lunes, marzo 17, 2014

Un pájaro de sol

Recordé ya en la terraza que el libro con el que me había acompañado permanecía cerrado sobre la mesa. Sin abrirse. Y posé mi mano sobre su lomo como sobre un animal doméstico y dócil, con el propósito de mantenerlo contento. Aunque a buen seguro que lo estaba en los brazos de la luz franca de esta mañana. Incluso permaneciendo en silencio, y cerrado. Arrebujado sobre mismo, en su tibieza íntima. Como yo también casi lo estaba, pues me había abrigado hasta el cuello de la brisa que corría por delante de este sol inaugural de la primavera. Un sol alegre pero débil todavía. Tan esperado que fue oírlo cantar al otro lado de los cristales nada más amanecer y echarnos a la calle a su encuentro. Sin ganas de otra cosa que ofrecerle el rostro y la atención entera que merece quien llega de lejos para hacernos un poco más felices.

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