El mismo barro cocido bajo nuestros pies. La espuela del sol sobre las ijadas del agua azul. El cielo de los veranos. La hierba fresca a la sombra de las palmeras. Si cierro los ojos, distingo el acorde de un surtidor, el chapoteo de los bañistas, las risas de los niños. Todo igual durante años a esta altura de las estaciones. Todo igual y todo distinto. Porque esas risas son ahora de los niños de otros.
2 comentarios:
Risas de otros crios que abanican el alma con el fresco aleteo de una melancólica alegría y una promesa futura.
La curiosidad me ha hecho poner en el buscador coincidencia de apellido y/o nombres. Hay miles de páginas, pero me alegro de haber encontrado esta.
Un saludo.
Así son las cosas...
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