pasado el "berrinche", y veremos.

Un abrazo, paisano (que sí, genial)

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

En Sevilla parece que agradecen esa defestración: su festival, bajo la dirección de Cienfuegos, ha experimentado un relevante salto de calidad.
Respetable, cómo no, tu postura.
A uno le pueden, sin embargo, las ganas de ver ciertas películas.
Esperemos que en las próximas ediciones el FICX mantenga el alto nivel alcanzado desde unos años hasta ahora.
Abrazo.