viernes, noviembre 28, 2014

Caxigalíne(a)s

 
  • A qué justificarse: atajemos camino a través de la enmienda.
  • Un buen fotógrafo criba con su objetivo la íntima memoria del mundo observado. No trata de duplicarlo, sino de resumirlo.
  • Demasiados años ya como para seguir dócilmente el protocolo; me basta con la compostura: una forma de distancia desde la que, al menos, se tolera la convivencia.
  • Era un poeta social: brillaba en los cócteles.
  • Si bien es necesaria la vanidad para un artista, nunca al punto de que por satisfacerla se vuelva indigna su obra.

jueves, noviembre 13, 2014

Sondas y sondeos


Un poco como el módulo Philae, que ha aterrizado, para nuestro asombro, en la superficie de un cometa, Andrés Trapiello, comprometido en los últimos tiempos activamente con la Constitución, aterriza, para su pasmo y a la vez para ejercicio, como siempre, admirable de su pluma, en una plaza pública con un manifiesto en la mano. Philae y Trapiello comparten vacíos. El primero el existencial vacío del espacio y el segundo el más doloroso vacío del abandono. Pero ante la proclama cacereña, uno llega a la misma conclusión que un afortunadamente restablecido Reverte expresa en su columna de hoy: “Para que haya un mártir se necesita un verdugo”. Por lo que no creo descabellado plantear entonces un par de preguntas ingenuas:

a)  ¿Las soluciones del manifiesto leído por Trapiello no hubiesen sido “miel sobre hojuelas” para los referumdistas, toda vez que una intervención sin miramientos del Estado los hubiese apiñado, e incluso engrosado, m(M)ás?

b)  Si la respuesta a la pregunta anterior —siguiendo el modelo de cuestionario doble planteado por las papeletas de la Consulta— es claramente afirmativa, ¿no es menos cierto que si nos echamos al pecho el escudo constitucional se nos quedan, como a los troyanos, las vergüenzas al descubierto?

Son —mea culpa— preguntas de quien no disponiendo de un bagaje de certidumbres, como parece el caso de todos quienes opinan sobre al asunto, encuentra rastros de sensatez sobre todo en las incertidumbres.


Ilustraciones (leíbles al cliquear sobre los títulos de ambos artículos):



"El manifiesto que iba a leer era breve y claro, sin énfasis, sin retórica. Creo sinceramente que ningún demócrata hubiera dejado de suscribirlo. Lo había redactado un hombre, Fernando Savater, a quien debe tanto en su lucha decidida contra el terror, los liberticidas y toda forma de matonismo un Estado de Derecho que puede permitirse el lujo de tirarlo también a un cesto de mimbre, por viejuno."

Andrés Trapiello


"Abro el periódico y sigo viendo a Artur Mas copando los titulares con un discurso tan subnormal como el de septiembre. (¿Por qué los catalanes están condenados a tener de cuando en cuando un presidente mesiánico?). Mas saca pecho y pide que le sacrifiquen como hizo Companys hace 80 años. Pero le falla que nadie tiene ganas de detenerle. Para que haya un mártir se necesita un verdugo."

Jorge M. Reverte

martes, noviembre 11, 2014

lunes, noviembre 10, 2014

Ser leído, sin más


"La actividad del escritor busca que se le preste atención, no el halago (algunos habrá que necesiten el halago, pero no es así para otros). Para algunos escritores, entre los que me cuento, el increíble número de publicaciones literarias actuales, así como la diversidad de ofertas de ocio que tenemos incluso sin salir de la propia casa, hacen que consideremos un privilegio el hecho de ser leídos, en el sentido literal, puesto que el lector privilegia nuestro libro al leerlo, prefiriéndolo y jerarquizándolo frente a miles de posibilidades a su alcance, literarias y no literarias. Ese hecho de ser leído, que a la vista de la caída imparable de las ventas de libros ha pasado de ser algo habitual a ser algo cuasi milagroso, es suficiente agradecimiento en sí mismo. (...) En mi caso, el fin de la literatura, mi vocación, es ser leído. Cuando alguien me dice "estoy leyendo tu libro", sea comprado o sea sacado de una biblioteca pública, me doy por infinitamente agradecido. (...) Ser leído, sin más. Ahí, entiendo, está el pago justo y más que suficiente para compensar un trabajo solitario de años."
Vicente Luis Mora

viernes, noviembre 07, 2014

Kobane

Niña kurda herida en los bombardeos de Kobane (erkan.wordpress)

