jueves, junio 07, 2007

Lápiz

Escribo estos apuntes en la oficina, mientras hago un descanso en los quehaceres de la mañana. Lo hago, además, estrenando el almacén de un lápiz de memoria que recién he comprado. Será desde ahora mi nuevo moleskine virtual. El anterior, casi dos años conmigo, se me ha perdido. El lunes hube de andar con prisas de un lado a otro de la ciudad. Es muy posible que en esas carreras, que siempre son malas, se me haya extraviado. Creo que casi todo lo que contenía lo tengo a buen recaudo, grabado en otros archivos –con ese pensamiento me consuelo-. Lo que ahora me preocupa es en qué manos ande. Trozos de diario, poemas, algunas fotos… Qué pensará quien lea toda esta intimidad. Qué hará con ella. Ciertamente es como andar desnudo sin saber dónde ni cómo taparse.

3 comentarios:

Sir John More dijo...

En cierta forma, mantener un diario en la red es como darse un paseo desnudo por la calle. Quien encuentre el lápiz perdido bien podría encontrar un amigo, o quién sabe si borrará todo ese tesoro con un gesto insensato de desprecio... Una nueva aventura para tus palabras...

Casi seguro que visitaremos Somiedo, y los Picos occidentales andan compitiendo con la Costa da Morte a ver quién se lleva nuestra otra parte de las vacaciones. Lo que sí es seguro es que viajaré con ojos más abiertos gracias a tus notas de viaje y a tu forma de mirar lugares...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Seguro que disfruta de los textos.
Sir, dificil decisión, ambos lugares son dignos de visitar y disfrutar.

Saludos

Anónimo dijo...

En un epoca de gloriosa vagancia, laboral y viajera, llegué a convertirme en el más antiguo huesped de aquel hotel perdido ocho horas al sur de Acapulco.

Demasiado tarde descubrí que no todo el mundo está interesado por ver el mundo con ojos nuevos cada día y hacer de la vida una aventura en renovación perpetua. Para alguien, el hecho de compartir un gran dormitorio resultó sólo la oportunidad para un robo fácil. Lo más triste es que ese alguien fue "uno de los nuestros". Alguien que robó sin necesidad.

Querido amigo, yo si puedo imaginar dónde acabó mi intimidad, pues eso fue lo que se llevaron: cartas, fotos y la historia de mi familia escrita en el envoltorio de una tableta de chocolate.

En una papelera.