Para narrar una invención conociendo de antemano su desenlace se precisa de una fe casi religiosa en la propia palabra, en el propio proceso creativo. Se necesita dar por cierto que después de ese final ya sabido habrá siempre una suerte de cielo, una recompensa. Uno, desde la inseguridad de su agnosticismo, prefiere que las palabras, a medida que se engarzan, le vayan revelando la verdadera finalidad de su propósito. El fugaz paraíso de los instantes.
3 comentarios:
Finísima entrada. Me acerco más a tu agnosticismo que al misticismo celestial. Saludos.
"narrativa agnóstica"... tú yes un xenio!!!!!!!
Bicos.
Es una sensación muy personal a la que, supongo, se le puedan hacer muchas objeciones, porque quizás tenga que ver con cierta predisposición personal por lo poético, donde la intuición tiene siempre mayor relevancia.
Un saludo a ambos.
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