Leo en El País que Juan Goytisolo sentenció en Formentor que "si no se crea un lenguaje nuevo, escribir no tiene interés". Siempre le han parecido a uno estas rotundidades de los consagrados como una (im)postura frente al espejo. La barbilla en proa, el gesto áspero, la mirada desafiante. La palabra literaria es el fruto de una combinación en la que se mezclan con proporciones diversas el sentimiento que la inspira, la experiencia sobre la que se impulsa y el medio en que se incuba y crece. Los matices que tal amalgama ofrece son casi infinitos. Y el interés que pueden despertar estará en relación con las expectativas que satisfagan. No es fin menor que, si el propio autor es exigente, lo que escriba le consuele, pues, a buen seguro, procurará igual consuelo a muchos de sus lectores —y entiéndase por tal no sólo alivio de un ánimo decaído, sino reparación de la pérdida que está tantas veces en el impulso de la escritura—. Para darle sentido a la vida, que es, según Magris, el objeto último de la literatura, debe conocerse mejor nuestra naturaleza, debe exponerse en la bonanza, pero sobre todo en medio de las circunstancias extremas que la desvelan. Y hemos de ayudarnos para ello de la ficción, de la intución o del detalle de la experiencia. Incluso de la experimentación formal, que puede abrir nuevas vías también en el proceloso acceso a la metáfora del alma. Pero el lenguaje nunca es fin sino medio. El interés de lo literario se instrumenta en la retórica, pero apunta siempre a la semántica. “Cuentan que Ulises, harto de prodigios, / lloró de amor al divisar su Itaca / verde y humilde. El arte es esa Itaca / de verde eternidad, no de prodigios” (Jorge Luís Borges).
martes, septiembre 29, 2009
viernes, septiembre 25, 2009
De lo inquietante

miércoles, septiembre 23, 2009
Letras canallas

miércoles, septiembre 16, 2009
Nudos indesatables
Andar siempre con la mar a cuestas. Sentado al atardecer en una terraza de la plaza mayor de Salamanca veo retirarse el dorado de las fachadas igual que las bajamares del otoño, dejando tras de si una arena húmeda, un montón de piedras poco a poco sombrías.
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El palacio Lis es como una enorme caja de música en cuyo interior, luminoso y colorista, sonara una Billie Holiday casi alegre y bailaran esbeltas criselefantinas.
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En Cáceres el día de fiesta había dejado casi desiertas las aceras. La plaza mayor, a media mañana, era como la calle blanca de un pueblo en hora de siesta. Por el Arco de la Estrella se entraba al sueño.
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En Mérida eran, de nuevo al cabo del tiempo, días de pan y circo. Jugaba la selección de fútbol. Nadie compite ya en torno a la antigua espina romana. Ni los gladiadores ni los aurigas son esclavos. El servicio anda ahora por las gradas. Con trompetas y pinturas de guerra. La arena, como en los relojes, se ha ido precipitando al vacío del tiempo. Se brega en la hierba. Un espejismo de oasis en medio de tanta tierra seca.
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En la cripta del museo romano, bajo un techo bajo y una luz irreal, se yerguen a duras penas del olvido unas cuantas ruinas. Recuerdo al paso los versos de Miguel D´Ors: “Esto es vivir: un porvenir de polvo, / la chispa que sucumbe en el oscuro / reino de la ceniza.”
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De Plasencia guardamos memoria de un rincón umbrío en la plaza. De unas cañas frescas y unas tapas sabrosas. De una conversación amable y de un amigo que no conocíamos aún, pero al que abrazamos como si acudiéramos a un reencuentro largamente esperado.
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En el museo judío de Béjar, en una pequeña estancia de suelo acristalado bajo la que se abre un antiguo pozo del que no se alcanza a ver su fondo, se proyecta un breve cortometraje sobre el edicto de expulsión promulgado en 1492 por los Reyes Católicos. La voz en off que leía el ultimátum real parecía venir de lo más oscuro del suelo.
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El recuerdo deshilacha los viajes. Nos quedan entre los dedos sólo unas hebras con las que urdir algún nudo indesatable.
viernes, septiembre 04, 2009
Sin argamasa
Las palabras que levantan un aforismo deberían unirse unas a otras como los sillares de ciertas obras civiles romanas que se construían sin argamasa. Precisas y complementarias.
miércoles, septiembre 02, 2009
Cita
"A mí me cuesta trabajo declarar un dato así; imagine que va uno a un hotel y en la ficha le preguntan la profesión, resulta difícil decir: "poeta", verdad, una cosa tan impropable."
Antonio Pereira, Una fobia de don Jorge
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