Primeras reacciones paliativas de los comentaristas políticos: "lo
importante no es lo que se dice en campaña electoral, sino lo que luego se hace
finalmente desde el gobierno". Será así, no digo que no, pero la gente ha
votado a Trump por lo que en la campaña electoral dijo que haría. Por tanto,
tranquilidad la justa. Puede que el ejercicio del poder del nuevo presidente
americano termine por no ser tan tóxico como se teme, pero de lo que no cabe
duda es de cómo ha crecido, para nuestro espanto, la toxicidad del electorado. Y
donde digo “toxicidad” habrá quien elija por tranquilidad algún eufemismo
sustitutorio, pero difícilmente podrá hallarse justificación para que casi
sesenta millones de personas (¡sesenta!) hayan utilizado la urna como una
ruleta rusa. Maldita afición por las armas.
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