lunes, junio 24, 2024

San Juan

Mientras llega el verano, que no es tanto un tiempo como una intención, la de deshilvanar las puntadas rudas del diario desengaño, recuerdo, como un antiguo verano pleno —luz y desenfado—, aquel espejo en que nos vimos reflejados por la ligereza de Jean Seberg triscando bajo los pinos de la Riviera francesa. Adiós tristeza. Al menos mientras duraba el color y la luz quemaba la película de los cuerpos expuestos sobre la arena al objetivo del recuerdo.

Vino después el blanco y negro. Y la añoranza de la plenitud en los veranos. Por más que sepamos que nunca serán los mismos. “Aquellos veranos de la niñez, cuando el calor descendía muy limpio desde el azul hasta el fondo de los alacranes, vuelven a la memoria en la noche de San Juan” *. 

(*) Manuel Vicent



domingo, junio 16, 2024

Donde el tiempo se suspende

En los lugares donde el tiempo se suspende, en los que por un instante o algunos días vives ajeno a su amenaza, te desgarra siempre una revelación cruel: todo se acaba. Porque miras a los tuyos y ves en sus ojos y en sus pieles los finales superpuestos de los años. Y te ves tú también así en sus miradas. Mientras, aquí y ahora, llega a la ventana el cielo amanecido como una piedra liviana que la luz del sol vetea. Y viene de la mar el aire como mil manos que agarradas a los troncos flamean el verde de los árboles. Y vuelan las primeras golondrinas. Apenas podría encontrarme el pulso, nada lo inquieta y late repitiendo a su modo la palabra paz, la sílaba paz, como pedía Andrade en sus versos: “Repite las sílabas donde la luz es feliz y se demora”.  Aquí es el lugar donde el tiempo se vuelve a suspender por un instante. Y esta certeza me urge otra vez de nostalgia por el presente.