miércoles, diciembre 31, 2008

NaviHaiku

Entre ascuas viejas
se aviva el fuego nuevo:
la vida llama.

(A todos los lectores de estos Diarios: salud y un buen año 2009.)

martes, diciembre 30, 2008

Cine y reencarnación

Hemos visto de nuevo Remando al viento, el viejo film de Gonzalo Suárez. Sigue siendo un prodigio de buen gusto fotográfico, musical y literario. No sé, en cambio, si todo ello amalgama una buena película. Me temo que se disfruta más como un placer estético que como un artefacto cinematográfico. En cualquier caso, merece revisarse cada cierto tiempo, dejándose seducir por ese romanticismo esteta, frívolo y a la vez trágico que tan bien encarna Byron.

***
Si volviera a nacer, me digo al modo en que se respondía a esa clásica pregunta, no creo que cambiase demasiadas cosas de mi vida. No obstante, sí querría que algunas se me otorgaran de otro modo, más generosamente. La paciencia, por ejemplo. Y la mesura, que nunca es bastante, sobre todo la mesura en la palabra. Qué lujo incomparable sería el de adornarse de paciencia y discreción. Y cuánta práctica exigen a quien la naturaleza no le predispuso para tales gracias.

domingo, diciembre 21, 2008

Versión homérica

Hay tardes que se prolongan inesperadamente en las tabernas. Todo empieza con el encuentro ocasional con un amigo o con el asco repentino. Apenas se precisan no más de un par de copas. Apenas de la cháchara confiada de quien nos acompaña o del rumor de las voces que creemos hoscas cuando entramos en los bares, pero que pronto se nos vuelven dichosamente cómplices. Allí procuras ese calor que arranca en la garganta y te baja como los consuelos hacia el pecho, ese calor que vuelve romas las aristas de todo mundo. Te acompaña esa tibieza íntima hasta la cama. Contigo comparte el duermevela de una embriaguez que siempre se te antoja gobernable. Esas noches tienen manos ásperas. Como si en la oscuridad algo indefinido pero repulsivo se te ciñera de tal modo que todo cuanto piensas se torna alucinación. Y hasta tus propios dientes, ese dominó minúsculo que has ido erosionando con malos tragos, te parece, de pronto, ajeno. Y aún así intentas desesperadamente borrar el polen amarillo con que las flores del mal lo cubren. Te miras en el espejo del baño, allí anda casi hipnótica la carne viva de los ojos. Te cepillas extenuadamente la dentadura hasta que despiertas en ella caries remotas, hasta que notas el sabor ácido de la sangre en las encías. Expías con esa higiene las culpas que te intuyes. Te acuestas luego a oscuras y sientes de inmediato un dolor angosto, subterráneo y sutilmente afilado en uno de los dientes. Te llevas el pulgar y el índice hasta el sitio mismo donde percibes la punzada. Se agazapa en un diente que no es diente, sino el preciso decorado de la nada, un sepulcro blanqueado, una endodoncia. Y esa fiebre ebria con la que te has ido a la cama escarba sagazmente en ese punto exacto la explicación de tu dolor. Te desvela que tu boca es Troya y ese pedazo de marfil intruso el caballo donde se esconden los gusanos de tu destrucción, los vermes silenciosos que minan tu ruina entre los maxilares, que se reproducen como ratas y que te desdentarán antes del amanecer si el sueño no te salva.

miércoles, diciembre 17, 2008

Grillería

Tal parece el canto de los grillos / que la noche fuera un grifo mal cerrado / que incesante goteara / sobre un prado de cristales de Bohemia.

domingo, diciembre 14, 2008

Fête foraine

No sé por qué soñé anoche que algún asunto me llevaba a un barrio populoso y alejado del centro de la ciudad. Casas modestas, jardines agostados y en uno de sus descampados el trajín de varios vecinos afanados en levantar algunas carpas. Parecían miembros de la comisión de fiestas. Le dedicaban a aquella tarea su tiempo de descanso una vez terminada la jornada laboral. Lo hacían con un entusiasmo desinteresado y algo ingenuo. Y de repente, me pareció que no era distinto ese afán al que uno le pone a lo que escribe. A lo que va armando a la noche, en los tiempos muertos, por los rincones. A lo que se levanta con la arquitectura frágil de lo ilusorio y brilla apenas en la verbena de un suburbio.

miércoles, diciembre 10, 2008

Cosas

Cuenta N. mientras comemos que en clase de Cultura Clásica les pidió a sus alumnos ejemplos de palabras que empezaran por el prefijo de origen latino “omni”. Consiguió que dos chicos levantaran la mano. Uno dijo: “omnitorrinco”. El otro, más escueto: “omni”, explicando que así se llamaban las naves espaciales de los extraterrestres. Coda: no sería de extrañar que el animal del primero viajase a bordo del vehículo galáctico del segundo.

Más. No hace mucho, J. me comentó que había sorprendido a dos abuelas hablando de sus nietos. Relataba una de ellas el consejo que les había dado a los suyos: “Ahora que empiezan los exámenes, tenéis que hacer un esfuerzo y empinar los codos”. Coda: esto es, botellón ilustrado.

lunes, diciembre 08, 2008

Cita con Alejandro Céspedes

Mañana martes, día 9 de diciembre, en la Sala de Conferencias del Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón, Alejandro Céspedes presentará su libro Los círculos concéntricos. Introducirá el texto Jorge Fernández León.
Alejando Céspedes nació en Gijón en 1958, es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Oviedo. Desde 1985 reside en Madrid, donde ha desarrollado su actividad profesional como gestor cultural, director de espacios escénicos y como director de escena, habiendo realizado numerosos montajes de ópera y zarzuela. Ha sido crítico literario del diario El Mundo y colaborador en numerosas publicaciones literarias. Miembro de la Sociedad General de Autores de España desde 1987, ha escrito letras de canciones para músicos españoles, entre los que destaca Luz Casal. Antes de Los círculos concéntricos (AEAE, Madrid. 2008), publicó Sobre andamios de humos, 1979-2007 (Vitruvio, Madrid. 2008); Hay un ciego bailando en el andén (Hiperión, Madrid. 1998); Las palomas mensajeras sólo saben volver (Hiperión, Madrid. 1994), con el que obtuvo el Premio de Poesía Hiperión; Tú, mi secreta isla (Plaza de la Marina, Málaga. 1990); Muchacho que surgiste (Scriptum, Santander. 1998); James Dean, amor que me prohíbes (Pamiela, Pamplona. 1986); La noche y sus consejos (Genil, Granada. 1986).

Los círculos concéntricos, del que se transcribe uno de sus textos, ha obtenido el XIX Premio de Poesía “Blas de Otero” de Majadahonda.
CAMINÉ. Caminé. Recogí los guijarros uno a uno de todos los caminos para no dejar huellas. Cada vez que doblaba mi cintura y la ponía derecha con una nueva piedra entre las manos, crujía una vértebra en mi espalda.
La piedra que dejaba caer sobre las otras hacía el ruido sordo del metrónomo.
Otro segundo más, un fruto recogido que se pudre y que deja un círculo de óxido señalizando, como la sangre seca, mi regazo.

miércoles, diciembre 03, 2008

Pinturas

Qué extraños y sin embargo evidentes paralelismos puede advertir un observador melancólico entre los sencillos objetos de los bodegones de Morandi y los personajes solitarios de Hopper. Hay en la pintura de ambos algo común: la piedad hacia el abandono.