Se me ocurre que una expresión poética arrebatada, inequívocamente romántica, becqueriana, sería capaz de sugerir cosas tales como que "por ver de nuevo sonreír tu rostro / beber podría, lentamente a sorbos, / las tan tristes lágrimas de tus ojos". Estos endecasílabos le dejan a uno tan encogido el ánimo y el globo ocular que provocan, como contrapunto a su excesiva carga de afectación, una risa floja muy propia de lector culto, contemporáneo e irónico, contrario, por ello, a lirismos ñoños. Pues bien, ríanse ustedes, ríanse, de los poetas sensibles y de sus excesos, que la realidad pone a cada uno en su sitio. Y hasta en ocasiones desvela que no son tales los que damos por arrebatos cursis. He leído recientemente que puesto que las polillas de Madagascar corren serios riesgos al acercarse a beber en las charcas, por abundar en ellas ranas empeñadas en comérselas, deben saciar su sed en fuentes más seguras. Por eso se posan con cuidado sobre los pájaros dormidos, por eso acercan sus trompas al interior de los párpados de las aves. Se beben así las lágrimas de los petirrojos. Nadie se explica la alegría contagiosa que por aquellas latitudes les produce a los nativos el canto de estos pájaros, un estado de dicha suave que se venía aventurando podría deberse a la ingesta de alguna planta alucinógena. Los entomólogos han descubierto por dónde se les va la tristeza a los petirrojos. Queda por saber dónde reside el encantamiento de su trino.
3 comentarios:
El post es estupendo, pero la historia tiene algo inquietante (¡cómo no, si habla de polillas!).
Si una mujer bebiera mis lágrimas (aunque ya sé que los hombres no lloramos) seguro que se me iba la triteza, pero si las bebieran polillas...
Un abrazo.
Fue saber de esa extraña y mágica succión y pensar que tal vez algún día pudiera transformarse ese milagro en conjuro contra la tristura. Y fue también desear al tiempo que el efecto mariposa fuera efecto polilla, que todo se contagiara de una dicha repentina que anduviera, como el polen, en el aire. He leído, Malambruno, que hay una tribu de mujeres en el corazón del Amazonas que tienen por labios dos polillas rosadas. Cuentan que arrullan a sus criaturas arrimándoles al oído el zumbido suave de su boca, un aleteo microscópico de palabras ininteligibles y hermosas.
Un abrazo.
¡Caray D.R.! tu comentario me parece tan bueno como tu post. Vas a cambiar (o ya lo has hecho) las connotaciones que para mí tenía la palabra polilla.(Nada que ver -antes de leer tu post y tu comentario- con las de "mariposa", que creo que es lo mismo.)
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