Que uno se ponga débil por enfermedad inoportuna sólo unos días antes de presentar su poemario en el lugar que le da sentido a lo que en el se escribe y se cuenta, que se llegue con esa flojera al evento y de pronto aquello se convierta en un hermoso encierro emocional, con fotos proyectadas del pasado, y gente querida que te arropa, y voces que leen tus poemas en la lengua de la tierra, sólo puede desembocar en una pérdida absoluta de entereza (por falta de fuerza y acúmulo de impresiones), en quiebro de voz y en lagrimal incontinente.
En fin, que no podrá decirse aquello de “nos echamos unas risas”, pero sí que fue todo tan endiabladamente epidérmico que no sólo se respiraba verdad sino que la respiramos juntos, que supongo es algo que sucede cuando lo que se escribe se vuelve autobiografía de todos.
Fue en Boal, en su Casa de Cultura, el sábado a última hora de la tarde, gracias a Forum 3000, a Verónica Bermúdez, a Marta Fernández por su música, a quienes leísteis mis poemas haciéndolos más vuestros al darles la sinceridad de la lengua propia, a Quique Roxíos (que los tradujo) y a todos los que me acompañasteis en el trago del recuerdo.
Fotos de Gilberto S. Jardón (gracias también a él).
REICES (en traducción de Quique Roxíos)
Todo era distinto condo na casa había vida,
condo os muros eran sólidos
e sobre el llouxado a pizarra rellucía
igual que un plumaxe espeso.
El vento i a tormenta
non forzaran inda
nin portas nin cristales,
non expoliaran
aquel universo íntimo e aislado.
Nas suas concas vacías,
que foran antes ventás,
na corte sin bestias,
na herba sin sega,
nel árbol sin poda,
nas fontes sin sede,
na terra sin fruto,
nel río sin ponte,
nos cais sin amo,
nel carreiro sin pisada,
nel silencio sin voces,
sin risas, nin queixas, nin choros,
sin blasfemias nin rezos.
Nese ingrávido vacío
que amputou el alento del que foi todo un mundo,
móvense como vermes cegos
as reices de conto estraño na distancia
por máis que nunca fora meu.
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