miércoles, noviembre 10, 2010

A dónde fuimos los días en que llegaron las lluvias

Casi como un confinamiento gustoso. Con esa sensación se reciben a veces las primeras inclemencias duras del invierno. Como si después de un tramo de vida demasiado expuesta, nos tentase el retiro. Sobre la claraboya del tejado percutía la lluvia como una ráfaga interminable de fuego enemigo. Leía sentado de espaldas a la calle. Me resultaba incluso agradable oír ese ruido de fondo desde el regazo de mi orejero. La casa era un libro, la luz cálida de una lámpara iluminando sus páginas y el acomodo en un asiento convertido en trinchera. Afuera, la estación hostil proseguía un asedio inútil. Cuando se hacía el silencio de la lluvia, me llegaban los acordes de una canción alegre. Mi hijo tocaba a la guitarra su particular versión de Brown eyed girl, de Van Morrinson. Una canción que en sus primera notas se pregunta Where did we go days when the rains came.

No hay comentarios: