Me sucede a menudo que después de estar leyendo algún buen libro necesito ponerme a escribir. El placer se transmite por contagio. Y esto mismo que ahora apunto nace tras leer unos versos de Caballero Bonald. Dice en su Diario de Argónida que “la literatura se parece a una carta que el escritor se manda sin cesar a si mismo”. Por mi parte, las cartas que me envío a menudo las quisiera escritas por otra mano y con mejor pulso.
4 comentarios:
Qué severos somos con nosotros mismos!!!
es verdad...a mí me encantaría que me escriban lo que escribo...
Ocurre a veces que estoy adormecida y una novela me despierta y me transporta y me hace buscar el papel en blanco y escribo algo que no sé de donde nace, de mí por supuesto, pero la semilla es del otro, del escritor.
No viene mal algo de rigor, querido Occam. En qué se nos convertiría sino la ciencia.
Menudo juego de espejos, C. Algo sabía tu paisano Borges del asunto.
En resumen, A., que la literatura, como el café, nos quita el sueño.
Un abrazo a los tres.
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