martes, noviembre 11, 2008

De bichos

Algunos bichos crujen. Tienen la consistencia frágil de un cristal casi de papel. Aplastarlos con los dedos pulgar e índice produce una íntima y culpable satisfacción. Deja un rastro de desastre, una mancha viscosa, un pegamento de vísceras. Pero apenas si queda rastro en el aire, olor alguno. Vista, oído y tacto. Es una crueldad de tan sólo tres sentidos. Una costumbre que se hizo secreta desde la infancia. Mi padre me sorprendió de niño en el jardín con los dedos sucios, intentando dibujar sobre la cal de la casa con las entrañas de un grillo. Supe entonces que no hacía bien y me pareció todo mucho más placentero. La caza, mi fuerza, la presión y el ruido casi seco, el calor mínimo y fugaz en las yemas de los dedos. La muerte como la breve combustión de un fósforo oscuro.

8 comentarios:

Mabalot dijo...

Qué bueno, DR. "Algunos bichos crujen". Qué frase. Cuando vea un bicho me vendrá a la memoria esta frase. Quizá nunca la olvide y me vuelva majara pensando en esta frase.

Un abrazo.

Nuca dijo...

Tener el esqueleto externo y ausencia de órgano fonador tiene esas cosas: No chillan, crujen.

Querido amigo, tal y como está la situación con algunos insectos más vale abandonar ciertos hábitos infantiles, no sea que en una de estas el SEPRONA te provoque crujir de dientes con una multa
:)

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Olvídelo, Mabalot, que la cosa da grima.
Un abrazo.

Occam, no hay nada como la precisión, y de eso los científicos sabéis un huevo. De cualquier manera, ni la viuda del relato anterior era yo ni el bicho humano que goza crujiendo bichos es un serveridor tampoco. Así que espero que el Seprona no lo tome en consideración.
Un abrazo.

Sebastián Puig dijo...

Joder, llega a las entrañas.

Lula Fortune dijo...

Pues a mí me gustaba sentir el crujido de los piojos al aplastarlos contra algo duro. Ese "cris", limpio y contundente. Y en época de epidemia, contar los "cris" y atesorar records. Qué crueldad, la infancia.

Luna dijo...

Ahora me da repelús.
Una vez me comí dos escarabajos pequeñitos.
Agggg.

Hasta la vuelta

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Efectivamente, Sebas, el asunto es algo visceral.

Coño, Lula, esa destreza debería señalarse de modo bien visible en el currículum.

Qué voracidad, Luna.

Un abrazo a los tres.

malambruno dijo...

El texto me parece perfecto (como el relato anterior) pero me tranquiliza pensar que no eres este bicho humano que habla con esas precisas y luminosas metáforas: "consistencia frágil de un cristal casi de papel", "la breve combustión de un fósforo oscuro".