Ha vuelto. Anduvo en el límite. De funambulista por unos días en el alambre de la vida. Pero ha vuelto. La mejor de las noticias. Y vuelve sin arredrarse. Ni por el susto ni por las pocas fuerzas. Ayer, echándole un vistazo a las fotos de la marcha quinceme de por aquí —muy concurrida pese a la fiesta y al sol playero—, lo vi entre los manifestantes. Hacía calor pero llevaba puesta una chaqueta de otoño. Y aunque se abrigase aún como los convalecientes, miraba al frente con renovada energía. Decía Mairena que hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas. No es mal consejo para saber a quien arrimarse. Él es, precisamente, de los que no te ponen en duda, de los que siempre están cuando hace falta. Que nos dure.
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