Las novelas, como los lechos de muchos ríos, se asientan sobre las piedras. Entre esa mampostería le brilla de vez en cuando a algún guijarro una angustia de diamante ahogado, de aforismo pulido en la corriente de las palabras.
Gracias, Antonio. Uno a menudo ve así el género, como cauce de piedra menuda donde hay quienes bateamos el poso por hallarle las pepitas doradas. Un abrazo.
3 comentarios:
Hermosa entrada. Toda una declaración estética. Un abrazo.
Gracias, Antonio.
Uno a menudo ve así el género, como cauce de piedra menuda donde hay quienes bateamos el poso por hallarle las pepitas doradas.
Un abrazo.
Y también pasar y pisar sobre esas menudas piedras da placer aunque no encontremos las doradas.
Un abrazo
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