martes, noviembre 08, 2011

Apuntes

Ahora sabría, demasiado tarde me temo, darle respuesta cierta a la pregunta de qué querría ser de mayor: un rentista con el gusto suficientemente educado como para escribir un diario ameno e inteligente, como para vivir a gusto en una ciudad de provincias, como para envejecer sin más sobresaltos que los propios de un padre razonablemente afortunado y de un hombre descreído y sin embargo empeñado en apurar cualquier dicha, pero en sigilo.

He aprendido a que no merece la pena apostillar las opiniones políticas de quienes, con demasiada fe y escasa intuición, se desahogan creyéndome de los suyos. La sola perspectiva de que ese plural me abarque termina por enmudecerme. El silencio, por tanto, puede ser a veces un esfuezo más social que la palabra.

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