miércoles, marzo 28, 2007

Les fabes risueñes

Estábamos comiendo cuando mi hijo, después de llevarse a la boca la primera cucharada de su plato, comentó que les fabes estaban risueñes. Quería avisarnos, me imaginé, de que las encontraba algo picantes. En casa solemos decir en esas ocasiones que la comida está alegre. Y la risa proviene de la alegría. Eso, supongo, fue lo que pensó mi pequeño. Nunca le ha hablado aún de Charlie Rivel, aquel payaso que se ganaba al público con unos sollozos tristes, como de lobo, con los que todos se reían.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué, pero dichos personajes siempre me dieron miedo, generalmente me ocultaba tras papá a fin de evitarles.

¿Te platico? (Abusaré de tu espacio hoy)

Alguna vez, cuando ya era bastante grandecita, se me ocurrió ir al circo (sigo sin entender de dónde provino ese impulso). Entonces -y esto en mi mente lo encuentro muy confuso aún… borroso- a mitad de la función, sentí la luz de los reflectores taladrar la vergüenza y la pupila en tanto que una multitud al mismo tiempo instaba a seguir las instrucciones del presentador (¿se dirá así?) con aplausos y exclamaciones. Memo, el payaso regordete nos hizo bajar (iba yo acompañada), de pronto me convertí en la protagonista de una historia a decir verdad muy divertida, ¡Dios mío!.
No recuerdo haber reído tanto como ese día, no recuerdo haber escuchado tantas risas en torno a la nariz de globo y la abultada peluca que tuvieron a bien colocarme para el espectáculo.
Y no más miedo.

Salí de ese lugar vivificada, sintiendo alguna extraña felicidad… de contagio.

Bueno, pues eso, y un abrazo para tu hijo.

(Aquí mucha comida es alegre. Ummmm, ummm)

=)



*Excelente día.

la luz tenue dijo...

A mí me parece que en los circos todos los animales sufren alopecia, que a los payasos les ha abandonado su mujer y que los domadores sufren extrañas desviaciones sexuales.

Enhorabuena por su blog.Un abrazo para su hijo.

Anónimo dijo...

Gracias a ambos (le serán dados -los abrazos-).