miércoles, enero 23, 2008

The Straight Story

Ayer a la noche vi de nuevo Una historia verdadera. Una película sencilla y lenta. En medio de tanto cine desproporcionado, da gusto encontrarse con este remanso de diálogos serenos, de personajes humildes, de imágenes ciertas. Hay una tendencia a confundir morosidad y tedio. Aquí se desmiente. Se narra una anécdota real de la que se hizo en su día eco la prensa norteamericana. En 1994, Alvin Straight, un anciano de 73 años, recibe la noticia de que su hermano, compañero de juegos en la infancia, pero del que sin embargo la vida lo ha ido distanciando, sufre un infarto. Al hilo de esa circuntancia cree llegado el momento de olvidar viejos rencores y viajar a su lado. Pero tanto su edad, como su limitada visión y movilidad le impiden conducir un automóvil. Decide entonces hacer el camino en su cortacésped, un pequeño y viejo cacharro con el que sólo alcanza una velocidad casi rídicula para un viaje, desde Laurens, en Iowa, hasta Wisconsin, de varios cientos de kilómetros. Alvin tardó más de seis semanas en llegar. El trayecto se convierte así en una road movie que pone sobre la carretera a un viejo conduciendo un ridículo trasto lento y escasamente fiable, decidido a llegar a su destino sin renunciar a todo lo que el camino ofrece, una naturaleza amena, algunas conversaciones memorables y el contraste de la prisa sinsentido de los que le adelantan continuamente sobre camiones, coches y hasta bicicletas. Los espectadores asistimos, mientras, a todo ello con la sensación de que sólo él sabe bien a dónde va y cuándo detenerse a esperar, como en esa hermosa escena en que se refugia al abrigo de un desvencijado granero mientras aguarda a que la lluvia cese, disfrutando de un cigarro y de la propia tormenta.
Queda al final de todo ello no sólo el gusto por los viajes sin prisa, sino la reflexión de que en la vejez, además de volvernos ciegos y cojos, también es posible reconciliarse con el mundo, por muy duro que haya sido su tránsito.

The Straight story fue dirigida por David Lynch en 1999. La música de Angelo Badalamenti acompaña bien su desarrrollo. La protagoniza Richard Farnsworth, un viejo actor secundario que se quitó la vida poco después de estranarse este film al conocer que padecía un cáncer terminal. A él está dedicado el vídeo que se acompaña.

12 comentarios:

Hache dijo...

Una película que me conmovió la primera vez que la vi. Y la segunda, y la tercera ... una película lenta para ver sin prisas y sin esperar más que dejar que las cosas pasen a su ritmo.

La banda sonora me acompaña a menudo, cuando necesito paz.

FPC dijo...

No he visto la película pero el trailer me da una idea... No siospechaba yo el uso que se le podía dar a una segadora...
Un abrazo.

Sebastián Puig dijo...

Comparto el gusto por esta película, querido amigo. Me acojo a ella en momentos de introspección y me reconcilia con el mundo. Un abrazo.

la luz tenue dijo...

Yo la vi el otro día (por segunda vez) en video, en compañía de mi hija, que va a cumplir diez años. Creí que no la aguantaría, acostumbrada como está (ella y todos los de su edad) a los Potter y héroes así, con tanta acción, con tanto bicho y vuelo rasante, pero le encantó.
Se quedó maravillada.
Es una película para disfrutar, para sentir el corazón, que se te encoge con algunos diálogos, con algunos paisajes, con la música.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Bienvenida Hache. Efectivamente, es una película lenta y sin embargo uno no puede quitarle el ojo ni un instante. La banda sonora es muy relajante. Aunque he probado ha escucharla sin las imágenes para las que fue compuesta y me pareció que ya no era lo mismo.
Un cordial saludo.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Me alegro un montón, FPC, de que te encuentres por fin recuperado. Se te echaba de menos. Anímate a ver la película, yo creo que te gustará.
Un abrazo.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Esa reconciliación de la que hablas, Sebas, es la que experimenta el protagonista. Y es efectivamente contagiosa.
Un fuerte abrazo.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Tu comentario, José Manuel, me anima a ver de nuevo la película en compañía de mi hijo (once años). Espero que él también le guste.
Un abrazo.

conde-duque dijo...

Cuando la vi en cine, salí contento y muy impresionado. De esas películas (pocas, desgraciadamente) que te hacen ser mejor, salir por la puerta siendo mejor persona (o queriendo serlo) que como entraste.
Después la compré en DVD y la he visto varias veces. Una gozada...

Anónimo dijo...

Lo último que sabía de Richard Fansworth es que andaba asaltando trenes (reconozco que hace diez años que no voy al cine).
Digno adiós de un hermoso anciano.
Y, claro, Harry Dean Stanton es el hermano perfecto. ¿Qué otro?

R ha vuelto. Yo también me alegro.

Anónimo dijo...

La he visto tres veces, subtitulada, doblada... una obra de arte sin pretenderlo; de palabras sencillas y frases con mucha sabiduría.
Hablé de ella hace un tiempo, de Alvin y su manera de ver la vida.
Una gozada, la verdad.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Bien resumido, Conde, "que te hacen mejor persona". Algo de eso hay en toda obra de arte.
Un abrazo.

Harry Dean Stanton siempre será para mí Travis. Sólo aparece aquí un momentito. Casi impedido se arrastra hasta el porche de su desvencijada casa a oír la llamada de su hermano. Se sientan uno al lado del otro. Sin hablar casi. Entonces pregunta al visitante si ha viajado a verlo desde su hogar en aquella vieja cortadora de césped. Le dice que sí. Y la cara con que asume aquella reconciliación final de sus vidas vale por muchas películas, por muchas páginas de versos.
Un abrazo Anónimo (comparto la alegría por la vuelta de Rox).

Pau, me gustaría leer tus comentarios sobre la película. ¿Me pondrías en la pista?
Un abrazo.