El tiempo se cuenta por pedazos, como cualquier otro destrozo.
La impertinencia de la víscera: manifestarnos incapaces de callar lo que no viene al caso no es sino confesar que lo que sí viene le importa mucho menos a nuestras urgencias.
Confortada por sus ideas solidarias, se tenía por persona comprometida, pero la realidad la puso frente al auténtico compromiso: el infortunio de los suyos. En tales bretes, depende de cada conciencia que uno se apañe con un carné y mire hacia otro lado o se sienta obligado a remangarse.
Sobre los cadáveres vuelan los buitres. Aves hambrientas, sí, pero de vez en cuando también necrólogos sin reparos.
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