El sábado reservamos una visita guiada a la Laboral. Luego recorrimos las salas del Centro de Arte y Creación Industrial. Fui a él receloso. La desconfianza, supongo, hacia ciertas manifestaciones artísticas. Los espacios del nuevo Centro de Arte son amplios, diáfanos. Transmiten una mezcla de sensaciones diversas: de libertad, de desnudez, de provisionalidad, de modernidad. Paseamos casi solos. Las salas parecían aún mayores. Se mantiene allí estos meses una muestra titulada Emergentes. Diez instalaciones de jóvenes artistas latinoamericanos, exponentes de las nuevas tendencias del arte electrónico. De entre ellas, tres me parecieron especialmente sugestivas. Recomputing Espace, del peruano Rodrigo Derteano sobre los sonidos urbanos. Un montón de pequeños altavoces distribuidos ordenadamente por el suelo reproducen los ruidos y voces de la ciudad. El sonido se traslada de un lado a otro, en forma análoga al movimiento de quienes realizaron la grabación. En medio de la oscuridad y soledad del espacio expositivo es inquietante cerrar los ojos y dejarse llevar por esa mezcla de conversaciones sorprendidas al azar, de motores que se ponen en marcha a nuestras espaldas. Ese murmullo cotidiano que de repente nos resulta totalmente nuevo en el aislamiento del contexto en que se materializa. Almacén de Corazonadas, del mexicano Rafael Lozano Hemmer, es la obra más poética. El visitante graba los latidos de su corazón en una bombilla. De modo que cada uno de los casi cien focos dispuestos que cuelgan aparentemente sin más vida que su luz intermitente desde lo alto de la gran sala, centellea a un ritmo distinto, transidos por el pulso de todos los que toman parte activa de la instalación. Por último, los peruanos José Carlos Martinat y Enrique Mayorga montan un recinto cúbico, Ambiente de Estereo Realidad 4, que oculta en lo alto de sus paredes tres impresoras que emergen a través de pequeñas ventanas, tanto hacia el interior como hacia el exterior. Desde ellas se precipitan papelillos con textos breves. Un sistema de algoritmos genera cadenas de búsquedas en la web para armar composiciones casi surrealistas. En la angosta intimidad del cubo, el visitante, como un Nabokov que hubiera olvidado su cazamariposas, manotea el aire tratando de atrapar el vuelo de esos poemas casuales que caen tan lentamente como copos de nieve.
De vuelta a casa pensaba en el enorme formato que a menudo precisan las nuevas piezas artísticas. La esquemática representación de cazadores y bestias en las grutas prehistóricas, la pedagogía románica, las tablas flamencas o la inquietante abstracción pictórica o escultórica de las vanguardias de principios del XX tenían la proporción del espectador. El nuevo arte precisa de enormes recintos. El artista jibariza al visitante, que debe adaptarse a la obra y tratar de entenderla. No es más, creo, que una inclinación vertiginosa del fiel de la balanza. El peso del arte, su protagonismo, reside, más que nunca, en el artista. Su tiranía –no se malinterprete el concepto- lo condiciona todo. Su prestigio social le permite crear mundos a la medida desproporcionada de la vanidad que el arte inocula. A veces el resultado es apasionante. A veces.
De vuelta a casa pensaba en el enorme formato que a menudo precisan las nuevas piezas artísticas. La esquemática representación de cazadores y bestias en las grutas prehistóricas, la pedagogía románica, las tablas flamencas o la inquietante abstracción pictórica o escultórica de las vanguardias de principios del XX tenían la proporción del espectador. El nuevo arte precisa de enormes recintos. El artista jibariza al visitante, que debe adaptarse a la obra y tratar de entenderla. No es más, creo, que una inclinación vertiginosa del fiel de la balanza. El peso del arte, su protagonismo, reside, más que nunca, en el artista. Su tiranía –no se malinterprete el concepto- lo condiciona todo. Su prestigio social le permite crear mundos a la medida desproporcionada de la vanidad que el arte inocula. A veces el resultado es apasionante. A veces.
8 comentarios:
...y sólo a veces, las menos.
También es posible que no tenga conocimiento para apreciarlo.
La vanidad existe en todo ser humano, cuánto más en los artistas, de todo tipo.
No sensuraría el arte de lo que presentan, pues para ellos lo es, su obra es su hija y por lo tanto la aman más que a sí mismos. El que organiza la muestra también tendría que ser analizado a fin de ver qué intereses cuentan a la hora de escoger las obras.
En fin hoy miré en el periódico de Coruña que en Santiago de Compostela se hizo una muestra de cocina y halabaron y fotografiaron una enorme piedra que hacía de plato a unas pocas verduritas hervida. Snobismo y vanidad, está servido.
Me pregunto cópmo estarán cuidados los jardines que hizo Winthuysen... una forma de apreciar el arte, con profundidad, con sentido.
Un abrazo.
Creo que de algún modo le has dado palabras a algunas sensaciones que en mí se producen ante las nuevas manifestaciones artísticas. Y en esto que precisás "El artista jibariza al visitante, que debe adaptarse a la obra y tratar de entenderla" como si hubiera un sentido unívoco al que se debiera acceder. Pocas veces me sucede y admito, que no suelo ir seguido a exposiciones, que ese resultado apasionante despierte algo en mí distinto, que abra a algo de lo propio. Como especie de soledad globalizada que no hace de lazo sino todo lo contrario. Pero bueno, como a veces también suelo decir, "no estoy apta" para entender el arte moderno!!!
Pero ciertamente las nuevas formas de expresión también hablan del tratamiento de lo simbólico y de lo que eso puede o no ser tomado por otros, disfrutado, degustado, aprehendido.
Siempre es grato encontrarse con tu escritura!
Con esa idea iba uno al lugar, querido Occam. Y sin embargo me gustó, y mucho, lo que ví. Sobre lo tener o no tener capacidad de apreciación, a uno le parece que si bien la sensibilidad se educa, a ciertas edades y con cierto bagaje, todos podemos decir, sin miedo, lo que nos gusta o nos espanta. Así que ánimo.
Un abrazo.
En esto del arte -bienvenida Rosamaría-, como en tantas otras cosas, hay que distinguir el polvo de la paja. Y echarle el arrojo necesario en ocasiones para gritar que el rey anda desnudo.
Un cordial saludo.
FPC, los jardines están ahora mismo hechos una ruina. Dicen, en ello se confía, que pronto recuperarán el diseño de Winthuysen. Esa vaga evocación del Generalife que para ellos soñó el sevillano. Ver verermos.
Un fuerte abrazo.
Querida Susana, no creo que haya mejor manera para afrontar lo que tu llamas "arte moderno" que recordar aquello de que si la naturaleza no es siempre bella,¿por qué el arte ha de imitarla entonces? Supongo que situados en ese escalón tenemos una mejor pespectiva del asunto. Aunque no siempre la precisa, porque, como dije y tu reiteras en el comentario, estas manifestaciones nuevas nos reducen mucho en tamaño. Se hace difícil abarcarlas, visual y, en muchas ocasiones, también conceptualmente.
Un abrazo.
Publicar un comentario