El monasterio de Carracedo lo fundó Bermudo II de León hacia el año 990 para acoger a los monjes huidos de las razzias de Almanzor. Tuvo por tanto una larga historia hasta su desamortización en 1835. Comenzó entonces un progresivo deterioro que no se detuvo hasta que en 1988 se inició su restauración. Dicen las guías del lugar que aún se conservan partes relevantes del conjunto monástico medieval. En realidad lo que sí está en pie es la iglesia de finales del siglo XVIII, cuya construcción se hizo sobre el viejo templo románico monacal. Del resto, son más las ruinas y lo reconstruido. Al sur del templo se sitúa el claustro reglar, en torno al cual se distribuyen las distintas dependencias monacales: la sacristía, la sala capitular, el locutorio y el pasaje. Sobre el antiguo refectorio se construyó una biblioteca en el XVI. En la actualidad hace las funciones de museo. En una pequeña exposición se muestran algunos textos históricos sobre el monasterio. Llaman la atención los de Jovellanos y sobre todo los de Gil y Carrasco.
En la margen izquierda del río Cúa y en un sitio fértil, risueño y deleitoso tal vez en demasía para la austeridad y recogimiento de la vida monástica, está asentado el monasterio de Carracedo, el más sobresaliente de El Bierzo y que antes de la caída de las órdenes religiosas gozaba en la de San Bernardo de una consideración y riqueza de primer rango. Cércanle por todas partes praderas y huertas fertilísimas, frondosos arbolados y campos de pan y de maíz y de lino, surcados por arroyos puros y cristalinos que mantienen en ellos perpetua verdura. Es allí el cielo tan sereno y claro, tan benigno y templado el aire, tan fecunda la tierra y tan variada la armonía de los infinitos pájaros que cantan en sus sotos, que el buen rey Bermundo II el Gotoso que le fundó en 990, no puedo buscar marco menos a propósito para un cuadro grave y religioso.
Al salir compro un libro de este autor berciano: Bosquejo de un viaje a una provincia del interior. Qué bello título. Gil y Carrasco fue un romántico que vivió poco más de treinta años. Que escribió una novela histórica, El señor de Bembibre, y, a lo que parece, unos deliciosos cuadernos de viaje. En el recorrido por el monasterio nos cruzamos con una monja joven que también anda de visita y que va acompañada de familiares. Es casi una cría. Lleva unos hábitos color crema y una toca voluminosa. Va tan tapada que parece de otra época, casi de otro país. El señor que la acompaña debe de ser su padre. Tiene un rostro colorado como de campesino. Va alegre y diríase también que orgulloso de su hija. Desde una de las ventanas del que llaman mirador de la reina ví a la novicia hablar por un teléfono móvil. Estuve tentado de fotografiarla. No sé aún por qué no lo hice. Supongo que no acostumbro a tomar ese tipo de fotos. La vi y basta.
10 comentarios:
Llama la atención, ¿no? Me viene el recuerdo de una cholita en un avión de La Paz a Santa Cruz. Eso y esta imagen en http://raquelparaiso.blogspot.com/2007/05/el-momento.html
Un saludo
Un sol de tres pares de narices y una novicia de hábitos color crema y de apariencia tan espesos como la nata, que se paeaba entre las ruinas junto a su familia campesina, hablando por un móvil no sin antes apartar de su oreja un tocado que más parecía la pantalla de una lámpara de pie.
Ah, y luego se fueron todos en un Renault Clío de dos puertas, que había que verlos embutiéndose a duras penas en el oochecito.
Hay un amigo que cuando come algo que encuentra delicioso dice que es "tetilla de novicia". Recordé la expresión cuando vi a la monjita y me dió un poco de repelús.
He visto la imagen que enlazas, Raquel. Tú no te cortaste nada a la hora de tomarla. Supongo que hiciste bien.
Un saludo interoceánico.
A lo mejor te pareció que violabas un poco su intimidad, ¿no? Creo que a mí me habría pasado eso.
Por la descripción, el sitio parece encantador. ¡Ay, cuánta España interior me falta por conocer!
Y sí que es curioso lo claro que tiene Gil y Carrasco que un sitio demasiado bonito y exuberante es para un monasterio como la rendija ésa que dejamos abierta y por la que entra la tentación.
Un abrazo.
Felicísima entrada, dr, toda una crónica para la necesaria rehabilitación de la dignidad de la ruina.
Sí, efectivamente, Porto, van por ahí los tiros. Me pasa a menudo cuando viajo. Creo que me moriría si tuviera que ganarme la vida como paparazzi.
El sitio es muy recomendable, como todo el Bierzo: Las Médulas, Villafranca, Compludo, el Valle del Silencio, Molinaseca... Hay lugares realmente encantadores y que están a la vuelta de la esquina.
Un abrazo.
Amar, gracias por tu comentario.
Espero que estés ya recuperado de lumbalgias y ciberalgias.
Un fuerte abrazo.
Me recuerda a una imagen de hace algún tiempo...un señor de al menos de 150 años, bastón, boina, cuidando en medio del monte, un rebaño de ovejas y hablando por el móvil...
La zona es preciosa.
Sr. de Portorosa,levántese un poco de la silla, por favor.
Saludos
Me da que esas imágenes, Luna, tienen algo de cadáveres exquisitos, esos objetos artísticos o literarios que crean por azar contrastes insospechados.
Veo que también sabes del lugar. No se te puede pillar ni en un renuncio. El sitio si que merece la pena -y entendamos por pena el calor de agosto-, como también lo merecen -supongo, hace años que pasé por ahí y el recuerdo es impreciso- esos itinerarios granadinos que tan bien vienes contando en tu bitácora.
Un abrazo.
Ya, ya, Luna. Tengo una enorme asignatura pendiente con casi toda la España no costera.
Besos, con permiso del anfitrión.
No es mérito mío, mi padre no conocía el país, lo recorrió de punta a punta acompañado de sus hijos...cuando veo algo escrito de los lugares que recorrí con él, me siento muy feliz, le gustaba los lugares recónditos, especiales...
Los sitios quje describo en mi...no se qué (bitácora,no)debes volver a verlos... algunos dejan huella imborrable en la memoria y duele el corazón en otros..gracias.
Saludos
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