domingo, abril 22, 2018

Espazo Caritel


Dice Caxigueiro que la tierra que se extiende desde Estaca de Bares a Barreiro no tiene primavera. El viernes que estuvimos en San Martiño era por el calendario un día de primavera, pero es verdad que no lo parecía. Venía desde el mar una bruma insana que dejaba en el aire un aroma a verdín. Hay un poema del portugués Carlos Lopes que le dice a la camelia: “fazes do Inverno a Primavera”. Quizás tenga que ver esa voluntad de llevarle la contraria a la persistencia del invierno aquí, en esta mariña, pero también en otros lugares próximos y no menos olvidados por el sol primaveral, la afición por las camelias. El jardín del Espazo Caritel es un lugar de camelias. De muchas y bellas variedades de camelias. Sus vivos colores, realzados por el telón verde sobre el que florecen, son un espejismo primaveral.


El Espazo Caritel se levanta a los pies de una hermosa, imponente, oscura y húmeda basílica románica. Tiene una arquitectura moderna, de muros blancos y vanos acristalados amplios.  Allí se expone una muestra pequeña pero representativa de la obra escultórica y fotográfica de Daniel Caxigueiro. Él nos la mostró y explicó. El pequeño catálogo expositivo del Espazo deja apreciar el carácter conceptual de sus creaciones, que tienen allí el apropiado apunte para conocer algunas de sus principales obsesiones: las series Guerreiros (que parte del encuentro casual del artista con los dientes gastados de una excavadora, con la interpretación que un niño, su ahijado, hizo de aquel material y con la metáfora que a partir de ese encuentro recrearon sus cerámicas reproduciendo el motivo, en lo que bien podía entenderse como búnker o burka), O Bosque das Ausencias (donde un tratamiento expresionista del material cerámico otorga a una especie de máscaras vagamente griegas el aspecto torturado de todos los dolientes por guerra o injusticia) o A linguaxe da memoria (inspirada en la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo y que reproduce libros calcinados y mutilados depositados el suelo o sobre instalaciones móviles que aluden al permanente traslado de los conflictos y sus traumas).

Hay en la camelia, en su cultivo, quizás, un espíritu de rebeldía: la belleza retando brumas. Hay en la obra de Caxigueiro una defensa de la cultura, una denuncia de las agresiones contra la libertad y una voluntad de resistencia contra el mal que explican su obra y que, acaso, expliquen también su jardín.

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