"El capitán de 29 años que se ha jugado la vida horas antes ante cinco carros blindados para salvar la Revolución, que mantiene el cuartel general de la GNR cercano rodeado de soldados rodeados a su vez de una muchedumbre pacífica y exultante, el tipo que no se ha equivocado en el momento en que no tenía que equivocarse, como un verdadero héroe de novela, el militar que se entrevistará poco después con Caetano personalmente para aclarar definitivamente la rendición y que morirá muchos años después, en 1992, de un cáncer, sin aceptar jamás ningún cargo político, ese hombre, Salgueiro Maia, se encogió de hombros ante estos dos gerifaltes y sin soltar el megáfono les respondió:
- Aquí mandamos todos".
- Aquí mandamos todos".
Así remata Antonio Jiménez Barca su recuerdo de Salgueiro Maia, Un héroe del 25 de abril. Una historia tan bien narrada como necesaria.
7 comentarios:
¡Qué emocionante el relato de Jiménez Barca! Yo, el 25 de abril de 1974 tenía 8 años. Mi familia (sus dos ramas) había perdido la guerra civil. Los militares no eran, por tanto, de nuestro agrado. El año anterior había habido otro golpe de estado (muy diferente) en Chile. Fue la primera vez que vi llorar a mi padre ("no nos dejan. Nunca lo conseguiremos así") dijo, desolado. Para aquel niño un golpe de estado era sinónimo del desastre. Desconcertado, le pregunté a mi padre, que no podía ocultar su alegría. "Es que estos militares son buenos, hijo". Y me quedé muy contento: por una vez parecían compatibles los uniformes que yo tanto admiraba en secreto, con las poco comunes (para la época) ideas políticas de mi padre
Un muy bien contado relato, en efecto. Un recuerdo, además, que despierta la melancolía (síntoma siempre de que algo se ha perdido irremediablemente)y, en tu apostilla, la memoria de quienes vivían como propios, desde la España sometida de entonces, los avances y retrocesos de la libertad. Un abrazo, R.
Un relato emocionante, como emocionante fue vivirlo a través de la prensa controlada y pacata de la época (nosotros tardamos año y pico más en vernos libres de la tiranía).
Un relato necesario también porque con frecuencia, con el tiempo y la desidia y la inmediatez de lo que hay que vivir cada día, se emborronan las fechas y los nombres y el recuerdo los aviva para que nunca dejen de servir de ejemplo.
Un abrazo
A través de diversos canales me han llegado comentarios en la línea de lo que apuntáis tanto tú, Paco, como R., en su apostilla. Me imagino que algo tendrán que ver los tiempos que vivimos para que la celebración de este 25 de abril se sienta con especial emoción y nostalgia. Ese feroz contexto condiciona, como digo, nuestra perspectiva de aquello, pero me temo que algo pesa también que nos vayan cayendo encima irremediablemente los años. Un abrazo.
Es una fecha muy especial para mí.
Ese día, estaban en mi casa una pareja portuguesa, hija ella, de unos amigos de mis padres que habían venido en viaje de bodas y hubo mucha fiesta en mi casa.
El día 25, venía de viaje y en el avión, bajito, canté, Grândola, Villa Morena, como hago cada año, ese día.
Las cosas están como están.
Querida E., espero que ese viaje te haya sido grato. En efecto, como tan eufemísticamente dices, "las cosas están como están". Así que, como en Grândola, parece tiempo de que a la sombra de otras "azinheiras" sin edad nos aquelarremos contra la resignación.
Un abrazo.
Me da mucha rabia la situación.
Volveremos a ser un país triste, como lo era en aquellos tiempos.
La diferencia es grande.
Aquello fue por la fuerza y ahora les hemos elegido con entera libertad.
Nunca aprenderemos.
Un abrazo
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