domingo, junio 03, 2007

Desgracia (o Deshonra)

Leí Desgracia, de J. M. Coetzee de un par de tirones. No me había acercado hasta ahora a este autor sudafricano, Nobel en el 2003. No tardaré, esa es mi intención, en conocer otros libros suyos. Escribe con precisión y cuenta, según lo que de esta novela se deduce, historias subyugantes, trágicas, veraces. Y lo hace hablando de variados asuntos que se entrelazan con exacto engranaje. Deseo, paternidad, violencia. Han traducido el original, Disgrace, por Desgracia. Quizás hubiera sido mejor hacerlo por Deshonra –hay varias en el libro, sobre ellas gira su historia-. En su primera mitad se reflexiona sobre la pulsión sexual de los hombres que envejecen. Sobre la deriva a que lleva esa caza cuando es indiscriminada, cuando no calibra sus consecuencias. Y luego, a mitad del libro, explota un cataclismo distinto. Un acontecimiento brutal que se ceba con la hija del protagonista, con él mismo. Desde ese momento el libro no es que no pueda seguir leyéndose en clave universal, que no deje de transitar por sensaciones o reflexiones que pudieran ser las de todos, pero no es menos cierto que se contextualiza, que requiere ser situado en la Sudáfrica del postapartheid, en la tierra que fue de unos pocos y que comienza a ser, no sin aires de revancha, de los más. Precisamente escrita, la novela va posando sobre sus páginas la historia que cuenta, la tensión que narra, los asuntos de los que habla, sin, quizás, más conclusión que la incertidumbre y el desasosiego de cuanto nos acecha desde nuestro interior, desde el amenazante exterior. No sé si habré sabido desentrañar en su densidad t0d0 cuanto lo que en ella se cuece: la resignación de la hija violada que ama una tierra de la que quiere ser digna; la expiación de un deseo irrenunciable por el padre a través de la piedad hacia los animales; la imprecisa justificación que se respira en la descripción de la violencia ejercida por quienes estuvieron oprimidos aún más violentamente; el trufado de una ópera escrita por el protagonista y que empieza casi de modo académico y termina convirtiéndose en una obra bufa, una ópera que canta los amores de una vieja querida italiana de Byron, Teresa –tal vez convertida a medida que se escribe en un trasunto del propio protagonista-; la engañosa desidia de una estudiante que se deja engatusar por su viejo profesor, quizás por interesada curiosidad, el consuelo religioso con que afrontan esa deshonra sus padres. Hoy por la mañana, paseando por la playa intentaba hilar todo ese entramado, buscarle sentido a cuanto había leído con entusiasmo las dos tardes anteriores. Era el retrogusto de una hermosa novela, breve e intensa.

8 comentarios:

FPC dijo...

Como bien señalas, "disgrace" no es "desgracia" sino "vergüenza", "deshonra" (ya lo señaló Marías en su momento). Y efectivamente sobre la deshonra que sobre sí y los suyos, en sentido amplio atrae el protagonista gira toda la novela. No me extraña que vayas a seguir leyéndole. Bienvenido al mundo de Coetze.

Un abrazo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Leí este libro hace un par de años y me pasó como a ti. Me gustó y me propuse leer más titulos del autor, pero confieso que aún no lo he hecho. Hay que ponerse a la tarea.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Aún no he terminado 'El maestro de Petersburgo' (trasunto de Dostoievski), pero el siguiente Coetzee que aguarda en mi biblioteca es 'Desgracia', y con más ganas tras tu comentario. Saludos.

conde-duque dijo...

A mí también me gustó mucho. Por momentos es como una pesadilla real, como una alegoría -más sutil- de Dostoyevski. He leído otros de él pero no me han enganchado tanto (te recomendaría "Infancia", "Juventud" y "La edad de hierro"). Y lo del título es evidente. ¿Editor tonto o traductor inepto? Supongo que lo primero, porque los títulos suelen estar en manos de los editores.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Ciertamente, me ha parecido un magnífico libro, del que, no obstante, no sé si se he extraído las interpretaciones correctas. Por ejemplo -y para quienes lo habéis leído ya-, ¿qué significado se esconde detrás de la colaboración del protagonista en el sacrificio de los perros? ¿Por qué no demora el sacrificio del perro lisiado al que parece haberle tomado cariño y con cuya muerte finaliza la novela?
¿Qué sentido último persigue Coetzee con la ópera que va pergeñando el protagonista?
¿Cómo debe interpretarse la aceptación por su hija de la violación a que ha sido sometida?
A todo le he buscado encaje, porque aunque por encima de las posibles interpretaciones el principal activo de esta novela radique en su precisa hechura, aquellas le dan un valor añadido que no puede ni debe desdeñarse para su más correcta valoración.
Un abrazo a todos.

Francisco Ortiz dijo...

De las que tengo a la espera de lectura. Me gusta este texto. abre puertas. Un saludo.

Anónimo dijo...

La tengo, ya la tengo y mañana mismo la empiezo.
R, si abres un nuevo blog, me gustaría saberlo, no he tenido el gusto de leerte y me gustaría, Gracias.

Saludos a todos

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Francisco, Luna: no demoreis su lectura. Merece la pena.
Gracias por vuestras visitas.