Ayer noche en los informativos de television se mostraban las imágenes de la comparecencia del lehendakari ante los tribunales. La jauría humana concentrada a las puertas del edificio judicial arremetía contra quienes han ejercido la acusación popular en la causa, el Foro de Ermua, a uno de cuyos siete miembros allí personados llegaron a agredir cobarde e impunemente -no se detuvo al agresor-. Era una masa vociferante y enajenada por el odio hacia el otro y el fervor hacia su lider. Sin poder quitarme aún de la cabeza el bochornoso espectáculo, me enfrasqué en la lectura. Ando estos días gozando del libro Una historia de amor y oscuridad, del escritor israelí, pacifista, Amos Oz. Descubrí de pronto entre sus páginas el siguiente pasaje: "La soledad es como un fuerte martillazo: hace añicos al cristal pero templa el acero". Y al hilo de lo visto y lo leído pensé en que ojalá conserven un temple de acero quienes ayer estuvieron tan solos y fueron de ese modo agredidos. Que ojalá lo conservemos todos ante la demasiada gente que anda las por calles afilando los colmillos en el mástil de las banderas (la de la patria grande y las de las patrias chicas).
2 comentarios:
Me uno a tu deseo de que conserven el temple de acero que sin duda tienen, y espero que aguanten los martillazos.
Aunque quizá no estén tan solos como pareció el otro día. Yo, por ejemplo, también estoy con ellos.
Un saludo.
Tengo la esperanza de que seamos unos cuantos y el temor de que estemos, a menudo, demasiado callados.
Un fuerte abrazo, amigo Malambruno.
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