He visto recientemente en TCM la película titulada originalmente Ça commence aujourd'hui, de Bertrand Tavernier. Estrenada en 1999, se llevó a las carteleras españolas como Hoy empieza todo. El guión es de Dominique Sampiero, quien se inspiró para el relato en su propia experiencia como educador durante veinticinco años. Su argumento gira en torno a Daniel Lefebvre, el director de una escuela infantil ubicada en Hernaing (Valenciennes), al norte de Francia, en una comarca especialmente castigada por la crisis de la minería. Frente a la rigidez del sistema educativo y a la burocracia de las administraciones, Daniel y las profesoras de su escuela se ven abocados a desarrollar una labor que irremediablemente es tanto social como educativa. Tiene la cinta un aire documental que le añade verosimilitud. Una fotografía apagada y gris que la vuelve objetiva y fría. Se desarrolla linealmente, a lo largo de un curso escolar. Y está trufada por pequeños historias paralelas que retratan y explican al protagonista, hijo de un minero de carácter violento y de una madre, sin embargo, sensible a la literatura. Daniel se apoya, para su brega diaria, en su compañera Valeria, escultora, camarera y madre de un hijo adolescente cuyo carácter y comportamiento generará también conflictos en la pareja. Es cierto que en ocasiones algunos personajes el film rayan lo arquetípico –el alcalde comunista, el inspector educativo, la asistenta social escasamente comprometida con su trabajo-, pero no lo es menos que reflejan la muy extendida actitud de quienes se resguardan en los trincheras burocráticas para salvar su conciencia de cualquier remordimiento.
Félix de Azúa, en una columna titulada Fracaso, publicada en El País hace ya unos años, resumía uno de los varios asuntos que en esta película se tratan, ninguno de ellos, por cierto, menor: Que la opulencia de las naciones no haga disminuir, sino que incluso aumente la crueldad, el egoísmo y la maldad que suelen atribuirse a la miseria, es el enigma más ominoso del siglo. Incidía así en la reflexión que en voz alta hace uno de los personajes, la maestra Mrs. Liénard, quien próxima a la jubilación se pregunta cómo puede explicarse que la dignidad con que antaño se afrontaba la pobreza por la gente obrera se haya convertido ahora en una miseria desesperada, pasiva y egoísta.
La pobreza en las sociedades desarrolladas. La deontología educativa. El compromiso social. Las relaciones familiares. Son varios y bien tejidos los asuntos que se tocan. Y de todos queda un poso que agita la reflexión, que evita la indiferencia, que prolonga la sombra de lo que se ha visto incluso después de su final.
Mezcla además esperanza y melancolía. A partes iguales. El entusiasmo nos salva y justifica nuestras vidas. Pero la impotencia de un entusiasmo noble y tantas veces improductivo nos sume en la resignación. El peor de los cánceres quizás, porque nos paraliza los sentidos. La escuela no cura por si sola los males de un sociedad enferma, pero arrojar la toalla desde las aulas es mucho más grave que desde cualquier otro escenario social. Daniel lo intuye y de ello habla, creo, lo que escribe:
Félix de Azúa, en una columna titulada Fracaso, publicada en El País hace ya unos años, resumía uno de los varios asuntos que en esta película se tratan, ninguno de ellos, por cierto, menor: Que la opulencia de las naciones no haga disminuir, sino que incluso aumente la crueldad, el egoísmo y la maldad que suelen atribuirse a la miseria, es el enigma más ominoso del siglo. Incidía así en la reflexión que en voz alta hace uno de los personajes, la maestra Mrs. Liénard, quien próxima a la jubilación se pregunta cómo puede explicarse que la dignidad con que antaño se afrontaba la pobreza por la gente obrera se haya convertido ahora en una miseria desesperada, pasiva y egoísta.
La pobreza en las sociedades desarrolladas. La deontología educativa. El compromiso social. Las relaciones familiares. Son varios y bien tejidos los asuntos que se tocan. Y de todos queda un poso que agita la reflexión, que evita la indiferencia, que prolonga la sombra de lo que se ha visto incluso después de su final.
