jueves, diciembre 09, 2010

La bilis

Cuándo comenzó a convertirse todo en el palo de un gallinero. Cuándo se subieron definitivamente los salvapatrias a ese madero rebozado de guano. Cuándo se convencieron de que no había nada mejor para hacerse con la audiencia que imitar como simios rijosos en lo alto las procacidades de los corrales más zafios. Llegaron las nuevas cadenas digitales y sus espacios de opinión política, y como nunca despertaron pasiones los debates sesudos, sino el acopio sexudo de imprecaciones, medias verdades y apocalipsis, a eso se aplicaron los inquilinos de la caverna y los convidados temporales —que no asisten al aquelarre como mártires de nobleza ingenua sino como contrapunto al que se brindan por soldada espuria—. La piedra arrojada al lodo mueve ondas lentas pero pertinaces. Llegan incluso a las orillas. Las desbordan. Esa piedra remueve lo peor de lo profundo: fetidez y miasmas. Desgraciadamente, los salarios que se ganan exprimiendo la propia bilis no suelen generar mala conciencia sino poder adquisitivo. Quién nos regenerará de políticos y opìnadores. Quién nos regenerará de lo peor de nosotros mismos. Cuándo será cacofonía la rima audiencia / indecencia.

No hay comentarios: