miércoles, febrero 20, 2013

Collige, virgo, rosas...


Nada de radio por la mañana. Cansan las arengas de trinchera. Nada de prisas. Tengo hoy intención de apreciar el privilegio de ir caminando hasta el trabajo por las calles recién despiertas de una ciudad de provincias. De valorar en su justa medida esa posibilidad de cambiar de itinerario cada jornada. Hoy, por ejemplo, me paro en La Merced frente a un escaparate de una tienda de ropa de mujer que está a punto de cerrar. Liquidación. Los vestidos rebajados de precio parecen los de un trapero para menesterosos. Un poco al modo del aire viciado que se respira en estos tiempos de angosturas económicas y trapacerías bancarias y políticas. Más allá me paro en Amarcord, pequeña tienda de comics y cine. Tiene un aire de rincón para iniciados, de refugio para público de festival sundancero. Veo allí expuesta una película titulada La tigresa de Siberia, algo como de serie B, de esos productos tan kistch, tan intencionadamente horrendos, que para algunos llegan incluso a ser divertidos y, lo más curioso, hasta de culto. Cerca, muy cerca, una tienda de bicicletas con poco tiempo de vida a la que llaman Esplendor. Se ubica en un bajo de casa antigua. Más que escaparates, tiene ventanas por las que se ve una acumulación de máquinas como de otro tiempo. Hermoso vintage sobre dos ruedas. Al lado, una galería de arte tan diminuta, la de Adriana Suárez, que podría haber sido uno de aquellos viejos despachos de pan y leche que tanto proliferaron en los años setenta. La calle es estrecha. Se han apagado ya las farolas, pero aún no ha amanecido del todo. Cuesta ver qué lienzos cuelgan dentro. Parecen motivos vegetales. Estampados de trazo grueso y colorista. La exposición lleva por título un endecasílabo rotundo; un endecasílabo que, además, bien podría pasar por una novela negra: Tráeme flores mientras no esté muerto. Tiene algo que ver con aquello de Ausonio, con el collige, virgo, rosas... Por las travesías que desembocan al paseo marítimo, se ve a lo lejos cómo se calienta el tungsteno a la altura del horizonte. El día pinta alegre. Y en la galería que dejamos a nuestras espaldas se abren al sol las flores de sus cuadros. 

1 comentario:

koolauleproso dijo...

Aunque no lo creas, recuerdo que yo vi "La tigresa de Siberia", una bastante mala película del, por otro lado, padre de un cierto "cine bizarro", el gran Jess Franco. Tenía 14 o 15 años, y me serví de un DNI, torpemente falsificado, con el que no creo que engañase a nadie, pero que, en aquella época de "desajuste hormonal" me servía para acceder a la sala de los "Hollywood" donde se proyectaban películas clasificadas "S". Pecados de juventud...