Tampoco estas lentes
que hoy me pongo por vez primera
serán, posiblemente, para siempre:
dentro de tres o cuatro años,
se me nublará de nuevo
toda letra pequeña
y cualquier distancia lejana.
Mis ojos para entonces
se habrán cerrado un poco más,
dejándole a la vida
un menguante
resquicio de luz.
JCD
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