domingo, octubre 24, 2010

La vida secreta de las palabras

Abierta de par en par la ventana. Qué trae adentro: el polvo húmedo del domingo y un roce intermitente de neumáticos sobre el asfalto mojado. He puesto a Tom Waits. ¿Alguien conoce una música mejor para estas horas mustias de los días? No hace nada que he apagado la pantalla. El último fundido en negro. Prolongado. Añorante. A continuación iba a escribir algo así como que acabo de ver una película muy hermosa, La vida secreta de las palabras, pero me doy cuenta de que quizás no esté siendo suficientemente preciso, de que "hermosa" quizás no sea la palabra. Y sin embargo, ese espejo levantado en medio del mar, ese pequeño cofre de imágenes insulares, de soledad, de personajes asomados al oleaje de la vida, me han procurado un confortable —y vergonzante— consuelo de belleza.


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