Esta mañana
andaba tras de una caxigalín(e)a. Algo en relación con la paciencia de un buen
conversador. Con los beneficios de las réplicas que se dan a tiempo, y que no
son, como pudiera pensarse, contestaciones ingeniosas y a bote pronto, sino más
bien respuestas que transporta el silencio en sus últimos vagones. Que a veces,
incluso, ni llegan a subirse a ese tren si se decide, con buen criterio, que
serían para el viaje un exceso de carga.
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Inverdadero, ámbito al
resguardo del ruido y la intemperie donde se procura el cultivo de las
certidumbres.
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