domingo, enero 06, 2013

Como pescando


No pocas veces se descubrió uno pensando en la banalidad de esa afición que lleva a hombres solitarios y abrigados a permanecer clavados junto a una caña de pescar horas y horas, la mayor parte de las veces con frío, a oscuras, lanzando el sedal al océano de un modo casi desesperado, como si no tuvieran en el mundo a nadie o sus penas o conciencias exigieran esa dedicación penitente. He aprendido, sin embargo, en los últimos tiempos a considerar con mucho más respeto esa dedicación casi anacoreta, pues uno le ha ido cogiendo a su vez gusto a ciertas raras fotografías, y las persigue de una manera parecida a la de esos pescadores a los que antes no comprendía, aguardando una determinada luz en una hora intempestiva, teniendo paciencia y manteniéndose junto al trípode al acecho de una presa que, si hay suerte, terminará por posarse en cualquier momento sobre el objetivo.

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