miércoles, junio 22, 2011

Economía humilde

"Solo una economía humilde, que reconozca que sabe poco sobre los mercados financieros, será fuente de progreso y estabilidad."

Antón Costas
(en un magnífico artículo titulado
Quiebra moral de la economía de mercado,
publicado en EL PAÍS el 18 de abril de 2011)

martes, junio 21, 2011

Que nos dure

Ha vuelto. Anduvo en el límite. De funambulista por unos días en el alambre de la vida. Pero ha vuelto. La mejor de las noticias. Y vuelve sin arredrarse. Ni por el susto ni por las pocas fuerzas. Ayer, echándole un vistazo a las fotos de la marcha quinceme de por aquí —muy concurrida pese a la fiesta y al sol playero—, lo vi entre los manifestantes. Hacía calor pero llevaba puesta una chaqueta de otoño. Y aunque se abrigase aún como los convalecientes, miraba al frente con renovada energía. Decía Mairena que hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas. No es mal consejo para saber a quien arrimarse. Él es, precisamente, de los que no te ponen en duda, de los que siempre están cuando hace falta. Que nos dure.

martes, junio 14, 2011

Sobraduría

En un —quizás exagerado— cuarteto decía lo que sigue mi admirado Gonzalo Hidalgo Bayal: Nunca pongas a nadie en compromiso / de deleite que tal vez no apetezca, / que es ley que cada cual goce  sufra y padezca / a solas en su solo paraíso. Y apunto entre guiones lo de “quizás exagerado”, porque, no obstante lo sentenciado en los versos, el propio Bayal persiste, con una intermitencia discreta y bien medida, en ponernos bajo la barba sus particulares deleites a través de su cuaderno digital. No en otra cosa consiste esa bitacorería que tantos practicamos —aunque con menos fortuna que él— y que es arte, como el de los buenos bármanes, de combinación precisa, agite reflexivo previo y presentación corta pero visualmente efectiva. En eso y, además, en las dosis imprescindibles de la angostura (por lo amargo de su reconocimiento) que es la vanidad. En cualquier caso, a pesar de la disculpable contradicción de que adolece la estrofa trascrita en relación con la práctica de su creador extremeño, debe tenerse muy en cuenta el consejo por lo que supone de inyección bromúrica contra el rijo egocéntrico, ese que no sólo nos lleva en ocasiones a compartir lo que nos place, sino a sentar cátedra sobre lo que debería y no debería ser fuente de dicha (preceptiva estética) e incluso, en el colmo de la sobraduría, sobre lo que está o no está bien (certidumbre teológica —no le cabe otra calificación a lo que, más que sobre argumentación, descansa sobre certezas de entradas de blogs o sobre arrogantes correos electrónicos—).

lunes, junio 13, 2011

Crónica de una vara

Al final, entre flashes y parabienes, había una mujer que sujetaba una vara con la torpeza de todo gesto desacostumbrado. Hubo antes discursos justificativos y postulantes. Incertidumbre. Gritos destemplados en la plaza. Invitados formales y allegados vestidos para la ocasión. Dos maceros que eran como un rastro desganado de tradición. Teatro, en fin, con decorado sólido, figurantes de ánimo diverso y actores principales que llevaban su papel entre alfileres. Desde la butaca, como espectador desapasionado que gusta del estilo más que de los desenlaces, me pareció que el deus ex machina se decantaba por lo simple. El tiempo dirá si también por la simpleza. A la gestión pública es deseable que se llegue con ganas, con vocación de servicio y de honestidad, pero también con conocimiento de causa. Toda responsabilidad alcanzada agónicamente parece lógico que despierte dudas en el elegido y en su alrededor. Como las indecisiones de los motores fríos, esas dudas se toleran si la maquinaria arranca luego y toma brío. La vara, toda vara, suele ser medida. La del sábado tenía la exacta longitud del temblor. El que acuciaba a unas manos acostumbradas al bisturí pero que extrañaban la textura nudosa del poder.

jueves, junio 09, 2011

Repliegue


El aforismo es fibra. Músculo tenso de maratoniano. Combate contra el añadido inútil. Si fuera edificio, lo sería románico. Sillares sólidos, arcos de medio punto, umbría y capitel textual. Recogimiento. Austeridad. Casi silencio. A veces no vendría mal recurrir a esa economía. A esa subsistencia en lo imprescindible. Hasta decreciendo incluso a ratos. Amortiguando el ruido. Renunciando a la réplica. Quizás la humildad no sea más que una forma civilizada de orgullo, pero al igual que las máscaras venecianas otorga un anonimia distinguida.

miércoles, junio 08, 2011

Nuevas caxigalíne(a)s

Jactancia: onomatopeya del soberbio.

La austeridad es un vicio de humildes, una sospecha de quietud que despierta el apetito de los caimanes.

Hay en todo Pigamalión un cruel Saturno en ciernes.

Obtuso: ángulo muerto en la visión de todo militante. Militante mismo.

martes, junio 07, 2011

Pequeñas eternidades

Detalles. Una mancha de color caliente en las paredes. Un contraste acertado de cristal y cerámica de alfar. El recuerdo de un viaje. Un libro del que sobresale el marcador de la página en la que se aplazó su lectura. Una copa de oporto. Una lapicera y una regla de quince centímetros. El acompañamiento tranquilo de una música de Badalamenti. La lámpara de pie encendida sobre nuestro sillón. El sol o la lluvia haciéndonos notar a la espalda que el mundo sigue al otro lado, que nos acompaña sin casi tocarnos, respetando nuestro recogimiento. La casa como un universo donde el polvo de estrellas es ese aire sólido, sin grieta alguna de ruido, con que nos envolvemos. En el que todo reposa con la aparente fiabilidad que le presumimos en el espacio a la gravitación de los planetas. Decía García Montero en un poema que hay momentos en que se rozan las ventajas de la eternidad. Tal vez mientras dura la música o el silencio. La lectura bajo la luz cómplice. El mundo sobre los hombros como una carga llevadera.