Mezcla además esperanza y melancolía. A partes iguales. El entusiasmo nos salva y justifica nuestras vidas. Pero la impotencia de un entusiasmo noble y tantas veces improductivo nos sume en la resignación. El peor de los cánceres quizás, porque nos paraliza los sentidos. La escuela no cura por si sola los males de un sociedad enferma, pero arrojar la toalla desde las aulas es mucho más grave que desde cualquier otro escenario social. Daniel lo intuye y de ello habla, creo, lo que escribe:
"Hay cosas que nunca desparecerán. Están en la carne, hablan; están en la tierra. Montones de piedras apiladas, una a una, con las manos del padre, del abuelo. Toda su paciencia acumulada resistió a la lluvia, al horizonte, haciendo pequeños montoncitos ante la noche para retener la luz de la luna. Para estar erguidos, para inventarse montañas y jugar con el trineo y creer que tocamos las estrellas. Se lo contaremos a nuestros hijos. Les diremos que fue duro pero que nuestros padres fueron unos Señores y que heredamos eso de ellos: montones de piedras y el coraje para levantarlas".
14 comentarios:
Era una película que se tenía los mismos efectos de un terremoto. Y tu reseña la vuelve a ofrecer, tal cual es. Gracias por la reflexión.
Un abrazo.
"que tenía", claro, sin "se"... perdón, estoy un poco adormilado...
Ya había oído hablar de ella, pero este post hace que me apetezca más todavía verla. Lo que dices, tuyo o propio o sacado de ella, me parece interesantísimo.
Un abrazo.
"Tuyo propio o sacado de ella", quería decir. Parece que estamos todos un poco torpes...
Creo que es una de las películas que mejor refleja el conflicto de los enseñantes en estos tiempos que corren. Por lo menos, no es de esas en las que toca el timbre a los 5 minutos de empezar. Quizás nos muestra lo que hay detrás de esos 45 min. que restan, con la trágica, injusta y maltratada vida detrás de cada personaje. No es complaciente pero nos deja un pequeño resquicio para sobrevivir,
a veces demasiado pequeño.
Me alegra tu post porque de alguna manera conecta con el mío (he decidido dar la voz a alguien que lucha en las trincheras). Gracias por recordarme esa fantástica película. Un beso aplicado y vigilante.
Dos ideas:
1. Si, como en efecto parece, las sociedades ricas son, en general, más crueles que las pobres dos son las posibles causas -ámpliamente discutidas en el pasado- que pueden explicarlo. Por una parte que la riqueza no está distribuida de forma justa y equitativa, por otra que las clases medias traicionan el movimiento obrero.
2: La función del maestro en una sociedad en la que se aceleran los ciclos y que no reconoce su valor porque éste sólo se pone de manifiesto a largo plazo
Buenos días:
No he visto la cinta. El tema de educación es dificilisimo y muy delicado, cada niño es un mundo.
Os digo a los que tenéis niños pequeños, que no cambian,la forma de ser que tienen de pequeños varía muy poco, por lo tanto sabemos como va ser su comportamiento posterior...
Ya ha pasado mi tiempo de educar, no fueron tiempos fáciles ni cómodos; catorce meses de diferencia entre las dos y tan distintas una de la otra. La mayor, tranquila, serena, obediente, poco comprometida, una joya para cualquier profesor desde la guardería.La pequeña, rebelde, contestona, defendiendo sus derechos y los de cualquier compañero desde la guardería,el terror para cualquier profesor, se salvaba de montones de líos, por los resultados al final de curso.
El profesorado puede hacer mucho, si la familia se compromete, la educación es un conjunto, un compromiso.
No soy partidaria de los deberes en casa, ni de las cientos de actividades extra-escolares que sufren los niños, salvo que sean para divertirse.
Hay niños que salen de casa a las ocho de la mañana y vuelven a las siete de la tarde del colegio y deben seguir con los deberes, obligatoriamente deben perder la ilusión por aprender, se vuelven apáticos, el estudio es un castigo, no un divertimento y ahí creo que empieza el problema de muchos, al llegar la adolescencia.
