jueves, enero 25, 2007

Bañistas

A eso del mediodía van llegando a La Escalerona. Nunca son menos de media docena y ninguno cumplirá ya los sesenta. Se quedan en traje de baño, guardan sus ropas en bolsas que cuelgan del muro y caminan decididos hacia la orilla. En invierno contrasta su desnudez con el buen pertrecho de abrigos y paraguas de los paseantes. Se bañan en la mar gélida y vuelven corriendo por la arena. Finalmente se secan enérgicos y felices. No les arredra el tiempo, pero tampoco lo detienen -quizás a eso aspiran-. Y es que me temo que en ese reto diario confunden las inclemencias climáticas de los días con su paso inexorable.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De vuelta a casa y antes de cerrar el ordenador definitivamente y pasar a Magris, un momento de parada para decirte que me vendría bien un baño de esos. Hoy no ha sido un buen día precisamente y estoy cansado. Pero no tanto como para no asombrarme, una vez más, de cómo (y por qué) algunas personas se sumergen en aguas gélidas. Dicen que el ejercicio físico exigente y regular libera algunas sustancias estimulantes para el cerebro que, finalmente, resultan en una adicción. Quizá ocurra lo mismo con los baños fríos.

Un abrazo cálido, por lo demás.

Felipe Sérvulo dijo...

Hola:
He estado este verano en Gijón y puedo decirte que, quizás, a sido uno de los mejores de mis ya demasiados veranos. Me ha gustado, sobre todo, la gente, sin dobleces, mostrándose tal como son. Del paisaje de Asturias sería superfluo hablar
Te he conocido a través de la página de Rosa Ribas y te añado a la mía. De este modo te tendré más controlado e iré entrando de vez en cuando.
Saludos.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Querido Felipe, nunca son demasiados los veranos. Me place su visita y sus comentarios acerca de esta ciudad a la que uno ama y odia según los días. Un cordial saludo.