No ir con hambre al supermercado, por no comprar más de lo que se precisa. Pero, igualmente, tampoco conducirse con unas cuantas copas de mala sangre, por no atropellar a nadie en el improperio.
Para cuándo los controles de soberbia en el arcén de los teclados. Sobre todo para quienes vienen de la indignación perpetua, de la antigua y opuesta a la reciente y conversa; para quienes transitan sólo las certezas sucesivas, sin plantearse dudas ni tibiezas.
Bendito el que vive en la incertidumbre y al que, por tanto no lo queda otra que la prudencia.
"(...) Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro como a un oportuno pasamanos", Wislawa Szymborska.
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