No creo que la riqueza o pobreza de la clase media afecte a un niño,lo digo por experiencia, si un niño se siente querido, arropado en casa, entiende perfectamente que todo no se puede tener, incluso diría más, que todo no se debe tener...
Visto los resultados obtenidos, mi forma de actuar como educante, ha sido magnífica...
Perdón por la extensión, me parecía importante.
Saludos
Efectivamente, FPC, el film agita cimientos. Y además, lo hace sin prédica, con bastante humildad y realismo, y moviendo a la reflexión. No transmite falsas esperanzas, pero tampoco las desactiva. Siento, no obstante, no haber visto la película cuando se estrenó. Aunque a mi entender no ha perdido actualidad.
Un abrazo.
Porto, a mi me también me habían llegado noticias de la película cuando se estrenó. Entonces no la ví y ahora, casi casualmente, pude descubrirla sin información alguna que orientase su visión. Espero que la que yo aporto no condicione tu mirada sobre el film. Y que le encuentres el interés que a mi me despertó. Tenemos hijos y aunque las circunstancias que se narran en la película no son las que, afortudamente, viven nuestros pequeños, la deontología educativa es un asunto sobre el que merece la pena reflexionar. Nos va en ello mucho.
Un abrazo.
Lula, apenas colgada mi entrada, me encontré con la tuya sobre Tanner. Me resultó divertida la coincidencia en el asunto. Me acordaba ligeramente de la serie. El protagonista era un tipo con un entuiasmo contagioso e intacto. Como sabes, Daniel, el protagonista de Hoy comienza todo, tiene un entusiasmo más bien responsable y muy tocado. Meritorio en todo caso.
Gracias por tu visita y un abrazo.
Occam, me alegra que de nuevo plantees interrogantes. Es la mejor manera para seguir reflexionando sobre lo que de la película se resume en la entrada.
Es verdad que uno de los asuntos más significativo de lo tratado por Hoy empieza todo es el que plantea la maestra a punto de jubilarse: ¿por qué la pobreza ha perdido dignidad en las sociedades más opulentas, por qué hay una deriva hacia la desidia y no hacia la lucha (política o meramente de superación social)? Sinceramente, no sé las causas. Quizás puedan aventurarse entre ellas que pese a la aparente permeabilidad existente entre capas sociales, el desprestigio del esfuerzo, la sedación de los salarios sociales (imprescindibles pero a veces paralizantes) y el desinterés entre quienes llevan la cosa pública por minorías desalentadas, sumidas en la miseria y que no poseen relevancia electoral, ahondan más el problema y lo vuelven cada vez más irresoluble.
Respecto al segundo tema que planteas, me parece interesantísimo. El desprestigio en que se halla la profesión docente es uno de los males de la sociedad. Al maestro debe dársele relevancia en la familia, de modo que siempre reciba de los padres un tratamiento respetuoso su labor y su persona, y que ello sea ejemplo para los alumnos. Dice Marina según un proverbio africano- que para educar hace falta una tribu entera. Nada resume mejor la importancia y complementaridad que la labor de profesores, padres y sociedad tiene en la formación adecuada de nuestros hijos.
Un fuerte abrazo, Occam (y ten siempre afilada tu navaja).
Luna, tu comentario, realizado desde la experiencia y el sentido común es una aportación del mayor interés. Esa frase de "El profesorado puede hacer mucho, si la familia se compromete, la educación es un conjunto, un compromiso", resume, además, con precisión lo que yo, quizás de peor manera, trataba de explicar en la contestación a Occam. Y lo más reconfortante de todo es que, además, destilas optimismo, fruto de lo que parece una maternidad muy gratificante. Qué bien nos hacen estos alientos.
Un fuerte abrazo.
Hacía mucho que no oía hablar de esa película. para mí fue importante, sí. la disfruté y me emcionó como pocas.
me alegra ver que no soy el único :)
Como habrás comprobado, estimado Nosurrender, no es éste un blog de novedades. Efectivamente, la película tiene ya unos años. La he visto en una reposicón de TCM. Me alegro por la coincidencia de valoraciones sobre el film y, claro está, por tu visita.
Un cordial saludo.
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