El camino que conduce desde Ponferrada a San Pedro de Montes está adornado de todas las bellezas y accidentes graves, terribles y risueños propios de un país montañoso. El Valdueza o valle de Oza, por cuyo fondo corre este río, presenta desde San Esteban una faja de frondosidad y frescura infinita, pero sumamente estrecha, flanqueada en ambas orillas por dos cordilleras que le aprisionan hasta su fin. Las huertas y prados, los frutales y árboles silvstres, los emparrados, que a veces extienden sobre el camino su rústico dosel, y los pueblecitos que a cada paso se encuentran a la margen de aquel río tan cristalino, donde se ven las truchas deslizarse sobre las guijas y ocultarse en las raíces de los árboles, entretienen agradablemente al viajero.
Enrique Gil y Carrasco, Bosquejo de un viaje a una provincia del interior.
jueves, agosto 30, 2007
El Valle del Silencio
(...) Seguimos hasta alcanzar la carretera que lleva al Valle del Silencio. La recordábamos angosta. Sigue siéndolo. Y peligrosa. Va uno con el alma en vilo durante los veinte kilómetros que llevan a Peñalba. El pueblo está precioso. Cuidado. Las casas lucen arregladas, bien retejadas en pizarra, pintadas las maderas de sus balcones, limpio el empedrado, derechos los muros de piedra. La iglesia es una hermosura. Su puerta mozárabe es de un gusto espléndido. Quedan restos de policromado en el interior. La espadaña exenta se eleva por encima de todos los tejados del caserío. Tomamos una tentempié en la cantina próxima. Guarda el tipismo montañés. Queda cerca del sendero que conduce a la cueva de San Genadio, el obispo que tomó la senda de la oración en soledad por aquellos lugares que luego, puesto que otros muchos le siguieron y allí se hicieron eremitas, se llamaron la Tebaida berciana.
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9 comentarios:
En 1978 pasé unos días en una casa abandonada de San Esteban de Valdueza. Tiempos felices que se fueron en subir a la Aquiana y escalar en los Apóstoles. Recorrimos toda la zona a pie y en uno de estos paseos encontramos tirado el libro de foros del monasterio de San Pedro de Montes: una joya de 1700 que entregamos al Instituto de estudios bercianos.
Un abrazo
Sólo unos años más tarde conocí yo el lugar. Fue en mi primer viaje a El Bierzo. La imagen de San Pedro de los Montes, después de transitar por la angosta carretera que llevaba -y lleva- allí, nos dejó sobrecogidos. Por la ubicación, por la ruina en que se hallaba, por la maleza que todo se lo comía y por el día en que conocimos el sitio, una tarde oscura y tan amenazante que angustiaba y transmitía una incierta amenaza, un peligro difuso sobre lo que se nos antojó uno de los más remotos emplazamientos del que tuviéramos conocimiento para un monasterio.
La carretera, ahora mucho más concurrida, sigue siendo una aventura. Nada comparable, estoy sergo, a lo que concisamente dejas entrever, querido Alejandro, en tu comentario. Hay una publicación reciente del Instituto de Estudios Bercianos sobre las Actas del Monasterio de San Pedro de los Montes. Es del siglo XVIII. Anterior a la desamortización. ¿Será tu hallazgo? Sinceramente, me has dejado boquiabierto con la historia. Deberías animarte a escribir esas aventuras de las que sólo nos pergeñas pequeñas notas de vez en cuando y que nos dejan con ganas de mucho más.
Un abrazo muy fuerte.
Esta guía que vas entregándonos a retazos es muy sugerente. Para los que no conocemos la región, sirve de estímulo y de sustitutivo hasta que llegue el momento del viaje. Sólo echo de menos un mapa, quizás levantado a mano, unas indicaciones gráficas de viajero que den una idea (nuevamente para los que no conocemos la zona) de las distancias y la localización espacial de esas referencias que nos das. Las fotos son estupendas, pero abren el apetito: se quiere ver más. No dudo de que algún día escribirás esa guía sentimental de la región que tanto te atrae (y también a los que no la conocemos).
Un fuerte abrazo.
Qué gusto da tenerte otra vez por aquí, querido P. Ya sabes -creo habértelo contado en alguna ocasión-, que esto que se traslada al blog son algunos pedazos de mis diarios. En ellos llevo más precisión, en ellos aparecen también nombres propios. Tanto Peñalba de Santiago como San Pedro de Montes, o tantos otros lugares del Bierzo, merecen una visita. Esta vez me acerqué a Ponferrada para visitar una nueva edición de Las Edades del Hombre. Y de paso...
Mis itinerarios son, de cualquier modo, mucho más próximos que los tuyos. Sigo las fotos que cuelgas y echo de menos los comentarios. Supongo que andarás liado.
Lo de las fotos te lo agradezco especialmente. Hubo una época en que quise dedicarle tiempo al asunto. Aprender rudimentos. De aquello me quedó el gusto por, al menos, cuidar de los encuadres.
Un abrazo fuerte.
Si vas a Ponferrada no dejes de cel pulpo del Tres Portiñas...es el complemento ideal de un viaje espiritual:)subirás al cielo!!!!!
qg
Lula, ya se que estás de vuelta. Me acercaré por tu rincón de vez en cuando a visitarte.
He estado en Ponferrada, pero la comida la trasladamos a Molinaseca, un pueblo hermoso lleno de buenos sitios donde reponer fuerzas. De cualquier modo, queda apuntada la recomendación. El pulpo me encanta.
Un abrazo.
Raquel, a eso se le llama minimalismo.
Ánimo con el comienzo del curso.
... y para los que las conocemos también, me gusta la descripción que haces de los sitios, dan ganas de volver a caminar por ellos.
Lo dicho, que por donde no hayas andado tú...
Un abrazo, viajera.
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