Pregunté por Zeppelin en Paradiso. Quedaron en conseguírmelo. Me llevé entre tanto los Días de Diario de Muñoz Molina. Del 10 de julio al 11 de noviembre de 2005. De Madrid a Nueva York. Se leen rápido. Y dejan buen sabor de boca. La vuelta a casa. El comienzo de una novela. Las dudas que toda escritura genera. Música. Paseos. Hijos. Elvira. De regreso a Nueva York. Entrevista a Philip Roth, quien lo trata como a un desconocido. Lección de humildad. Desasosiego por no estar a la altura. Todo se narra con precisión. Sin adornos. Estilo franco, desnudo. Reconcilian estos apuntes con su autor. Veníamos de El viento de la luna, que traía demasiado demasiado polvo. Aquí, en cambio, la brisa llega limpia. Hay una voluntad de estilo que se expresa bien en este párrafo entresacado del libro:
Esta noche hace demasiado fresco para estar en el jardín. Escribo escuchando a Lester Young. El estilo tan natural y poco afectado de Lester, tan expresivo con tan pocos medios, es una buena escuela de literatura. Miles Davis tiene mucha belleza, pero no mucha hondura emocional, como tantos innovadores de la técnica en cualquier arte. Lester tiene lo que llama Machado "la emoción de las cosas".
10 comentarios:
No diré nada (ahora) de Muñoz Molina, aunque me revienta un poco esa manía suya de hacer un dietario a la moda "establecida": se sienta en el jardín a escribir, de fondo Lester Young. Nada que objetar salvo que parece todo muy bien "trouvé". Pero dije que no diría nada.
Lo de Lester Young y Miles Davis es una apreciación: Davis tiene tiene belleza pero ¿cómo que sin emoción? Basta con oirle Enigma o It never entered my mind para saber que esa apreciación no describe con precisión lo que ocurre. Quizá parezca más frío. Quizá ponga distancia. No sé, pero de carencia de emoción, nada.
Sólo como ejemplo. Bach es mucho menos (en apariencia) vitalista que Mozart: la música de Bach tiene un alma profunda que llega adonde no llegan otros (Mozart incluido. La prueba: los mejores momentos del Requiem, de La flauta mágica: dan una hondura que falta muchas veces en otras músicas suyas, y algunas bellísimas, como el Concierto para clarinete o algunas de sus sonatas para piano).
Querido amigo: no escribas estas cosas porque me entretienes mucho a primera hora de la mañana en lugar de ponerme a trabajar :-))
Un abrazo muy fuerte.
En eso del laborare debería de andar yo también, pero salta en la pantalla el aviso de un correo en la bitácora y vengo a verlo. Más sabiendo que es tuyo. Me da a mí que no tienes en mucho aprecio al jienense. Yo le he ido leyendo a medida que iba publicando. No es lugar esta apostilla para extenderse mucho. Resumiré por tanto: le tengo estima, me ha hecho difrutar en ocasiones mucho con su literatura, valoro sus apreciaciones sobre los asuntos políticos y tengo por librillo de mérito este último que ahora comento -sobre todo porque se aparta mucho de lo que hizo en El viento de la luna-. Sobre las comparaciones entre estilos musicales y literarios, no soy quien para enmendarte la plana, querido Paco: seguro que tienes toda la razón del mundo. Si entresaqué ese párrafo de sus diarios no fue porque estuviera seguro de que M. Molina acertaba con lo que decía de Lester Young y Miles Davis, sino porque en la intención que en ese paralelismo se contenía estaba, a mi juicio, la principal virtud de su dietario, el de recuperar una manera de escribir sin afectaciones.
Ah, y ojalá te entregan muchas veces estas entradas, aún por provocación involuntaria, como ha sido éste el caso.
Un abrazo (por cierto, a tu entrada sobre Dylan quería haberle comentado algo, más que sobre los merecimientos del galardonado, sobre la interesada dirección que últimamente suelen tomar las deciciones de la Fundación Príncipe: Gates, Allen, Gore, Dylan. Ya habrá ocasión de hacerlo.)
Hay mucho de que hablar, sospecho que cada vez más.
En cuanto a dirección de los premios: totalmente de acuerdo, aunque Dylan me toca en lo más íntimo. Han sido muchas horas de mi vida con él, por gusto o porque era lo que había o por... Algunas de sus canciones todavía las escucho con emoción.
No puedo entretenerme más ahora. Pero ya charlaremos con más tranquilidad.
Un abrazo.
El estilo, ¡ay, el estilo sencillo! Qué difícil debe de ser escribir sencillamente, cuánto trabajo debe de dar, cuando resulta tan excepcional.
Un abrazo.
Debe de ser algo parecido a eso que llaman "saber estar". Todos hemos oído alguna vez, a propósito de alguien con quien es especialmente grato acompañarse, que "sabe estar". Tiene que ver, me imagino, con la mesura, con la dosificación. La sencillez en literatura es un saber estar en lo que se pretende contar.
Un abrazo, Porto, y felicitaciones por las reseñas lectoras que has hecho en tu última entrada. Me ha parecido especialmente sugerente la posibilidad de acercarme al libro de Salter. Lo haré sin duda.
¿Sin emoción Miles? no estoy de acuerdo.
No me gusta Muñoz Molina.
Sobre los premios Prícipe de Asturias, me parece que se confunden ultimamente.
No creo que Dylan se lo merezca.
Para dar un premio de ese calibre a un cantaautor, mi voto hubiera sido para Serrat.
Saludos
Me temo que Muñoz Molina no cuenta con demasiados adeptos entre los lectores de esta bitácora. Además de los comentarios de FPC y Luna, alguno más me ha hecho llegar a través de e-mail su escasa predisposición a leer al jienense.
No obstante, y repecto del párrafo sobre L. Young y M. Davis, reitero que más que por coincidir con la opinión de M. Molina, lo elegí por lo que de él se desprende: la elección de una escritura emotiva y sin afectaciones. La que se emplea en Dias de diario, la que uno quisiera para sí.
Respecto a los Premios Príncipe, a mi me da que se intenta realzar su protagonismo internacional procurando la elección de celebridades mediáticas, postergando en ocasiones a candidatos con más merecimientos. Dylan es para mucha gente, a nivel mundial, una referencia cultural y vital. Serrat lo es es un ámbito más reducido. No dudo que ambos posean cualidades suficientes para el galardón.
Un abrazo, Luna.
Entiendo la posición de los premios y comprendo lo que fué Dylan.
Entre el que fué y el que es, se ha dejado todo o casi todo por el camino.
Le miré en su úlitmo concierto en España y lo único que vi, fue un hombre con un gran sombrero, una pena.
Saludos
El pueblo es Santamera y tiene un albergue precioso, no recuerdo el nombre, es lo único que tiene el pueblo, merece la pena.
Saludos
Ok
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