martes, noviembre 28, 2006

Sherlock Holmes de andar por casa

Ayer cuando llegué a casa a la hora de comer, mi hijo me abordó entusiasmado con el relato de lo que él y un compañero suyo de la escuela se traen entre manos. Nada más, y nada menos, que la resolución de un caso propio de detectives. En su misma aula, sobre la mesa de una niña, apareció una nota anónima. Del contenido de la misma no he llegado a conocer más que vaguedades: que si en ella el que firmaba se declaraba admirador secreto de la destinataria, que si le proponía algo así como una relación epistolar de papelitos a dejar en sitios previamente acordados… En realidad, lo que a mi hijo le interesa es saber quién escribió la nota. Y en ello está, acompañado de su particular Watson, y aplicándose en métodos deductivos que detalla en hojas manuscritas en las que se enumeran los avances de la investigación y los nombres de los sospechosos. Tengo con él, sin embargo, un conflicto de prioridades, pues mi pequeño considera más importante descubrir al autor del anónimo que investigar el móvil. Es lógico, la gracia para él está en quitarle la máscara al compi; la preocupación de su padre es conocer si mocosos de diez años se escriben ya recados de amor.

4 comentarios:

Miguel Sanfeliu dijo...

Supongo que no hay nada como una investigación de este tipo para despertar la mente de un niño.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Jajaja ... ay, querido Diario de Rayuela, a veces me sorprende lo decididos que pueden llegar a ser los chicos de hoy (y lo metódicos y organizados, también).
¿Sabes? esa suerte de intercambios epistolares, me resulta además tiernísima, tan de tiempos antiguos, me viene a la mente por ejemplo el caso Rilke - Marina... Ahhh, leerlos es devolverles algo, es hacerlos presentes, nutrirlos, nutrirnos.

En fin, que yo no me preocuparía tanto... (claro, eso lo digo porque no estoy en tus zapatos).

Saludos y un abrazo a tu pequeño detective.

(Ya después nos contarás en qué resulta todo esto... ¿quieres?)

Jajaja ayyy... ¡niño! y es que contigo uno se vuelve hasta curioso.

R.

Francisco Ortiz dijo...

A mí me remite a un anónimo recibido con once años y que son las palabras de amor más bonitas que nadie me ha escrito. Descubrí a la autora, eso sí.

la luz tenue dijo...

Sé de una niña de seis años que pasó una noche en vela, decidiendo si ser novia de un compañero de cole o no. Al final el trato fue que eran novios a todas horas (lectivas)excepto en el recreo.
Algún motivo habrá para que emborronen los cuadernos con miles de corazones con flechas...