lunes, octubre 01, 2007

Que vuelva el verano

Ya avisaba yo algunas entradas atrás sobre lo que se nos venía encima. Que las largas vacaciones que disfrutan los hombres públicos los dejan tan descansados que su vuelta a la actividad es casi sísmica. Vean sino a Ibarreche, hecho un brazo de mar y dispuesto a preguntarles a los vascos y vascas sobre si quieren o no abrir no sé qué puerta Porque además de volver guerrero, vuelve metafórico. No, no dice, oigan, les voy a preguntar sobre si están o no de acuerdo con la independencia. No, dice algo así como que quiere que su pueblo decida sobre si siguen avanzando, sobre si abren una vía nueva hacia una situación distinta. Enarca las cejas, hirsuta el vello cerebral, se tensa cual estreñido en faena y hace de su discurso un cuadro de mueblería, una estampita de iglesia evangélica: sobre los verdes prados de la campiña vasca, el sol del amanecer ilumina el camino hacia la libertad.
El panorama es el que es. No invita desde luego a la alegría. En el País Vasco, un tipo como bajado de algún platillo volante ejerciendo de iluminado ante una audiencia arrobada que muy probablemente disfrutaría con igual entusiasmo de un concierto de la Pantoja si en lugar de por peteneras le diera por el euskera. Por Cataluña unos cuantos políticos de camisa negra –por qué coño les gustará tanto lo oscuro- abogando también por la insularidad y cargando los mecheros de sus mesnadas para que le den candela a los retratos de los reyes. Y en el resto del país, una tómbola gigante preelectoral que trueca votos por cheques, macarios y chochonas.
Que vuelva el verano, que les den vacaciones. Es mucho menos lesiva la inercia que este afán por buscarnos la ruina a golpe de ocurrencia.

2 comentarios:

Portarosa dijo...

Qué bueno, JCD.

amart dijo...

Magnífico retrato, DR, ya quisiera yo, de este reyezuelo enano cuya megalomanía sólo es comparable a su mesiánica vocación de salvapatrias. ¿No habría un sitito para él en Birmania?
Sí, por favor, que vuelva el verano.
Un abrazo.