Me permito traer aquí, desde facebook, esta lúcida e indignada declaración de Ricardo Menéndez Salmón (porque cuando algo se dice tan bien y con tanta razón, qué menos que divulgarlo en la medida de los posible).
Tengo
42 años y dos hijos, una niña y un niño. Soy una persona culta, cuyos libros se
han traducido a siete idiomas distintos al español. He cursado siempre mis estudios,
desde Infantil hasta la Universidad, en instituciones públicas. Mi único rasgo
de fanatismo (quizá de masoquismo, estoy abierto a la discusión) es ser
seguidor del Sporting de Gijón desde que tengo memoria. Soy comprensivo, pero
también intolerante: con el racismo, con el fascismo, con las sectas. Es decir,
no creo que todas las opiniones sean igualmente respetables. Me asiste la
certeza, conquistada a través de los libros y de mi propia vida, de que se
puede vivir sin religión ni dioses, pero de que no se puede vivir sin ética ni
valores. Esto es: sostengo la absoluta superioridad de la Filosofía sobre la
Religión. Esta cita de E. L. Doctorow, tomada de su novela El libro de Daniel,
se la regalo a los padres de la LOMCE después del enésimo asesinato de la razón
cometido en mi país: «La diferencia entre Sócrates y Jesús estriba en que nadie
ha sido condenado a muerte en nombre de Sócrates. Y ello se debe a que las
ideas de Sócrates nunca fueron convertidas en ley».
Ricardo Menéndez Salmón