Los que miran a la muerte de cara

"Estos días en que Kobane está de actualidad, sencillamente porque la están destruyendo (...). Si la modesta Kobane cae, y es devuelta al anonimato de los espacios aniquilados, se confirmará el triunfo de la hipocresía y tendremos un nuevo motivo para la vergüenza."

Rafael Argullol

martes, noviembre 04, 2014

Los bárbaros

Aquellos bárbaros de Cavafis, aguardados en la esperanza de que el mundo tomaría quizás con ellos otro rumbo, pero que finalmente no sólo no atravesaron las fronteras, sino que incluso nunca llegaron a existir, tienen hoy la apariencia de una afirmación plural, de un podemos convencido que golpea en las aldabas de nuestras puertas. En los límites del país, los sacerdotes están levantando alambradas con sus sermones, con sus advertencias rematadas por cuchillas que tienen por objeto no tanto impedir la invasión de los que llegan como disuadir a los que desde dentro están dispuestos a echarles una mano cuando intenten el asalto final. Los bárbaros resultan amenazantes porque ciertos viajeros cuentan que sus costumbres son primitivas; su lengua, rudimentaria; su justicia, cruel; y sus generales, sangrientos. Son gente, dicen, habituada a la intemperie y, por tanto, soberbiamente fuerte. Sin miedo y con mirada decidida. Que reniegan del refinamiento, recelan de las leyes y no adoran a dios alguno, sino que temen tan sólo el poder caprichoso de la naturaleza. Todo eso cuentan de ellos quienes viajaron como cronistas en las filas de los ejércitos que aseguran nuestras fronteras. Todo eso y que ahora los bárbaros están cerca. Desde el interior hay quien ve en este mundo en paz demasiadas grietas de miseria; la rutina del expolio a manos de los senadores; el poder terrible del oro acumulado; el reparto injusto de las cosechas; la desesperanza de los muchachos y la mentira interesada de todas las noticias que se propagan. Por eso se cuenta que en las tabernas, las escuelas, los mercados y hasta en los vomitorios de los estadios, los bárbaros despiertan una desconcertante simpatía. La esperanza de que en el filo de sus espadas se refleje cuando lleguen el miedo de quien gobierna con torpeza o de quien esquilma sin remordimiento, la esperanza de asistir a esa humillación aun a riesgo del ciego impulso con que suele manejarse toda arma y de la extraña resignación con que parece aceptarse la incertidumbre de un gobierno desconocido. Pero tarde o temprano tenían que llegar los bárbaros. Hace tiempo que los césares trasladaron sus palacios muy lejos de las ciudades. Hace tiempo, también, que las ciudades se convirtieron en un redil de apatía.



Esperando a los bárbaros, de Konstantino Kavafis

¿Qué esperamos agrupados en el foro?
Hoy llegan los bárbaros.
¿Por qué inactivo está el Senado
e inmóviles los senadores no legislan?
Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes votarán los senadores?
Cuando los bárbaros lleguen darán la ley.
¿Por qué nuestro emperador dejó su lecho al alba,
y en la puerta mayor espera ahora sentado
en su alto trono, coronado y solemne?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Nuestro emperador aguarda para recibir
a su jefe. Al que hará entrega
de un largo pergamino. En él
escritas hay muchas dignidades y títulos.
¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten
sus rojas togas, de finos brocados;
y lucen brazaletes de amatistas,
y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas?
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados
en oro y plata, signos de su poder?
Porque hoy llegan los bárbaros;
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.
¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores
a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia?
Porque hoy llegan los bárbaros
que odian la retórica y los largos discursos.
¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.)
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
y sombría regresa a sus moradas?
Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.
Y gente venida desde la frontera
afirma que ya no hay bárbaros.
¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
Quizá ellos fueran una solución después de todo.