viernes, abril 16, 2010

Nubes

He salido por la mañana temprano a mitad de la playa. Despuntaba el día por encima de la Providencia. Curiosa premonoción la de la frase si uno se abstrae de que habla de toponimias. Sol. Y pequeñas nubes quietas sobre el mismo horizonte. Algunas se parecían a esos discos que emplean las mujeres para desmaquillarse. Eso sí, después de usados. Con restos de rostro, que en el caso de las nubes eran pinceladas nuevas de mañana. Me encontré con un amigo. Caminamos juntos. Va siempre demasiado deprisa. Le gasto la broma: tanta prisa es de cobardes y de malos toreros. Que no es lo mismo. Ha habido buenos matadores sin demasiado coraje. Pienso en Rafael de Paula. Pinturero y arisco. Me señala también mi acompañante hacia las nubes. Imagino por un momento que sabrá decirme de qué tipo son éstas de hoy. Pero tampoco él debe de estar ducho en la nubología. Nombres de pájaros, de árboles, de nubes. Trinos, estaciones, formas. El mundo debe de ser menos enigmático para quien le pone nombre exacto a sus cosas. Aunque no necesariamente más bello.

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